viernes, 30 de diciembre de 2016

Milagros del Año Nuevo


Llegamos al término de un año más, y al comienzo de uno nuevo. Es la época en que hacemos grandes planes, tal vez repitiendo los mismos que en el pasado y que nunca cumplimos. También es la época de los arrepentimientos y las recriminaciones. Pero, ¿qué significa un año en nuestra vida? Un breve paréntesis en el marco de la eternidad, que es nuestra verdadera morada. El hoy y el mañana, el pasado y el futuro son segmentos que creamos nosotros mismos. Esos fragmentos pueden ser una cárcel, o pueden ser el espacio para ofrecer los milagros de la gratitud y del perdón.

"En verdad, mil años, para ti, son como el día de ayer, que pasó. ¡Son como unas cuantas horas de la noche!" Salmos 90.4

Ralph Waldo Emerson escribió: "La marca invariable de la sabiduría es ver lo milagroso en lo cotidiano." Al llegar al término de este año seamos agradecidos, por todo aquello en que triunfamos y recibimos, y por todo aquello en que fracasamos y perdimos. Seamos agradecidos por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Presentemos la humilde ofrenda de este año de nuestras vidas a Dios, el Espíritu que a todos da vida. El trabajo realizado, las cosas que pasaron por nuestras manos, y lo que con ellas pudimos construir. Presentemos a las personas que a lo largo de este año fueron parte de nuestras vidas, las amistades nuevas y los antiguos amores, la gente cercana, y la que está lejos, quienes nos dieron su mano, y quienes tendimos la nuestra. Cada persona con quien compartimos la vida,  el trabajo, el llanto y la risa.

El tiempo de la gratitud es refrescante, maravilloso, luminoso, pero incompleto si nos olvidamos de pedir perdón. Perdón por el tiempo que perdimos, por la ambición desmedida. Perdón por las palabra hirientes y el amor desperdiciado. Perdón por los descuidos y el desinterés en nuestras tareas. Perdón por vivir sin entusiasmo y menospreciar el milagro de estar aquí. Perdón por olvidarnos que somos más, muchos más que lo que pensamos. Por eso, y muchas otras cosas debemos pedir perdón al Espíritu de la vida, a nuestro prójimo y a nosotros mismos.

A las puertas del nuevo año que comienza, tomémonos un momento, y hagamos una pausa, disfrutemos el silencio. No sabemos si presenciaremos los días que están por venir, pero jamás olvidemos que "no importa cuántos días vivamos, sino cuánto vivamos cada día". Vivamos cada día con optimismo y bondad, con gratitud y compasión. Llevemos con nosotros, a todas partes, un corazón lleno de comprensión y paz. No demos oídos a la falsedad, a la calumnia ni a la intolerancia. Cerremos nuestros labios a palabras mentirosas, egoístas, insultantes, malvadas.

"Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría." Salmos 90.12

Seamos conscientes de la Presencia en la que todos nosotros "vivimos, nos movemos y existimos". Seamos receptivos, con todo nuestro ser, a todo lo bueno. Que nuestro espíritu, chispa divina, se llene sólo de bendiciones para derramarlas generosamente, llenos de bondad y de alegría, sobre todas las personas que encontremos en el camino. En el silencio y la quietud, dejemos que el suave murmullo del Espíritu nos transforme, y nos haga capaces de ofrecer los milagros de la gratitud y del perdón, que son las dos caras del milagro de todos los milagros: el Amor.

martes, 27 de diciembre de 2016

Temor

"El temor del Señor es la base del verdadero conocimiento, pero los necios desprecian la sabiduría y la disciplina." Proverbios 1.7

Todos sabemos por experiencia, más o menos directa, que el miedo es altamente dañino y el mayor enemigo que podamos tener. El miedo paraliza, separa, enferma... Sea un leve temor o un profundo terror, el miedo jamás es bueno. Por eso, quedamos desconcertados frente a la afirmación de que "el temor del Señor es la base del verdadero conocimiento"

¿Cómo conciliamos, entonces, la declaración bíblica con la experiencia? La respuesta es que, en las Escrituras, el "temor del Señor" significa reverencia, no miedo; sobrecogimiento ante el misterio, no terror ante el peligro. ¿Cómo reverenciamos a Dios? Viendo su presencia en todo lugar, en todo tiempo y en cualquier circunstancia; negándonos a reconocer cualquier cosa fuera de él, y viviendo radicalmente el amor de Cristo.

"Sométete a Dios y tendrás paz, entonces te irá bien." Job 22.21



La adoración es la manifestación concreta de la fe, de la confianza. En lo que confiamos, eso adoramos. ¿En qué confiamos más, en Dios o en el miedo? ¿Qué es lo que adoramos? El poeta y místico Angelus Silesius escribió: "Temer a Dios es muy bueno, pero mejor es amar: aún mejor, elevarse a Él por encima del amor." En eso radica la prueba de nuestra fe.

El lugar en donde estamos, los problemas que enfrentamos, o las circunstancias que nos tocan vivir no son lo que importa, sino el temor y la aprehensión inconscientes que provocan. Si observamos con cuidado, la mayoría de las veces no tenemos nada más que temer que el mismo temor. Podemos hacer frente a cualquier condición si somos capaces de librarnos del miedo. La práctica de la Presencia de Dios, el acogimiento de su infinito amor, nos libra del temor.

"En el amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios." 1 Juan 4.18

viernes, 23 de diciembre de 2016

Un cuento de Navidad

Cuando era un niñito (sí, ¡yo también fui niño!) para mí no existía Papá Noel, ni Santa Claus, ni el viejito pascuero, ni como sea que le llamen; Papá Noel entró en escena cuando me contaron un cuento, y el cuento resultó encantador. Un dulce viejito que vive rodeado de duendes en el Polo Norte y fabrica juguetes todo el año para regalarlos a los niños buenos en Navidad, ¿puede haber fábula más tierna?

Pero uno no siempre es niño. Al crecer empecé a poner en duda la existencia de aquel viejito gordo que bajaba secretamente por las chimeneas. Hasta que, finalmente, mi inquisidora inteligencia descubrió la innegable verdad de que no había ningún Papá Noel... era una burda mentira para engañar a los niños inocentes y convencerlos a portarse bien. Con mi adolescencia a flor de piel, me entretuve "iluminando" a mis infantiles y primitivas hermanitas, abriéndoles los ojos sobre esa fantasía de Papá Noel, y gozando con el sádico placer de destrozar sus ilusiones. 

La adolescencia tampoco dura eternamente (o al menos así debería ser), e indefectiblemente llegué a la adultez (el documento de identidad lo confirmaba), y empecé a comprender que Papá Noel es también un símbolo, una canción, una figura que aglutina alegrías, esperanzas y juegos, y lo acepté con una sonrisa. 

Ahora soy papá, y en la sonrisa esperanzada de mis niñitos puedo ver que Papá Noel es una verdad más verdadera que la verdad de los sentidos, es la verdad de que los seres humanos necesitamos ver más allá de nuestro cotidiano, no con la inquisitorial crítica del adolescente, sino con la estética mirada de un abuelito simpático.

martes, 20 de diciembre de 2016

Salvación

"Tú, Señor, eres quien salva; ¡bendice, pues, a tu pueblo!" Salmos 3.8

En la Biblia encontramos la palabra salvación repetida, al menos, unas ciento veinte veces. En el pasado esta palabra era esencial en el vocabulario cristiano, pero las generaciones recientes la han ido dejando en desuso. Aunque para la sensibilidad moderna la palabra salvación suene algo incómoda, permanece el hecho de que es uno de los ejes fundamentales de las Escrituras.

La palabra que en nuestras Biblias se traduce salvación también significa, y es traducida, salud, sanación y liberación. La voluntad de Dios para toda la humanidad, y para cada uno de nosotros, es "que todos se salven y lleguen a conocer la verdad." Recibimos la salvación, mediante la fe, buscando a Dios, y dejándolo trabajar en nuestras vidas.

"Yo, con voz de gratitud, te ofreceré sacrificios; cumpliré las promesas que te hice. ¡Sólo tú, Señor, puedes salvar!" Jonás 2.9

La salvación es obra de Dios, viene a nosotros sin esfuerzo, por pura gracia; pero, para la mayoría de nosotros, dudosos del amor incondicional del Padre, la salvación viene acompañada con cierta medida de "temor y temblor". La salvación que Dios da no tiene límites, pero nuestra incredulidad muchas veces nos impide ver la plenitud del amor que él derrama sobre sus criaturas. Las afirmaciones bíblicas sobre la salvación siempre se complementan con la seguridad y confianza como fruto de la misma:

"El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida, ¿a quién habré de temer?" Salmos 27.1

viernes, 16 de diciembre de 2016

Juicio

"Éste es el momento en que el mundo va a ser juzgado, y ahora será expulsado el que manda en este mundo." Juan 12.31

En las Escrituras, la palabra juicio significa primeramente discernir entre la verdad o la falsedad de nuestras percepciones. Esto es algo que hacemos, consciente o inconscientemente, todo el tiempo, y nuestra mayor o menor capacidad de juzgar rectamente determina el carácter de nuestras vidas. Percibir desde el mal es juzgar de forma injusta, y acarrea propio su castigo. Renunciar a la percepción del mal y afirmar el bien es juzgar con rectitud y trae consigo el galardón armonía y paz interior.

"No juzguen ustedes por las apariencias. Cuando juzguen, háganlo con rectitud." Juan 7.24


El juicio es un proceso continuo y diario, no es una gran prueba que va a tener lugar en el final de los tiempos. Cuando Jesús dijo: "No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes" (Mateo 7.1), él quiso decir que condenar a nuestros semejantes en vez de percibir en ellos la presencia divina, es terriblemente arriesgado, porque las apariencias que percibimos en el prójimo las percibimos como reales para nosotros, y todo aquello que percibimos como real lo experimentamos en nuestras vidas.

"¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no te alabará? Pues solamente tú eres santo; todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios han sido manifestados." Apocalisis 15.4

martes, 13 de diciembre de 2016

Éxodo

Así como el Génesis es el libro de los orígenes, el Éxodo es el libro de la redención. La liberación de los hebreos del yugo de la esclavitud en Egipto, además de un dato histórico, es una alegoría del camino de la liberación espiritual.


La dura servidumbre de la esclavitud en Egipto representa la opresión que los "deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida nos imponen diariamente. Faraón, por su parte, representa nuestra mente carnal que, cegada por el materialismo, niega a Dios y su poder.

"No tengan miedo. Manténganse firmes y fíjense en lo que el Señor va a hacer hoy para salvarlos, porque nunca más volverán a ver a los egipcios que hoy ven." Éxodo 14.13

El Éxodo (en griego significa "salida"), fuera de presentar la historia de una gesta libertadora, presenta la transformación de un pueblo por medio de la directa intervención de Dios. La liberación es simbolizada por la sangre del cordero pascual y por el poder soberano del Señor demostrado en el cruce del mar. El camino del desierto simboliza la purificación necesaria, el despojarse de la mentalidad de esclavos para vivir como hijos e hijas de Dios.

La alianza del Sinaí, buena y necesaria en su lugar, significa el intento de poner orden a las cosas desde el exterior, lo cual es mucho mejor que la anarquía; pero quien está en el sendero espiritual debe pasar más allá de esto, a Canaán, que representa el ordenamiento de las cosas desde el interior por la Práctica de la Presencia de Dios. Esta es la Tierra Prometida en la cual "fluyen leche y miel".

El no depender de la gracia conduce a la transgresión y al castigo. Sin embargo Dios no retira su gracia ni su amor, y le proporciona al pueblo el Tabernáculo, el Sacerdocio y los Sacrificios, por medio de los cuales las tribus liberadas podían adorar al Redentor y gozar de la comunión íntima de su presencia.

"La nube cubrió la tienda del encuentro y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la tienda del encuentro porque la nube se había asentado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se levantaba de encima del santuario, los israelitas levantaban su campamento y seguían su camino, pero si no se levantaba la nube, tampoco ellos levantaban su campamento, sino que esperaban hasta que la nube se levantaba. A lo largo de todo el viaje de los israelitas, y a la vista de todos ellos, la nube del Señor estaba sobre el santuario durante el día, y durante la noche había un fuego sobre él." Éxodo 40.34-38

jueves, 8 de diciembre de 2016

Arrepentimiento

"La tristeza según la voluntad de Dios conduce a una conversión que da por resultado la salvación, y no hay nada que lamentar. Pero la tristeza del mundo produce la muerte." 2 Corintios 7.10

La palabra griega que se traduce "arrepentimiento" o "conversión" en nuestras Biblias es "metanoia" que significa, literalmente, "más allá del pensamiento" o "transformación espiritual". Arrepentirnos significa cambiar nuestro pensamiento y actitud con respeto a algo. Cuando nos damos cuenta que algo que pensamos, dijimos o hicimos, o todo el curso de nuestra vida ha estado equivocado, y sinceramente decidimos cambiar, significa que nos hemos arrepentido. Según el testimonio de la Escritura, el verdadero arrepentimiento es una condición fundamental para el perdón de los pecados y el progreso espiritual. Jesús dijo: "...si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán..." (Lucas 13.3)

Arrepentirse no significa lamentarse por errores pasados, y sus consecuencias en nosotros, sino reconocer el error y elegir otro camino. Lamentarse por los errores del pasado es solamente remordimiento, y el remordimiento es pecado porque es negarse a aceptar la gracia y el perdón de Dios.


Juan el Bautista dijo: "¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!" (Mateo 3.2) Esto significa que debemos cambiar nuestra mentalidad, nuestra manera de ver las cosas, y reconocer la Presencia de Dios aquí y ahora, en el lugar donde estamos.

martes, 6 de diciembre de 2016

Génesis

La palabra "génesis",  transliterada del griego, significa origen o comienzo, y ese es el tema dominante del primer libro de la Biblia. El Génesis comienza con un relato genérico de cómo todas las cosas vinieron a la existencia, por el poder de la palabra divina. Continúa con la historia de Adán y Eva, y de cómo la humanidad, de forma arquetípica, es causa de toda condición que manifiesta en su vida. Los relatos sobre Caín y Abel; Noé y el diluvio; la Torre de Babel; la historia de Abraham y su familia; la saga de José y sus hermanos; todas muestran diferentes aspectos de Dios, el ser humano y el universo y sus mutuas relaciones. El libro del Génesis es en parte histórico y en parte alegórico. A menos que percibamos las lecciones espirituales detrás de la historia concreta, nos perderemos el profundo mensaje que la Biblia tiene para nosotros.

"Miren, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Lo pasado quedará olvidado, nadie se volverá a acordar de ello." Isaías 65.17

La creación, con toda su belleza y majestad, nos revela claramente la existencia y el poder de Dios, pero esa evidencia no pasa de algo externo. Para los que deseamos experimentar una profunda y personal comunión con el Señor, nos es necesario ir más allá de esto, y entrar en "la santa ciudad, la nueva Jerusalén" que desciende del cielo, la cual no es otra cosa que la Presencia de Dios.

"Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y también el mar. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una novia vestida para su prometido." Apocalipsis 21.1-2

El libro del Génesis expresa en un lenguaje poético y sencillo todos los matices de la creación, el resto de la Biblia despliega el propósito de Dios: la creación de "nuevos cielos y nueva tierra". El propósito de Dios es habitar en comunión con su creación transfigurada por la gloria de su Presencia, y con las imágenes de la creación actual contenidas en el Génesis podemos, por analogía, vislumbrar el gozo que produce la Práctica de la Presencia de Dios.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Vida

Hay varias palabras, en hebreo y griego, que en nuestras Biblias han sido traducidas por la palabra española "vida". En las Escrituras se usa frecuentemente la palabra vida, siempre enfatizando de que ésta es la mayor de todos los dones y bendiciones de Dios.

  • "Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente." Génesis 2.7
  • "La saciaré de larga vida." Salmos 91.16
  • "Me mostrarás el camino de la vida." Salmos 16.11
  • "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él fluye la vida." Proverbio 4.23
  • "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida?" Mateo 16.26
  • "En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad." Juan 1.4
  • "Después me dijo: Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré a beber del manantial del agua de la vida, sin que le cueste nada." Apocalipsis 21.6


Jesús, exhortando y confortando a sus discípulos, dijo que él había venido para que tuviésemos vida, una vida en "abundancia"El Maestro también afirmó que sus seguidoras y seguidores no andarían en tinieblas, sino tendrían la "luz de la vida". Y la promesa divina, así como la gran esperanza de la humanidad, es la vida eterna.


Ahora bien, ¿qué significa vida en la Biblia? Todos hemos experimentado alguna vez sentirnos en paz, útiles, saludable, alegres, libres de temores o dudas, ¡Eso es vida! En otros momentos, en que nos sentíamos turbados, inútiles, enfermos e indignos, no teníamos vida en el sentido de las Escrituras. Entonces, cuando la Biblia nos promete una vida larga y plena bajo ciertas condiciones, lo que nos está prometiendo es un largo período de alegría y libertad; cuando promete vida eterna, promete el goce de estas bendiciones para siempre, bajo la condición que nosotros obedezcamos la voluntad de Dios, buscando conocerlo más  y mejor, y poniéndolo primero en nuestras vidas.

"Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste." Juan 17.3