domingo, 24 de marzo de 2024

Jesús, el burrito y la humildad

 Cada año, en la conmemoración del "Domingo de Ramos", por toda la cristiandad se hacen reflexiones sobre la humildad de Jesús y de cómo, siendo el Hijo de Dios, entró en Jerusalén montado en un burrito. El burrito, animal de carga, la cría de asno montura de los pobres...


 Ciertamente esas imágenes de inocencia casi infantil y de piadosa ingenuidad tocan nuestra sensibilidad. El corazón late con ternura contemplando la bella escena de Jesús rodeado por una multitud alegre, agitando palmas, dando gritos de júbilo "¡Hosana al Hijo del rey David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!" (Mateo 21.9)


 No hay duda que esa idea de humildad apocada ha inspirado obras de arte, reflexiones y canciones durante dos milenios, pero ¿realmente Jesús quiso dar una lección de "humildad"? Siglos de beatería pueril han deformado el entendimiento cabal de las acciones del Maestro.


 Primero, como Mateo lo deja bien claro, Jesús no estaba haciendo un acto modesto, sino cumpliendo las palabras del profeta Zacarías: Digan a la ciudad de Sión: “Mira, tu Rey viene a ti, humilde, montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga.” (Mateo 21.5; Zacarías 9.9) Al entrar en Jerusalén montado en un burrito, Jesús está diciendo explícitamente que él es el "Rey, justo y victorioso, pero humilde" que había de venir.


 Segundo, desde tiempos inmemoriales el caballo fue el símbolo del poder militar y la autoridad de los reyes. Sin embargo, la tradición de Israel prohibía la entrada en la ciudadela de David montando a caballo, la ciudad de la paz no debía ser contaminada por un símbolo de guerra. Para ser coronado, el rey se dirigía al Atrio del Templo despojado de todo poder.


 El Rey deseado y esperado, el Ungido del Señor, según la misma profecía de Zacarías dice: "destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén y los arcos de guerra. Anunciará paz a las naciones y gobernará de mar a mar, del Éufrates al último rincón del mundo." (Zacarías 9.10)


 Tercero, y no por último, el burrito tenía en la religión de Israel un carácter simbólico particular, solamente los primogénitos del burro y el hombre debían redimirse (Éxodo 13.11-13). O sea, al montar en burro, Jesús estaba señalando que él era el Redentor anhelado, el Libertador de Israel.




 No, Jesús no ejecutó un acto de modestia al entrar en Jerusalén, sino que abiertamente dejó ver que en él se cumplían todas las promesas de Dios (Zacarías 9.9-10; 2 Corintios 1.19-20); que el Príncipe de Paz llegó para ser coronado Rey del reino de los cielos (Isaías 9.6-7; 2.1-4; Lucas 4.18-19; Apocalipsis 11.15); y que el Redentor había llegado y cumpliría su obra (Mateo 21.1-9; Gálatas 4; Juan 19.30).


 Jesús ya consumó su obra. El reino eterno, la Iglesia, ya se ha establecido, el Rey está reinando, y ha redimido un pueblo celoso de buenas obras que manifiesta la luz divina en este mundo de tinieblas. Jesús el es Príncipe de paz, que montó el burrito para dirigirse a su coronación como Rey del reino de los cielos, humilde por saber que hacía, en todo, la voluntad del Padre. ¡Jesucristo reina!


 Siervo de ustedes en la fe, la esperanza y el amor,


Andrés.

viernes, 1 de septiembre de 2023

Cuando a las personas buenas les pasan cosas malas

"Entonces el Señor le preguntó: «¿Y no has pensado en mi siervo Job? ¿Acaso has visto alguien con una conducta tan intachable como él? ¡No le hace ningún mal a nadie, y es temeroso de Dios!»" Job 1.8

Nos guste o no, las contrariedades, las pérdidas, el dolor y la frustración son parte de nuestra vida. Un pensamiento primitivo constantemente nos conduce a pensar en un universo mecánico, donde si somos "buenas personas" no tendremos ninguna experiencia negativa. 

¿Cuál es la lección implícita en el libro de Job? Que las personas buenas, justas e íntegras también sufren, igual que las personas egoístas, culpables y malvadas. No por causas y efectos mecánicos, sino porque así es la vida. Job "era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal". Job era intachable, y no por ello estaba libre de tribulaciones.

¿Entonces debemos resignarnos a nuestra condición actual como la mejor que puede ser? No, no es así. Deberíamos aceptar las circunstancias tal como se presentan, pero no sin esforzarnos por mejorarlas. Aceptar el bien en la medida en que lo percibimos y trabajar hacia la mejora continua es construir una reserva con la que afrontar lo que viene y aportar lo nuestro con amor y alegría.



viernes, 4 de agosto de 2023

Inclinen su oído, y vengan a mí

"Todos ustedes, los que tienen sed: Vengan a las aguas; y ustedes, los que no tienen dinero, vengan y compren, y coman. Vengan y compren vino y leche, sin que tengan que pagar con dinero." Isaías 55.1

Toda persona que tenga sed de agua espiritual, y hambre de alimento eterno puede tener certeza de su esperanza de hallar la Verdad, ya que el deseo es la vía más segura de acercamiento. "Todos ustedes, los que tienen sed: Vengan a las aguas; y ustedes, los que no tienen dinero, vengan y compren, y coman. Vengan y compren vino y leche, sin que tengan que pagar con dinero".

En el mundo en que vivimos, marcado por el egoísmo, la codicia y la competición, es lícito que nos preguntemos: ¿Cómo compraremos sin dinero? Con el corazón, y la mente, puestos en la promesa divina. Mediante la fe, podemos "comprar" la Verdad (las aguas), el estímulo o entusiasmo del Espíritu (vino), y la sustancia del Espíritu (leche), dirigiendo nuestros pensamientos y acciones hacia ella. Encontraremos así la verdadera satisfacción en la vida.

¿Cuál es el primer paso en la búsqueda de la conciencia espiritual? Oír y hacer caso a la palabra de Dios. "Inclinen su oído, y vengan a mí; escuchen y vivirán". Debemos prestar mucha atención a la manifestación de lo divino en la vida. ¿Cuáles son algunos otros pasos? Buscar a Dios en todos nuestros caminos y practicar la oración. "Busquen al Señor mientras pueda ser hallado; llámenlo mientras se encuentre cerca".




viernes, 7 de julio de 2023

Prisioneros de esperanza

"También tú serás salvada por la sangre de tu pacto, y yo sacaré a tus presos de esa cisterna sin agua. ¡Vuelvan, pues, a la fortaleza, prisioneros de esperanza! En este preciso día yo les hago saber que les devolveré el doble de lo que perdieron." Zacarías 9.11-12



Es natural que nos sintamos angustiados y desesperanzados cuando las circunstancias son adversas. Puede ser que suframos alguna pérdida, o enfermedades. También estamos, a menudo, expuestos a daños o perjuicios. Y, lo reconozcamos o no, la sequía espiritual nos afecta mucho más de lo que podemos percibir.

Es cierto, la vida tiene muchas dificultades. Sin embargo, Dios nos recuerda que no depende de nuestra fuerza, de nuestra inteligencia, y ni siquiera de nuestra piedad. Él mismo quiere restaurarnos, iluminarnos y darnos su salvación abundante. ¿Por qué quedarnos en pozos secos, cuando podemos beber del agua viva?

Dios siempre está presente, su bondad y su verdad son eternas. Pero de nosotras y nosotros depende hacia dónde dirigimos nuestra mirada espiritual. Si miramos hacia la debilidad, la ignorancia y el pecado, estaremos y realmente seremos "presos de esa cisterna sin agua". En cambio, si volvemos nuestro corazón hacia la fortaleza, la verdad y la salvación que vienen del Señor seremos libres o, mejor, "prisioneros de esperanza".

viernes, 23 de junio de 2023

¡El Señor es quien libra al pobre de morir a manos de los malignos!

"Este pobre clamó, y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias. Para defender a los que temen al Señor, su ángel acampa alrededor de ellos." Salmos 34.6-7

"Busqué al Señor, y él me escuchó". Esas palabras son una confesión de fe en la omnipresencia de Dios. No necesitamos lugares especiales, o actitudes estudiadas, para tener comunión con Dios; podemos encontrar inmediatamente lo que buscamos, ya que Dios habita en nosotros.

La fe en Dios nos da confianza en el bien y la verdad divina, y esto nos llena de valentía, intrepidez y paz, y nos libera de las limitaciones que produce miedo. El amor disipa el temor. A medida que crecemos en la conciencia espiritual, nuestro amor al bien y nuestra fe en la verdad se desarrollan y se expanden. Entonces tenemos certeza y confianza (אֱמוּנָה) de nuestra seguridad en Dios.

El "ángel de Yahvé" (מַלְאַךְ יְהוָה) es el pensamiento confiado en Dios, que nos da paz y seguridad, liberándonos de los efectos del pensamiento negativo. Los que "tememos" al Señor no vivimos a la espera de acontecimientos funestos, sino que confiamos en que Él es amor y bondad. Creemos en la naturaleza inmutable y duradera de la Verdad, y es por eso que tenemos a Dios continuamente en mente, y descansamos en la paz que nos da su presencia.



viernes, 16 de junio de 2023

Esfuérzate y sé valiente

"Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas." Josué 1.9

El Señor le prometió a Josué: "Yo estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé", y esa promesa es también para nosotras y nosotros. Yahvé (יהוה‎) se identifica con Josué, y le manifiesta su apoyo y compañerismo. Cuando nos hacemos conscientes de nuestra unidad con el Señor, comprendemos y confiamos en su promesa: "no te dejaré, ni te desampararé".

Un espíritu intrépido, fuerte y valiente resulta de guardar en el corazón y obedecer el mandato "Pon mucho cuidado y actúa de acuerdo con las leyes que te dio mi siervo Moisés. Nunca te apartes de ellas, ni a la derecha ni a la izquierda, y así tendrás éxito en todo lo que emprendas". De un espíritu  valiente nace un estado mental sereno, y podemos vivir una vida llena de coraje, fuerza y poder.



El Libro de la Ley simboliza la comprensión de que hay una Ley Espiritual (תּוֹרָה) fija detrás de cada efecto que se manifiesta en la mente, en el habla o en los actos. Mediante la oración y la meditación, esta ley se revela al corazón. La meditación (indagación en la ley) debe llevarse a cabo en tiempos de luz (día) y en períodos de oscuridad (noche). Quienes siguen la ley y ordenan sus pensamientos, palabras y actos de acuerdo con ella, son siempre prósperos y exitosos. Guiadas y guiados por la palabra divina podemos esforzarnos y ser valientes, sabiendo que el poder del Señor nos sostiene.

viernes, 9 de junio de 2023

Lo que yo quiero es misericordia, y no sacrificio

"¡Vengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente él nos arrebató, pero nos sanará; nos hirió, pero vendará nuestras heridas; Después de dos días nos dará vida, y al tercer día nos resucitará para que vivamos en su presencia. Entonces conoceremos al Señor, y más y más lo iremos conociendo. Vendrá a nuestro encuentro como la luz del alba, como vienen a la tierra las lluvias tempranas y las lluvias tardías. «¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Y qué voy a hacer contigo, Judá? La piedad de ustedes es como una nube matutina; es como el rocío del amanecer, que pronto se desvanece. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas. Los aniquilé con las palabras de mi boca. La sentencia contra ustedes brotó como la luz. Lo que yo quiero es misericordia, y no sacrificio; ¡conocimiento de Dios, más que holocaustos!»" Oseas 6.1-6

De acuerdo al texto, Yahvé (יהוה‎), el Señor, trae tanto el bien como el mal sobre su pueblo. ¿Cómo conciliar al Yahvé iracundo del Antiguo Testamento con el Padre amoroso del Nuevo Testamento? Los profetas y los videntes que escribieron el Antiguo Testamento, que eran parte de un pueblo "necio y duro de corazón", no habían desarrollado el amor y atribuían a Dios características parecidas a las de ellos, tanto buenas como malas. A medida que el pueblo era moldeado por el amor divino, sus profetas también comenzaron a proclamar que Dios es compasivo, misericordioso y amante de la justicia.

Cuando tengamos una fe perfecta, ¿tendremos dos medidas, el bien y el mal, o veremos la perfección absoluta y dejaremos de emitir juicios sobre las cosas transitorias? En la conciencia espiritual pura tendremos la certeza de la perfección divina. En la alegoría de Adán y Eva, Yahvé advierte a la humanidad que no coma del árbol del conocimiento del bien y del mal. Jesús dijo: "Ustedes juzgan según criterios humanos; yo no juzgo a nadie"; y "al que oye mis palabras, y no las obedece, no lo juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo".



Podemos llegar a darnos cuenta del principio de perfección dentro de nosotros, la fuente de nuestro ser en Dios, cuando hayamos cesado de juzgar o censurar a alguien o algo, y hayamos comprendido la verdad de que el Señor desea la bondad espiritual en nosotros en lugar del sacrificio, y una correcta comprensión de él y la buena noticia de su buena voluntad hacia nosotros en lugar de dones efímeros.