viernes, 30 de septiembre de 2016

Piedra angular


Bajo las columnas de blanco mármol
y las luminosas obras de arte
se oculta, misteriosa, la piedra angular;
invisible, discreta y callada.

Este templo es de piedras vivas,
el Espíritu lo edifica con amor.
Dentro, los ángeles se maravillan
y cantan melodías gloriosas.

En su magnificencia adoran
todas las naciones del mundo.

Gloria, paz y bendición hay aquí.

martes, 27 de septiembre de 2016

El quinto Mandamiento

"Respeta a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida sobre la tierra que Yavé, tu Dios, te da." Éxodo 20.12

El respeto y la honra a nuestros padres, por el sencillo hecho de ser ellos nuestros padres, es únicamente el marco exterior del significado de este precepto. De modo mucho más profundo, el mandamiento nos dirige a Dios, quien es "el Padre de los espíritus" (Hebreos 12.9). 


El Universo entero es una danza constante, un delicado equilibrio entre polaridades. Al decir “respeta a tu padre y a tu madre”, este mandamiento nos remite a los dos polos, el masculino y el femenino; el día y la noche; lo positivo y lo negativo; la actividad y la pasividad. Cuando olvidamos que la vida es un movimiento permanente, aparecen el dolor y la decepción.

"Hijos, obedezcan a sus padres, pues esto es un deber: Honra a tu padre y a tu madre. Es, además, el primer mandamiento que va acompañado de una promesa: para que seas feliz y goces de larga vida en la tierra." Efesios 6.1-3 

En las Escrituras el padre representa el conocimiento y la madre simboliza las emociones y sentimientos. Todos nosotros tenemos un lado o el otro más desarrollado, raras veces manifestamos un balance perfectamente equilibrado. Si deseamos progresar, debemos honrar a nuestro padre y nuestra madre, aceptar lo positivo y lo negativo, y descansar en la tierra bendita de la presencia divina.

sábado, 24 de septiembre de 2016

El cuarto Mandamiento

"Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor. Trabaja seis días y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el séptimo día es de reposo consagrado al Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo en ese día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que viva contigo. Porque el Señor hizo en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró día sagrado." Éxodo 20.8-11

Debemos tener presente que este precepto fue dado a un pueblo que acababa de salir de la esclavitud. Apartar un día de la semana para que todo el pueblo, los extranjeros y hasta los animales cesasen todas sus actividades y dedicasen ese día a descansar en Dios, era realmente algo revolucionario. La fe y la devoción espiritual no nacen de la observancia de reglas, pero éstas pueden ayudar.

Tomás de Kempis escribió: "Si ponemos todo el progreso religioso en puras observancias exteriores, pronto se nos acabará la piedad." Así como los demás mandamientos del decálogo, éste también es una instrucción para buscar la Presencia de Dios en todo lugar y en todo tiempo. Nuestra forma de ver las cosas puede producir escasez, pero en Dios hay abundancia infinita; nuestros afanes nos fatigan, pero en Dios hay reposo y plenitud.

El precepto del día de reposo tiene un significado más profundo que el simple descanso físico. Si cada día podemos reconocer la Presencia divina, no solamente en los momentos de oración, sino también en todos los asuntos, entonces gozaremos del reposo en el seno de Dios, porque para cada día será un día sagrado.

"Por eso, Dios ha vuelto a señalar un día, un nuevo «hoy», y lo ha hecho hablándonos por medio de lo que, mucho tiempo después, David dijo en la Escritura ya mencionada: «Si hoy escuchan ustedes lo que Dios dice, no endurezcan su corazón.»" Hebreos 4.7

Dios está presente en todas partes, en todo tiempo y en todas las circunstancias. Si entendemos la enseñanza de Jesús y la ponemos en práctica, siempre será para nosotros un día de reposo santificado para Dios, y el lugar estemos será terreno sagrado y altar de la gloriosa Presencia.

jueves, 22 de septiembre de 2016

El tercer Mandamiento

"No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues él no dejará sin castigo al que use mal su nombre." Éxodo 20.7

Esta es una ley fundamental de la vida espiritual, y realmente significa que no debemos hacer mal uso del nombre de Dios. El tomar en vano y a la ligera el nombre divino jamás quedará sin consecuencias. Lamentablemente, de forma constante tomamos el nombre del Señor en vano cada vez que intentamos vanamente imponernos, en lugar de aceptar la voluntad divina. 

El nombre de Dios representa nuestro entendimiento respecto de su naturaleza y su voluntad. La idea que nos formamos acerca de Dios determina toda nuestra vida: si creemos que Dios es bueno, amoroso, compasivo, y generoso, esos atributos se manifestarán en nuestra existencia. Si, en cambio, creemos que Dios es poderoso pero no bondadoso, o si creemos en un Dios que posee sabiduría infinita, pero no es misericordioso, entonces así se manifestará nuestra experiencia de Dios.

Difícilmente se hallará a alguien que ose decir que Dios no es bueno, pero cuando la gente afirma que es Dios quien envía
enfermedad, sufrimiento y problemas cumpliendo algún propósito oculto de su voluntad, realmente están afirmando que Dios que no es bueno. La idea que nos formamos de Dios no puede ser en vano. De acuerdo a nuestra creencia, se manifestará en nuestra vida. Cuando queremos encerrar a Dios en nuestros conceptos, nuestros prejuicios o nuestros intereses, en verdad no lo estamos limitando a Él, sino a nuestra experiencia.

"Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre." Mateo 6.9

martes, 20 de septiembre de 2016

El segundo Mandamiento


"No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso. Yo pido cuentas a hijos, nietos y biznietos por la maldad de sus padres que no me quisieron. Pero me muestro favorable hasta mil generaciones con los que me aman y observan mis mandamientos." Éxodo 20.4-6

A muchos nos resultan chocantes esas palabras. Sin embargo, la gente primitiva necesitaba ser enseñada de esa forma, porque para ellos era común hacerse dioses palpables. Nosotros tal vez ya no fabricamos ídolos, o intelectualizamos los que tenemos. No obstante, cada vez que le otorgamos poder a algo fuera de Dios, sea una cosa, una idea, o un interés personal, estamos haciendo un ídolo de eso. Por ejemplo, le damos poder a nuestros prejuicios, particularmente a nuestros prejuicios predilectos. Todos nosotros conocemos gente que dice "por qué me sucede esto a mí, Dios se ha ensañado conmigo", y lo dicen con cierto regocijo. Otros prefieren otorgarle poder a sus dolencias, porque de ellas derivan su imagen personal. También cuando nos afanamos por conseguir riquezas, fama o influencia, estamos erigiendo esas cosas como ídolos... Es sólo cuando les quitamos el poder que les hemos otorgado que podemos transformarlas.

"A pesar de que conocían a Dios, no le rindieron honores ni le dieron gracias como corresponde. Al contrario, se perdieron en sus razonamientos y su conciencia cegada se convirtió en tinieblas." Romanos 1.21

Si dejamos a Dios y adoramos ídolos de cualquier clase que fueren, inevitablemente vamos a sufrir. Las estatuas de piedra o las figurillas de madera pueden ser fácilmente destruidas, pero no resulta tan fácil con los ídolos de la mente y el corazón. Para eliminar esos ídolos sutiles necesitamos dejar de darles poder y de pensar en ellos.

En este mandamiento, Dios afirma:"porque yo Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso". Eso no significa que Dios sea celoso de la misma forma que lo es un hombre o una mujer, sino que Él debe tener el primer lugar. 

El problema con mucha gente "espiritual" es que desea tener a Dios como a un criado, manteniendo para sí la primacía. De esta forma, las Escrituras usan la palabra celoso en el sentido de que si damos adoración y poder a algo excepto a Dios, hemos perdido por completo a Dios. No podemos tener a Dios parcialmente. O Dios es el único y soberano poder o es nada en absoluto.

jueves, 15 de septiembre de 2016

El primer Mandamiento

"Yo soy Yavé, tu Dios, el que te sacó de Egipto, país de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí." Exodo 20.2-3

Moisés vivió en Egipto hace más de tres mil años, fue profeta, caudillo y legislador de Israel; llamado por Dios, él guió a su pueblo para salir de Egipto, país en que eran esclavos, y a través del desierto rumbo a la Tierra Prometida. Esos son hechos históricos, datos documentales. Pero Moisés, su persona y sus actos, tipifica algunas de nuestras facultades espirituales y los estados de nuestro caminar con Dios.

Ya en el desierto, el pueblo llega al pie del monte Sinaí. La montaña es un símbolo de la elevación del alma, de la oración. La Escritura nos dice que a la mayoría del pueblo le estaba vedado acercarse ni, mucho menos, subir al Monte Sinaí, pero esto no quiere decir que las personas no fueran lo suficientemente buenas para subir. Lo que significa es que, si deseamos subir al monte de la Alianza, si queremos acercarnos a Dios y elevar nuestra mente y nuestro corazón en su presencia, debemos prepararnos por medio de la oración. Para subir a la montaña tenemos que convertirnos espiritualmente en sacerdotes, como Aarón, y debemos purificarnos de nuestras faltas y debilidades, no por nuestra propia fuerza, sino por la gracia del Señor. De lo contrario no podremos elevar nuestro corazón, nuestra alma y nuestra conciencia a la luz de la presencia gloriosa de Dios.

Somos uno con Dios, la separación es una ilusión y en eso consiste el pecado. Moisés recibió esta revelación en la montaña, y la vivió como experincia sagrada. Después de recibir esa revelación, él bajo del Sinaía trayendo las leyes de vida para comunicarlas al pueblo, comenzando por el primero y más importante mandamiento.

El primer mandamiento comienza con la declaración solemne: "Yo soy Yavé, tu Dios". Esta afirmación derrumba de una vez el orgullo humano que, en todos los aspectos de la vida, quiere imponer la regla del "primero yo". Si bien esa actitud es muy naturalmente nuestra, aunque queramos maquillarla bajo un velo de humildad fingida, nos aleja de vivir la misma revelación que Moisés tuvo: no hay separación, Dios y yo somos uno. 

Después de proclamar la unicidad, el poder y la soberanía de Dios, el primer mandamiento continúa: "no tendrás otros dioses fuera de mí". O sea, no debemos permitir que las ilusiones del ego dirijan nuestros pensamientos, palabras y acciones. Cuando se presente, sencillamente las observaremos con calma y en silencio, y luego las desecharemos. En la quietud de la presencia sagrada, Dios es Dios.

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas." Marcos 12.30

viernes, 2 de septiembre de 2016

Manos para la obra


La verdad no se dejó sin testigos,
envió débiles voces para que en todo 
resplandeciese su luz y no la pompa 
o el poder del conocimiento efímero.

Servidores de los servidores llamados 
para la edificación del Templo vivo.
Sin más fuerza que la luz de la verdad, 
la fe y el conocimiento del Hijo de Dios.

Desde la casa paterna él distribuye generoso
a sus obreros el salario, antes mismo de
iniciar las tareas a que fueron llamados.

Misterio de amor inmenso que, sin dudar,
pone en manos muy pequeñas su plenitud.
La verdad no se dejó sin testigos, yo soy uno.