"Señor, dígnate escucharme [...] Señor, ten compasión de mí, que a ti clamo a todas horas." Salmos 86.1, 3
Influenciados por una idea de humildad que nada tiene que ver con la Biblia, muchos cristianos opinan que orar por sí mismos es una actitud egoísta, y piensan que deberían orar únicamente por otras personas. Hay quienes llegan incluso a pensar que Dios se encoleriza con quienes se acercan a Él con peticiones personales. Ésta es una idea ridícula, contraria al carácter de Dios y a su voluntad amorosa.
No sólo es correcto, sino que Dios mismo nos invita (en realidad nos manda) a orar constantemente por nosotros mismos. Y no podría ser de otra manera, siendo Dios un Padre bondadoso y providente para todos sus hijos e hijas. Por medio de su palabra, Dios nos invita a creer en Él , confiar en Él, y a amarle de todo corazón. Él nos creó para su gloria, y para que gozáramos de su comunión. Y la oración, la conversación espiritual con el Padre, por medio del Hijo, en la unidad del Espíritu Santo, es la mejor forma de experimentar ese compañerismo íntimo.
No sólo es correcto, sino que Dios mismo nos invita (en realidad nos manda) a orar constantemente por nosotros mismos. Y no podría ser de otra manera, siendo Dios un Padre bondadoso y providente para todos sus hijos e hijas. Por medio de su palabra, Dios nos invita a creer en Él , confiar en Él, y a amarle de todo corazón. Él nos creó para su gloria, y para que gozáramos de su comunión. Y la oración, la conversación espiritual con el Padre, por medio del Hijo, en la unidad del Espíritu Santo, es la mejor forma de experimentar ese compañerismo íntimo.
"Tú eres mi Dios; ¡salva a este siervo tuyo que en ti confía! Señor, alegra el ánimo de este siervo tuyo, pues a ti dirijo mi oración." Salmos 86.2, 4
Cuanto más frecuentemente oremos por nosotros mismos, tanto más profundidad, unción y poder tendrán nuestras plegarias para orar por otras personas también, no por algún efecto mágico, sino por el hecho de la mayor intimidad y comunión con Dios. Orar por nosotros mismos, lejos de ser egoísta, es precisamente lo contrario; es glorificar a Dios y amarle de modo filial, confiándole todas las necesidades y anhelos de nuestro corazón.
Amen. Elevo mis ojos a los montes ...
ResponderEliminarGracias Pastor. ¡Bendiciones!
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