viernes, 14 de enero de 2022

Tolerancia

"Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre." 2 Juan 4

Cada quien tiene su verdad, todo es relativo y depende del punto de vista personal. Más o menos en esos términos piensa nuestra sociedad, y quien no concuerda es tachado de intolerante, fanático, reaccionario; poco menos que un enemigo público. La palabra de Dios es clara y contundente; la verdad no tolera la mentira, el reino de Dios es verdad y amor, y debemos evitar a quienes proclaman la falsedad.

Muchas veces en el pasado, y ciertamente hoy en día, la cristiandad ha querido imponer como verdad absoluta y mandamiento divino los valores e intereses de su época y contexto social. Y ha defendido esas posturas con presión, exclusión, torturas y muerte: ¡Todo lo contrario del mensaje de Jesús!



Pero, ¿el abuso de la verdad debe llevarnos a ocultarla y avergonzarnos de ella? ¡Nunca! No importa lo que el mundo diga o intente imponernos, fuimos llamados para ser testigos y proclamadores de la verdad divina y de su amor eterno: al ser bautizado por Juan el bautista, morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos el Señor nos ha salvado para siempre. "Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado", 1 Juan 3:23-24.

jueves, 6 de enero de 2022

Hechos de los Apóstatas

"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos". Judas 3

Si bien en los últimos siglos se ha minado el nombre, la confesión y la propia identidad del cristianismo, aún hoy decirse cristiano puede agregar cierto tinte de honra, de respetabilidad; y es por ello que a pesar de su incredulidad hay muchas personas que insisten en ser identificadas como perteneciendo a la cristiandad. Nada puede ser más peligroso para un rebaño de ovejas que un lobo disfrazado de una de ellas.



El Hijo de Dios, Jesucristo, tomó y cargó todos los pecados del mundo de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, y fue crucificado y derramó su sangre en la cruz como propiciación por los pecados de todo el mundo, pasados, presentes y futuros, y resucitó al tercer día y nos ha dado vida eterna y abundante salvación. Ese es el evangelio que trae salvación, justicia y vida abundante. Los herejes, en cambio, están interesados en sus becerros de oro: dinero, propiedades, prestigio y poder.

Hoy, como ayer, corremos el riesgo de ser engañados por falsos maestros y falsos hermanos y hermanas. No podemos ver el corazón, ni leer la mente de las personas. Por eso el apóstol Judas nos exhorta a guardar la confesión de la verdadera fe. La fe del evangelio del agua y el Espíritu. No es necesario descubrir ni describir cada herejía; frente a la verdad revelarán su verdadera identidad. No es lo que se dice de la boca para afuera, sino el fruto que produce la fe verdadera, lo que manifiesta a los apóstatas y herejes.

Aunque en palabras y afirmaciones los falsos maestros puedan engañar, su confesión es estéril o, peor aún, produce frutos malignos. "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos", Mateo 7:15-18