Barro inmundo,
separado de todo, indigno.
Veo mi ser y
desprecio mi limitación amarga.
Gota del oceáno
infinito, soy más de lo que veo.
Y cada gota,
compañera de camino, es infinita.
El vaso de barro
oculta, pero no debilita ni mata
la luz refulgente
que compartimos con Todo.
Yo mismo oculto la
luz y soy alfarero del vaso
que esconde, con
malicia, la chispa divina.
Sin esfuerzo,
silenciosa, la chispa se hace llama
al dejar de
aprisionarla. Es pura gracia, don de amor.
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