martes, 30 de diciembre de 2014

Resoluciones de Año Nuevo

Al llegar estas fechas es normal sensibilizarnos, hacer un balance del año que llega a su fin, y tomar resoluciones prospectivas para la consecusión de los propósitos que nos planteamos de cara al año que se avecina. Se formulan planes para todo, con la total confianza de que el simple progreso cronológico sea factor suficiente para que todo cambie y sea mejor.

Actuamos, generalmente, como si fuésemos dueños del futuro. Sin embargo. a poco de empezar ese año lleno de promesas, la mayoría de nosotros comienza a ver lo difícil que se hace mantener resoluciones que tomamos sin tener en cuenta que el futuro aún no está aquí. Tristemente, al llegar, el futuro promisor va acumulándose como parte del pasado decepcionante.

"Escúchenme, ustedes, los que dicen: «Hoy o mañana iremos a la ciudad; allí nos quedaremos todo un año, y haremos buenos negocios y ganaremos mucho dinero.» ¿Cómo pueden hablar así, cuando ni siquiera saben lo que les va a suceder mañana? Su vida es como la niebla: aparece por un poco de tiempo, y luego desaparece. Más bien, deberían decir: «Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello.» Sin embargo, a ustedes les gusta hablar con orgullo, como si fueran dueños del futuro, y eso es muy malo." Santiago 4.13-16

No está nada mal recordar el camino recorrido, contabilizar las experiencias y capitalizar lo obtenido. También es bueno proyectar metas, hacer planes y mirar hacia el futuro con confianza. No obstante, si queremos vivir plenamente, nunca debemos olvidar que el único tiempo real es ahora.

"Hagamos fiesta en este día, porque en un día como éste Dios actuó en nuestro favor." Salmos 118.24

Vivamos cada día como si fuera el único. Tomemos cada mínimo instante como un tesoro invaluable y precioso. Ahora es el tiempo, ahora es el momento. No hagamos resoluciones fantasiosas que hipotequen nuestro futuro y auguren inevitables decepciones, sino adoptemos una actitud alegre ante la vida como es. Si cada minuto es vivido plenamente, podemos estar seguros de emprender un nuevo año con optimismo, valor y alegría.
 

sábado, 27 de diciembre de 2014

Paz perfecta y duradera

Dios hará vivir en paz a quienes le son fieles y confían en él.” Isaías 26.3

La agitación y la intranquilidad parecen ser la moneda corriente de nuestra vida moderna. El ritmo cotidiano, el tránsito caótico, y la inseguridad reinante son capaces de hundirnos en un remolino extenuante.

Pero hay una paz que el mundo no conoce. Una paz perfecta y duradera. La paz que solamente Dios puede dar, y efectivamente da, a sus hijos, los que por la fe reciben el don de su gracia en Cristo Jesús.

La paz que Dios da es perfecta. Incluye el bienestar y la tranquilidad física, emocional y espiritual. Se disfruta individual y comunitariamente. A decir verdad, no existe verdadera paz si ésta no es compartida. La paz que Dios da se enraíza en la justicia. Es una bendición para su pueblo (Salmos 29.11) y es dada en, y por, Cristo (Juan 14.27).

Para recibir y gozar la paz del Señor, debemos mantenernos firmes junto a Él. Firmeza no significa, como algunos pueden pensar, “dureza”. La integridad es indispensable para gozar de la paz que Dios da. Un carácter fluctuante, inconstante y falto de autenticidad no es capaz de anhelar ni recibir la justicia de Dios que produce la paz. Dios exalta la lealtad (Salmos 101.6) y promete la corona de la vida para los fieles (Apocalipsis 2.10)

Los esfuerzos humanos poco, por no decir nada, pueden hacer para alcanzar la verdadera paz. Esa paz es de naturaleza divina, eterna e inalterable. La fe es el medio, el camino correcto, para alcanzar esa paz que sólo Dios puede dar y el mundo no puede de ningún modo conocer. La paz es afirmarnos en la Roca del Señor (Isaías 28.16) y esa Roca es Cristo (1Pedro 2.6).

Haciendo eco de las palabras del salmista: “busca la paz, y síguela”. Es necesario que, como hijos e hijas de Dios, busquemos la paz y la sigamos. Para alcanzar esa maravillosa paz que Dios nos ofrece, debemos desearla con todo nuestro ser, que afirmemos nuestro carácter en la integridad del carácter del Señor y que confiemos en que sólo su paz puede satisfacer el anhelo de nuestros corazones. ¡Shalom!

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Alegría, esperanza y reconciliación

"Si Cristo naciere mil veces en Belén, y no en ti, seguirás perdido eternamente." - Johannes Angelus Silesius


La época navideña, independientemente de las creencias religiosas que profesemos o la falta de ellas, es una temporada que propicia la alegría, la esperanza y la reconciliación. Y eso es, en esencia, lo que debería caracterizar toda auténtica experiencia espiritual.

"No tengan miedo. Les traigo una buena noticia que los dejará muy contentos: ¡Su Salvador acaba de nacer en Belén! ¡Es el Mesías, el Señor!" Lucas 2.10, 11

Cada día que pasa pareciera que las malas noticias aumentan en número y gravedad. ¡Cuánta falta le hace a nuestro mundo una verdadera buena noticia! El evangelio cristiano propone una magnífica buena nueva, pero no revestida de pompa ni espectacularidad, sino presente en la inocencia de un tierno niño, nacido en la pobreza, en una minúscula villa de una provincia olvidada. El milagro de la navidad es ese, percibir en lo pequeño la magnificencia de la vida.

No hay necesidad de buscar lo divino en una dimensión etérea y ajena a la vida cotidiana. La navidad nos recuerda que encontramos la presencia de Dios en cada rincón de nuestro mundo y en todo momento, basta mirar sensiblemente a niños y niñas, las montañas y los valles, las noches estrelladas. La alegría de sabernos vivos en la corriente de la vida de todo, la esperanza de aportar nuestro granito de arena a una mejor convivencia entre nosotros todos, y la reconciliación con Dios, con las personas y con el mundo que habitamos, en una fiesta que se hace para la humanidad.

"Aquí es donde Dios vive con su pueblo. Dios vivirá con ellos, y ellos serán suyos para siempre. En efecto, Dios mismo será su único Dios." Apocalipsis 21.3

domingo, 21 de diciembre de 2014

El Rey del universo




Dios es dueño de toda la tierra
y de todo lo que hay en ella;
también es dueño del mundo
y de todos sus habitantes.
Dios afirmó la tierra
sobre el agua de los mares;
Dios afirmó este mundo
sobre el agua de los ríos.

Sólo puede subir al monte de Dios
y entrar en su santo templo
el que siempre hace lo bueno
y jamás piensa hacer lo malo;
el que no adora a dioses falsos
ni hace juramentos en su nombre.
Al que es así,
Dios lo llena de bendiciones;
¡Dios, su Salvador, le da la victoria!

Dios de Israel,
así son todos los que te buscan;
así son los que a ti acuden.

«¡Abran los portones de Jerusalén!
¡Dejen abiertas sus antiguas entradas!
¡Está pasando el Rey poderoso!»

«¿Y quién es este Rey poderoso?»

«¡Es el Dios de Israel;
Dios fuerte y valiente!
¡Es nuestro Dios,
el valiente guerrero!»

«¡Abran los portones de Jerusalén!
¡Dejen abiertas sus antiguas entradas!
¡Está pasando el Rey poderoso!»

«¿Y quién es este Rey poderoso?»

«¡Es el Dios de Israel,
el Rey poderoso!
¡Él es el Dios del universo!»

- Salmos 24 (TLA)

jueves, 18 de diciembre de 2014

Para servir



Yo, el Hijo del hombre, soy así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para liberar a la gente que es esclava del pecado, y para lograrlo pagaré con mi vida.” Marcos 10.45



El servicio exige despojarse del orgullo, no se puede servir siendo altivo. Jesús, el Hijo unigénito de Dios, dijo a sus discípulos que Él no había venido para ser servido, sino para servir. En todas sus palabras, en todos sus gestos, en todas sus obras y señales, Jesús se presentó como el que sirve, manso y humilde, siempre dispuesto a la entrega compasiva y generosa.



Cada vez más los valores de la sociedad de consumo ganan espacio y prioridad en los corazones de los hombres y mujeres, aun de aquellos que se identifican a sí mismos como discípulos de Jesucristo. Impera la soberbia, el consumismo, la auto gratificación y el desprecio por los menos favorecidos. Muchos llegan a identificar, con fervor idolátrico, los valores de la economía de mercado con la voluntad de Dios. El servicio humilde y abnegado parece ser repulsivo para muchísimos “cristianos” de nuestra época.



Los seguidores de Jesús, sus discípulos y discípulas, de ningún modo somos mayores que nuestro Maestro. Dios quiere un pueblo nuevo, formado de personas renovadas por su amor y compasión. Los auténticos discípulos de Jesucristo inician su camino negándose a sí mismos (despojándose del egoísmo), tomando su propia cruz (muriendo a la propia voluntad, para hacer la voluntad de Dios) y siguiendo a Jesús (en forma viva y creativa).



“Tengan la misma manera de pensar que tuvo Jesucristo: Aunque Cristo siempre fue igual a Dios, no insistió en esa igualdad. Al contrario, renunció a esa igualdad, y se hizo igual a nosotros, haciéndose esclavo de todos. Como hombre, se humilló a sí mismo y obedeció a Dios hasta la muerte: ¡murió clavado en una cruz!” Filipenses 2.5-8

domingo, 14 de diciembre de 2014

Dios es amor

La gran mayoría de las personas concibe a Dios como un Padre amoroso y compasivo, pero Dios no es solamente amoroso, sino que Él es el amor en sí mismo, la naturaleza divina es puro amor. No hay ninguna circunstancia que permanezca impasible ante el amor. La Biblia dice: "Dios es amor. Cualquiera que ama a sus hermanos está íntimamente unido a Dios." 1 Juan 4.16
 
Allí donde hay miedo, no puede haber amor, y viceversa. El mejor modo de librarnos del miedo es abrirnos al amor divino. Reconocer y aceptar plenamente que Dios es amor es el remedio infalible contra el miedo. El amor divino no falta ni falla jamás. No obstante, es indispensable percibir que el amor divino no actúa desde afuera,  sino que irradia de la intimidad de nuestro propio corazón.

"Si se aman de verdad, entonces todos sabrán que ustedes son mis seguidores." Juan 13.35 

Cuando nuestras oraciones y nuestra vida espiritual no tienen vitalidad ni profundidad es, casi con certeza, porque está faltando en algún sentido la manifestación del amor divino. Practiquemos el amor sin cesar, no anidemos en nuestro interior ningún pensamiento, palabra o acción que sea contrario al amor de Dios, y veremos manifestarse la paz y la bendición en nuestras vidas.
 

viernes, 12 de diciembre de 2014

Dios esencial

Todos, en algún momento, nos hemos preguntado seriamente sobre quién y cómo es Dios. Teólogos y filósofos de todas las épocas han formulado las más variadas respuestas a las interrogantes sobre ¿cómo pensamos acerca de Dios? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cómo es su carácter?, ¿Dónde está? ¿Podemos nosotros tener contacto con Él y, de ser así, cómo?


La idea más importante a tener en cuenta, y que no debemos perder de vista, es que Dios no es un hombre magnificado. Intelectualmente, la mayor parte de la humanidad se ríe, por considerar pueril, de la idea de una divinidad antropomórfica, pero basta observar las ideas y el lenguaje sobre Dios para darnos cuenta de cuán profundamente esta concepción está arraigada en la mente humana.


La Biblia dice que Dios es espíritu y que aquellos que lo adoran, deben "adorarlo en espíritu y en verdad"... Adorarlo en espíritu significa elevarnos hacia una comprensión espiritual de su Naturaleza. Intentar definir a Dios con nuestros pensamientos y palabras equivaldría a reducirlo a la categoría de un ídolo mental




Meister Eckhart escribió: «El hombre no debe tener un Dios pensado ni contentarse con Él… Uno debe tener más bien un Dios esencial que se halla muy por encima de los pensamientos de los hombres y de todas las criaturas.» Pero nosotros podemos obtener un excelente conocimiento básico acerca de Dios, considerando diferentes aspectos de Su naturaleza y de su acción, sin por eso identificarlos con la esencia divina.


"Por medio de lo que Dios ha creado, todos podemos conocerlo, y también podemos ver su poder. Así que esa gente no tiene excusa." Romanos 1:20

martes, 9 de diciembre de 2014

Paz en las relaciones comunitarias

Ámense unos a otros como hermanos, y respétense siempre. Romanos 12.10


El mensaje que recibimos constantemente, por diversos medios, es que no existe nadie más importante que nosotros mismos.  La palabras más oída en cualquier idiomas es: “yo, yo, yo”… La inclinación al egoísmo y la crítica generan la mayor parte de los conflictos entre las personas, las familias y las naciones.

Dios nos invita a confiar en Él en todos los momentos y en todas las circunstancias, y a seguirlo en el camino de la paz. Ese camino va en la contramano de la senda que el mundo sigue y considera normal. Pero la meta del camino de Dios es Dios mismo, y su fruto es paz con Él, con nosotros mismos y con todos los que nos rodean.

La humanidad toda es, en esencia, una misma y única familia. No se trata de una postura filosófica, o de un discurso meloso para agradar. Es la plena verdad, derivada de la obra de Dios en la Creación. Dios verdaderamente es el creador de todos nosotros, podemos aceptarlo o rechazarlo, pero el hecho no cambia. Partiendo de ese hecho fundamental, nuestra perspectiva hacia el prójimo debería ser moldeada por el amor de Dios.

Podemos afirmar, con la Escritura, que el amor es el vínculo perfecto. Infelizmente, nuestra cultura desconoce el verdadero amor, y los torpes sustitutos que se ofrecen en su lugar no pueden nunca saciar el anhelo del corazón humano, solamente Dios puede infundirnos el verdadero amor, porque Dios es amor.  El amor auténtico se entrega a todos, libremente, sin importar el sacrificio, ni las consecuencias, es naturalmente arriesgado. El amor auténtico no tiene medida, se da.

A fin de cuentas, las buenas relaciones se resumen en el mandamiento del Señor: “Amar al prójimo como a sí mismo.” Pero, ¿qué significa eso? Significa pensar bien de los hermanos y las hermanas, y también de aquellos que no lo son. Significa expresarnos con buenas palabras hacia ellos y sobre ellos. Significa realizar buenas acciones para con todos.

Pablo les dijo a los atenienses que “de un solo hombre, Dios hizo a toda la humanidad”, eso quiere decir que sólo existe una familia, un único linaje humano. Dios es, muy verdaderamente, el hacedor de todos y cada uno de nosotros. Por creación, nosotros todos somos hermanos y hermanas. En esa verdad, en vivirla, podemos encontrar el más grande amor, la raíz de la paz.

Aléjense del mal y hagan lo bueno, y procuren vivir siempre en paz. Salmos 34.14

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Paz para todos y todas

"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios." Mateo 5.9 

Disfrutar de la paz que Dios nos da es maravilloso. La paz de Dios es justicia, alegría, salud y armonía. ¡Qué fuente inagotable de regocijo!

Pero Dios no desea que guardemos su paz en un rincón de nuestras vidas, sino que la extendamos hasta los confines de la tierra, para que su carácter de amor y bondad sea conocido por todos al ver la vida y la actividad de sus hijos e hijas.

Es común que nos sintamos apabullados por la expresión "trabajar por la paz", suena inalcanzable, utópico, titánico y lejos del alcance de nuestra limitada humanidad. Pero no es así, ser transformados en pacificadores y pacificadoras es una obra de la gracia de Dios. Significa principalmente vivir en paz. Es pensar, hablar y actuar pacíficamente para con todos y todas.

La paz del Señor nos hace felices. Solamente en su paz encontramos la paz... Sobre todo porque ese es el propósito de Dios. Pero también porque nos trae alegría, serenidad y confianza, que nos llenan el corazón y rebosan en el compartir.

Cuando trabajamos por la paz, Dios nos llama sus hijos e hijas. Él se identifica con los que contruyen la paz. El Señor bendice nuestro testimonio de paz y nuestra tarea de pacificadores. Y, en su amor de Padre, se alegra con nosotros.

Dios creó este mundo, y nos creó a nosotros todos y todas, para que su gloria se manifestase en plenitud. Esa plenitud es lo que expresa la palabra hebrea Shalom, paz.

El propósito del Señor continúa siendo el mismo, por eso Él quiere que nosotros, sus hijos e hijas, vivamos y proclamemos su paz a todo el universo.

"Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela." Salmos 34.14
   

lunes, 1 de diciembre de 2014

Aliviar la carga

Nuestra vida cotidiana es cada día más exigente y acelerada. Pareciera que, aun en los momentos de realtivo ocio, estamos cargados de actividades, preocupaciones y problemas; el tiempo y las fuerzas parecen no alcanzar.

 
Es en el poder interno, la fuente divina que todos llevamos dentro, que podemos encontrar alivio. Cuando hayamos accedido conscientemente a él y le hayamos permitido tomar nuestras cargas, gozaremos de plenitud y libertad. 

Cansancio, agresivividad, confusión, enfermedad y depresión se originan porque intentamos llevar demasiadas cargas, el peso es demasiado grande, ypuede llegar a aplastarnos. El Niño interior, nuestra chispa divina, es fuerte lo suficiente para aliviar nuestras cargas para curar nuestro cuerpo, borrar nuestros errores. 

"Mi amigo, te aconsejo que pongas en manos de Dios todo lo que te preocupa." Salmos 52.22
 
El Amoroso Padre celestial, que mora en lo más íntimo de nosotros mismos, siempre presente y Todopoderoso, el más Sabio, asume con alegría todas nuestras dificultades y cargas de principio a fin. En el amor divino encontramos el descanso y el alivio.