viernes, 25 de octubre de 2019

Retribución

"Ya está cerca mi día contra todas las naciones, y lo mismo que hiciste se hará contigo; ¡sobre ti recaerá lo que mereces recibir!" Abdías 15

Dios es amor. Esa es la verdad esencial de la revelación divina. El amor es perdonador. El amor es paciente. El amor es bondadoso. Entonces, ¿por qué hay tantas advertencias de castigo en la Biblia?

A nosotros nos gustaría, lo admitamos o no, que Dios destruyese dramáticamente a quienes actúan o piensan de modo diferente a nosotros mismos. Sin embargo la voluntad del Padre es otra: "quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen a conocer la verdad." 1 Timoteo 2.4


La justicia de Dios es completamente diferente a la nuestra. No es el pecado en sí lo que acarrea la retribución de castigo; el pecado es el castigo y retribución de habernos apartado de Dios, de su amor y su verdad. "Al que oye mis palabras, y no las obedece, no lo juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue, y es la palabra que he hablado; ella lo juzgará en el día final." Juan 12.47-48

viernes, 18 de octubre de 2019

Señor, dame a conocer tus caminos

“Señor, dame a conocer tus caminos; ¡Enséñame a seguir tus sendas!” (Salmos 25.4)

Anualmente, durante el famoso Rally Trans-Chaco, miles de aficionados y turistas llegan a esta región. No son pocos los vistantes que, año tras año, sufren algún tipo de percance en los caminos. Para quien viene de afuera, un terreno como el del Chaco paraguayo puede ser engañoso. Los caminos son pocos, arduos e intrincados, y únicamente quien los conoce puede transitar por ellos sin grandes dificultades. No importa qué tan hábil se crea un conductor de otras latitudes, el Chaco es para baqueanos.


Es probable que durante toda nuestra vida hayamos conocido y repetido las palabras del Señor: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14.6), pero por la costumbre dejamos de darnos cuenta que, en el fondo, somos como un turista queriendo recorrer los caminos del Chaco. La vida está llena de caminos arduos, intrincados y peligrosos, y únicamente podemos avanzar si somos guiados por quien sabe andar por ellos.

No podemos confiar en nuestras habilidades para andar en caminos desconocidos. Necesitamos un guía experto. Así como el salmista, es preciso que clamemos a Dios para que Él nos muestre su camino y nos enseñe a seguirlo. Y, antes que lo pidamos, el Padre ya respondió nuestra oración concediéndonos el camino y el guía: Jesucristo.

viernes, 11 de octubre de 2019

Alegría

"¡Vengan y con alegría aclamemos al Señor! ¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación!" Salmos 95.1

Los seres humanos cantamos. Cantamos cuando estamos alegres. Cantamos cuando estamos tristes. Cantamos cuando alguien nace y, también, cuando alguien muere. Los hombres y las mujeres podemos conservar en la memoria, o contar en las historias, nuestras victorias y derrotas, pero es en la canción que el sentido vital se comunica con mayor profundidad y sentimiento.

Es un hecho, generalmente fácil de comprobar, que las personas ponemos nuestra confianza en las cosas que podemos percibir en un momento determinado, sin proyectar las consecuencias, o peor aún, sin recordar el pasado. Pero toda la fortaleza humana se deshace por la naturaleza de su propia limitación y finitud. La fuerza del Señor, que salva eficazmente a su pueblo, no decepciona. "A ti, Señor, te corresponde salvar; ¡derrama tus bendiciones sobre tu pueblo!" Salmos 3.8


La alegría, la fiesta, y el espíritu de celebración son expresiones naturales de hombres y mujeres que se ven libres después de un prolongado cautiverio. La inspiración y el inspirador del cántico es Dios, el Señor. Cantamos al Señor porque reconocemos en Él la fuente, la fuerza y el destino de nuestra libertad. Por eso, a la par de alegrarnos, nos maravillamos.

viernes, 4 de octubre de 2019

Sabiduría divina

"La sabiduría no se compra con oro, ni su precio puede pagarse con plata. No se compra con oro de Ofir, ni con el precioso ónice, ni con el zafiro. Ni los diamantes ni el oro se le comparan, ni se da a cambio de finas alhajas de oro. No se le comparan el coral y las perlas; La sabiduría es más valiosa que las piedras preciosas. Ni el topacio de Etiopía, ni el oro más fino, son de tanto valor como ella." Job 28.15-19

Los avances científicos y los logros tecnológicos nos han llevado a pensar, como en tantas otras épocas de la historia, que falta poco para dominar por completo nuestro medio y conseguir la solución de todos nuestros problemas. Sin negar los beneficios materiales que el progreso del conocimiento nos concede, sería muy inocente querer negar las obvias contrariedades que produce. El conocimiento por sí mismo no es sabiduría; la sabiduría tienen que ver con aplicar el conocimiento para vivir en forma plena y benéfica. Y es patente que los seres humanos no hemos podido lograr eso por nosotros mismos.


"Yo, la sabiduría, valgo más que las piedras preciosas! ¡Ni lo más deseable puede compararse conmigo!" Proverbios 8.11

La sabiduría puede venir únicamente de Dios, y ciertamente ha venido plenamente en la persona de Jesucristo. En Cristo vemos, aprendemos y somos invitados a seguir la guía de la sabiduría divina. Cristo ha venido, y viene otra vez, a regir el mundo con la fuerza de su justicia y a salvarnos plenamente con la suavidad de su gracia.