“Atiende a ti mismo, es decir: examínate a ti mismo por todas partes.
Ten despiertos los ojos del alma para vigilarte a ti mismo.”
"Atiende a ti mismo; es decir a tu alma.
Adórnala, cuídala, hasta que desaparezca, por tu diligencia, toda suciedad que se la haya pegado del mal."
"Oponte en la lucha a los 'enemigos invisibles' [los propios errores o defectos inherentes].”
“Atiende, pues, a ti mismo, para que atiendas a Dios..."
Basilio de Cesarea, Extracto Homilía III
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