"Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho." Juan 14:26
La presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros nos convence de la omnipresencia de Cristo, de modo que ya no hay lugar en nuestro corazón para un sentimiento de pérdida o dolor personal, siendo de este modo nuestro "ayudador y consolador".
El Espíritu Santo nos reviste de poder para poder enfrentar las crisis y las emergencias con valentía. Al dedicarnos a la tarea de expresar la Verdad, invitamos al Espíritu Santo a que se vuelva activo en nosotros.
La alegría que sentimos cuando, a través de la conciencia naciente del Espíritu Santo en nuestra mente y corazón, nos damos cuenta de que tenemos una parte en el desarrollo y la elevación de la vida común de la humanidad, es nuestro primer anticipo de la vida más grande y universal.