viernes, 31 de diciembre de 2021

La paz de Dios gobierne en sus corazones

"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él." Colosenses 3:12-17


Es frecuente que el mundo exija a los cristianos que manifestemos un carácter perfecto. Cuando cometemos el más mínimo fallo, allí aparecen innumerable acusadores para resaltar la "mentira" de los cristianos. Es notorio que, quienes más exigentes son con nosotros, suelen ser los menos dispuestos a practicar cualquier virtud. Los violentos exigen a los cristianos paciencia y mansedumbre. Los avaros exigen a los cristianos humildad y contentamiento. Los opresores exigen a los cristianos benignidad y sumisión. Y, aunque esto sea evidente, no podemos evitar la sensación de sentirnos insuficientes e hipócritas.




No son nuestras habilidades, ni nuestra fuerza, ni nuestros buenos sentimientos los que nos guían a manifestar la obra de Dios en nuestras vidas, sino su palabra fiel, sus promesas eternas, su poder que se perfecciona en nuestra debilidad. Es la gracia de Dios la que nos sostiene, no la opinión del mundo. No es nuestro amor, sino el amor de Dios el que nos une en un vínculo perfecto. Y el amor de Dios se nos revela en el Evangelio. Jesús vino a este mundo para limpiar todo nuestro pecado por Su acto de justicia (Romanos 5:18). Su acto de justicia fue que Él fue bautizado por Juan el Bautista para quitar el pecado del mundo y fue crucificado para dar la paga por el pecado. Él vino por Su bautismo y sangre.


Podemos vivir confiados, alegres, animados, cuando la palabra de Dios abunda en nuestros corazones. Aunque el mundo nos acuse y nos acose, nada debemos temer, porque el Señor está con nosotros. En medio de la violencia, la avaricia y la opresión, brillamos como luz de Dios. La misericordia, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia que manifestamos no es para impresionar a otros, sino para el Señor Jesús, para alabanza de Dios Padre. "Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos."

viernes, 24 de diciembre de 2021

Belén

"Como José era descendiente de David y vivía en Nazaret, que era una ciudad de Galilea, tuvo que ir a Belén, la ciudad de David, que estaba en Judea, para inscribirse junto con María, que estaba desposada con él y se hallaba encinta. Y mientras ellos se encontraban allí, se cumplió el tiempo de que ella diera a luz". Lucas 2.4-6

En lengua hebrea, Belén literalmente significa “la casa del pan”. En los inicios de la era cristiana, comenzó a tener el significado de “la casa del pan de vida”. El mismo Jesús que nació en Belén para poder salvarnos de los pecados del mundo tuvo que tomar todos nuestros pecados de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, y fue crucificado y derramó su sangre en la cruz como propiciación por los pecados del mundo, y resucitó al tercer día y nos ha dado vida eterna y abundante salvación; éste es el mismo Cristo que está realmente presente por el Espíritu Santo en y con nosotros.



Esta presencia de Cristo, que perdona pecados y nos fortalece para ser sus testigos, es el fundamento sobre el cual nos apoyamos y que inspira nuestras palabras, pensamientos y acciones para transformar al mundo. El poeta Angelus Silesius escribió: "Si Cristo naciere mil veces en Belén,/ y no en ti, seguirás perdido eternamente."

jueves, 16 de diciembre de 2021

Jesús

"María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José, pero antes de unirse como esposos se encontró que ella había concebido del Espíritu Santo. José, su marido, era un hombre justo y quiso dejarla secretamente, pues no quería denigrarla. Mientras José reflexionaba al respecto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, porque su hijo ha sido concebido por el Espíritu Santo. María tendrá un hijo, a quien pondrás por nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor dijo por medio del profeta: «Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Emanuel, que significa: “Dios está con nosotros.”»" Mateo 1.18-23

La Navidad llega durante el momento más oscuro del año en el hemisferio norte. Ése fue el ambiente en el cual se escribieron las historias del nacimiento de Jesús. ¿Es acaso una sorpresa que anhelemos la luz: refulgente, brillante, radiante, resplandeciente, deslumbrante, luminosa? "Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»" Juan 8.12



El camino de la salvación que Dios ha establecido requería enviar al Hijo de Dios al mundo, y él debía tomar nuestros pecados al ser bautizado por el Juan el Bautista, ser crucificado y resucitar de entre los muertos. Los que creen en esta buena noticia son hechos justos por medio de la fe verdadera. Jesús es la luz del mundo, quien está en Cristo no está en tinieblas. Por medio de Cristo, unidos a él por el bautismo, también nosotros tenemos la luz de la vida. Jesucristo es nuestra misma vida.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Alegría viva

"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Filipenses 4:4

Todos los seres humanos nacemos con una naturaleza pecadora, y pecamos hasta el último aliento de nuestra vida. No podemos hacer otra cosa que pecar y no podemos escapar del juicio de Dios; si fuese por nuestra tendencia natural, todos estamos destinados a ir al infierno, "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Pero donde abundó el pecado, la gracia sobreabundó, "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna." (Romanos 5:20, Juan 3:16).

Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este mundo para ser el Cordero de Dios. Él tomó todo el pecado del mundo cuando fue bautizado por Juan el bautista en el Río Jordán. Como el representante de toda la humanidad, Juan puso sus manos sobre la cabeza de Jesús, y allí todo el pecado del mundo pasó a Jesús. Así, el Señor Jesús tomó todos nuestros pecados por medio de su bautismo y los cargó hasta la cruz. Él derramó su preciosa sangre como pago por nuestro pecado y expío todos los pecados del mundo sin excepción.

Las buenas noticias siempre producen alegría. Pero también podemos regocijarnos simplemente por el hecho de estar vivos. El gozo es un reconocimiento de que Dios es bueno y que todo obedece al orden divino. Es saber que vivimos en la presencia de un Padre amoroso, que somos amados y bendecidos.



Podemos cultivar la alegría apreciando los dones con que somos bendecidos cada día. Podemos enfocarnos en el bien en nuestras vidas, en lugar de la queja. Si prestamos atención, veremos que la alegría que Jesús inspiró a otros durante su vida y a través de su ministerio también tenía el propósito de que nosotros lo recibiéramos también.

viernes, 26 de noviembre de 2021

El tiempo señalado

"Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán." Mateo 1.1


En las Escrituras se destaca el linaje de Jesús y su conexión con Abrahán y el Rey David, al igual que los profetas que anticiparon la llegada del Mesías. El nacimiento de Jesús fue anunciado, esperado y realizado. Las promesas de Dios son fieles y verdaderas. La simiente salvadora prometida a Adán, a Abraham, y a David, llegó a su tiempo, y por él nosotros somos adoptados en la familia de Dios. El linaje de Cristo, es también nuestro linaje por la fe.



Estos personajes nos enseñan que, si bien es cierto que nuestra historia es importante —de dónde provenimos y de quiénes— también nos recuerdan que todo en este mundo es pasajero. Solamente Dios permanece para siempre. Y el Señor, amoroso y compasivo, cumple sus promesas: en la plenitud del tiempo Jesucristo cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, recibió el castigo por todos los pecados al derramar su sangre en la cruz; y resucitó de entre los muertos, completando la obra de salvación, para presentarnos justos delante del Padre.

"Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley, para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos." Gálatas 4.4-5 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Bendeciré al Señor, que me aconseja

"Tú, Señor, eres mi copa y mi herencia; tú eres quien me sostiene. Por suerte recibí una bella herencia; hermosa es la heredad que me asignaste. Por eso te bendigo, Señor, pues siempre me aconsejas, y aun de noche me reprendes." Salmos 16.5-7


Nuestras almas aspiran a más de lo que perciben los sentidos. Nuestros corazones están llenos de un intenso deseo de receptividad y aspiración espiritual. Sin embargo, las respuestas que tendemos a buscar son insuficientes e insatisfactorias; los placeres, las distracciones y la fuga no pueden satisfacer los anhelos del corazón humano. "Cuídame, oh Dios, porque en ti confío. Yo declaro, Señor, que tú eres mi dueño; que sin ti no tengo ningún bien".


¿Cómo se puede satisfacer este deseo? Permaneciendo en silencio todos los días y escuchando la voz quieta del Espíritu, ese deseo se puede cumplir. En esta soledad interior podemos aprender el idioma del Padre y descubrir cómo ser sensibles a los principios que promueven el desarrollo espiritual. "Por eso te bendigo, Señor, pues siempre me aconsejas, y aun de noche me reprendes. Todo el tiempo pienso en ti, Señor; contigo a mi derecha, jamás caeré".




Cuando ponemos nuestra confianza en Dios, entramos en un estado de entusiasmo en lugar de amargura del alma. Agradecemos al Señor por la respuesta a la oración en lugar de llorar y recordar la aflicción y la necesidad. Es en Dios, y solo en él, donde encontramos sabiduría, alegría, justicia y paz. "Tú me enseñas el camino de la vida; con tu presencia me llenas de alegría; ¡estando a tu lado seré siempre dichoso!"


viernes, 12 de noviembre de 2021

Hijos del Dios Altísimo

"Ustedes deben amar a sus enemigos, hacer el bien y dar prestado, sin esperar nada a cambio. Grande será entonces el galardón que recibirán, y serán hijos del Altísimo. Porque él es benigno con los ingratos y con los malvados. Por lo tanto, sean compasivos, como también su Padre es compasivo." Lucas 6.35-36




Todos los cristianos hemos enfrentado, una o muchas veces, a la acusación de hipocresía. No hace falta mucha perspicacia para darse cuenta de que ninguno de nosotros alcanza el estándar del carácter divino. Somos carnales y fallidos, esa es nuestra naturaleza. De nuestro corazón carnal solamente salen "los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez". Pero la mentalidad mundana exige una norma de santidad que no es de Dios, exige perfección moral y acciones inmaculadas, exige... exige y sigue exigiendo. Esta es la táctica del diablo.


La norma de santidad que Jesús nos propone no se alcanza con esfuerzo o ascetismo, sino con fe en el que llama. Nuestra seguridad no descansa en nosotros, se aferra a la obra de Cristo. Jesucristo, Dios mismo, cargó con todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, fue condenado por todos los pecados al derramar Su sangre hasta morir en la Cruz; se levantó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Padre. Basado en esta justicia de Dios por nosotros, Él también actúa en nosotros para transformarnos. La santidad es relación; relación con Dios, en Cristo, por medio del Espíritu Santo. Relación que se manifiesta en las relaciones con nuestro prójimo. "Por tanto, sean compasivos, así como su Padre es compasivo".


Ante la tentación de juzgar, de creer que somos mejores que los demás, Jesús nos recuerda que somos hijos e hijas de Dios por gracia, testigos de su amor infinito e incondicional. Ante la tentación de condenar a quienes piensan o adoran de manera diferente a nosotros, Jesús nos exhorta a llamar, incluir y abrazar a todos sin distinción, especialmente a los marginados y despreciados. Frente a la tendencia a reclamar nuestros propios derechos y a guardar resentimientos por el fracaso, Jesús nos manda a perdonar como fuimos perdonados. "Grande será la recompensa que recibirán y serán hijos del Dios Altísimo".

viernes, 5 de noviembre de 2021

"¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios!"

"Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia. Por eso no tendremos miedo, aunque se deshaga la tierra, aunque se hundan los montes en el fondo del mar, aunque ruja el mar y se agiten sus olas, aunque tiemblen los montes a causa de su furia." Salmos 46.1-3

En tiempos de incertidumbre, miedo y malestar, como los que vivimos hoy, casi todos buscamos un ancla que nos sostenga entre las mareas que nos arrastran, y nos damos cuenta de que nuestras fuerzas son insuficientes. Nada en este mundo parece ser suficiente para darnos una paz permanente. La economía mundial está sumida en el caos. La política se ha convertido en un negocio. Y la religión es un circo. "Las naciones rugen, los reinos tiemblan, la tierra se deshace cuando él deja oír su voz".

Solo la fe ve más allá de lo que ven los ojos. La fe se sumerge en las profundidades del Espíritu y lo ve todo desde la perspectiva de Dios, en la medida de la eternidad. La verdadera fe es más que una acumulación de información y verdades. La fe ve más allá de las verdades. La fe se eleva a las alturas de la revelación. Es la fe la que inspira a los soñadores, la que da poder a la oración y supera las decepciones del mundo. Solo la fe nos lleva a descansar en Dios y ser testigos de sus obras de amor. "¡El Señor todopoderoso está con nosotros! ¡El Dios de Jacob es nuestro refugio!".



¿Qué tan fuertes puede hacernos la fe? Lo suficientemente fuertes como para sofocar cualquier temor a un desastre o cataclismo en la naturaleza, las relaciones o en el propio espíritu. Ni los terremotos, ni los maremotos, ni los disturbios, ya sea en la tierra o dentro de los corazones, que comúnmente oprimen a la humanidad, pueden destruir el sentido de protección que ofrece la fe firme. Dios es el refugio infalible de los fieles. "¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda la tierra!".

viernes, 29 de octubre de 2021

Juicio justo

"[...] cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo con sus poderosos ángeles, entre llamas de fuego, para darles su merecido a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Éstos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, y serán excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, el día que venga para ser glorificado en sus santos y admirado por todos los que creyeron. Y ustedes han creído a nuestro testimonio." 2 Tesalonicenses 1.7-10

Un águila estaba posada sobre el pico de un peñasco esperando por la llegada de las liebres. Pero la vio un cazador y, lanzándole una flecha, le atravesó el corazón. Viendo el águila, entonces, que la flecha estaba construida con plumas de su propia especie exclamó: - ¡Qué tristeza terminar mis días por causa de mis plumas! Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestros propios pecados.

Cuando el apóstol Pablo escribió la segunda epístola a los Tesalonicenses, su propósito no era asustarlos ni amenazarlos con el juicio de Dios, sino darles ánimo. Así como los cristianos de Tesalónica, también nosotros pasamos por dificultades, tribulaciones y dolores. Y no tardamos en achacar la responsabilidad a otras personas, al diablo o incluso a Dios. Nos parece que, por ser cristianos, deberíamos estar libres de los males que el pecado ha traído al mundo.



Jesucristo llevó todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, pagó la condenación de los pecados al derramar su sangre en la Cruz; resucitó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Padre. El Señor promete vencer por completo el mal, al retornar "a juzgar a los vivos y a los muertos" todas las cosas, en él, son restauradas a su inocencia original: los malos son castigados y los buenos premiados. Pero, ¿quién es bueno? La respuesta es: los que escuchan y creen la Palabra del Señor. "Al que oye mis palabras, y no las obedece, no lo juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue, y es la palabra que he hablado; ella lo juzgará en el día final" (Juan 12.47-48).

viernes, 22 de octubre de 2021

¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!

"¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor; te has envuelto en un manto de luz. ¡Tú extendiste el cielo como un velo! ¡Tú afirmaste sobre el agua los pilares de tu casa, allá en lo alto! Conviertes las nubes en tu carro; ¡viajas sobre las alas del viento! Los vientos son tus mensajeros, y las llamas de fuego tus servidores." Salmos 104.1-4

"¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor!" La mayoría de nosotros ha aprendido que Dios es majestuosamente trascendente y que nada en este mundo es digno de Él. Para percibir la presencia y las bendiciones del Señor, debemos rechazar el mundo y elevar nuestro corazón a los cielos etéreos, donde un día disfrutaremos de un gozo glorioso... Esta forma de pensar y sentir puede ser buena para los misterios gnósticos, pero es totalmente ajena al cristianismo.

Sin duda, Dios es glorioso, majestuoso y soberano. Pero manifiesta su gloria, su amor y su bondad en la belleza de toda su creación. Además de la omnipotencia, la creación manifiesta otro atributo divino al que rara vez prestamos atención; la omnisciencia o sabiduría divina. "¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría". La bella creación también expresa su omnipresencia en la sustancia de todo lo que vemos: "¡la tierra está llena de todo lo que has creado!"


No, amar y servir a Dios no tiene nada que ver con alejarse de este mundo o rechazar la creación. Se trata, más bien, de todo lo contrario. Creer en Dios y amarlo significa amar y cuidar todo lo que él creó “y vio que era muy bueno”. La genuina espiritualidad cristiana se fundamenta en la vida, el ministerio y el ejemplo de Jesús, quien dio por sentado ser uno de nosotros, vivir y cuidar la tierra y servir a toda la creación con bondad y justicia, especialmente a aquellos que son despreciados y marginados.

viernes, 15 de octubre de 2021

No estás lejos del Reino de Dios

"Uno de los escribas, que había estado presente en la discusión y que vio lo bien que Jesús les había respondido, le preguntó: «De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?» Jesús le respondió: «El más importante es: “Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno.” Y “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” El segundo en importancia es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento más importante que éstos.»" Marcos 12.28-31


Nunca antes como ahora la bandera del amor se eleva tan alto. El mensaje de Jesús es solo amor. Dios no es creador ni soberano, es relación. Jesucristo no es Dios, mucho menos Salvador, porque la salvación es amor. El Espíritu Santo es solo otro nombre para el amor entre personas. El evangelio, entonces, consiste en fomentar relaciones de tolerancia, convivencia y beneficencia. Ser cristiano, en definitiva, es ser un "buen vecino".


Dicho así, esto suena chocante, pero esto es lo que se proclama como "las sencillas enseñanzas de Jesús". La trampa de este falso evangelio, escondido bajo tanto amor y dulzura, es que nos lleva directamente a la condenación de la Ley. ¡Tanto hablar sobre el amor no es más que pura Ley, sin una pizca de Evangelio! Esto nos hace creer que podemos producir ese amor perfecto y, lamentablemente, nos lleva a la hipocresía o la desesperación.


No hay forma de amar a "Dios con todas tus fuerzas" con nuestras propias fuerzas. Tampoco hay forma de amar a "tu prójimo como a ti mismo" con nuestro amor propio. ¡Solo Cristo puede hacer eso! El Señor Jesús llevó todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, pagó la condenación de los pecados al derramar su sangre en la Cruz; resucitó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante de Dios. En Cristo, justicia de Dios, la Ley se cumple perfectamente; y sólo en él, puro amor de Dios, podemos amar como Dios lo requiere. Esta es, de hecho, la verdad, si la entiendes "no estás lejos del reino de Dios".




viernes, 8 de octubre de 2021

Tu amor, Señor, está siempre delante de mí

"En ti, Señor, confío firmemente; examíname, ¡ponme a prueba!, ¡pon a prueba mis pensamientos y mis sentimientos más profundos!" Salmos 26.1-2

Quién más quién menos, todos estamos escandalizados por las injusticias que nos rodean. Sin embargo, si somos sinceros, sólo nos conmueven si nos afectan directamente. Oramos y clamamos a Dios por justicia, a menudo ignorando u ocultando que nosotros mismos somos responsables de acciones y estructuras injustas. Nos cuesta reconocer que la injusticia del mundo es, en mayor o menor grado, una proyección de nuestra propia injusticia. Sin el menor asomo de vergüenza, solemos pensar y decir: "Lavadas ya mis manos y limpias de pecado,quiero, Señor, acercarme a tu altar".


Es muy humano querer justificarnos. Nuestro estándar de santidad e integridad es el pecado de los demás y no la perfección de Dios. Es por eso que caemos fácilmente en la trampa de la justicia propia. Dentro de nuestro pequeño corazón fariseo vive la fantasía de que cumplimos la ley de Dios y somos moral y espiritualmente mejores que el resto de la humanidad. Sin el menor asomo de vergüenza, solemos pensar y decir: "Jamás conviví con los mentirosos ni me junté con los hipócritas. Odio las reuniones de los malvados; ¡jamás conviví con los perversos!"


Dios no nos dejó a oscuras ni a tientas. Filósofos, políticos y religiosos no son la respuesta, El Señor "nos habló por medio del Hijo, a quien hizo heredero de todas las cosas y por quien hizo el universo". Ciertamente, Dios está preocupado por nuestra conducta moral, especialmente cuando se trata de nuestras relaciones con otras personas. El Señor no está interesado en reglas abstractas e inhumanas, sino que nos exhorta a amarnos los unos a los otros sin restricciones ni imposiciones. El Padre bueno nos dio a su Hijo para recordarnos que somos, en él, hijos e hijas amados, acogidos y llamados a jugar en la alegría de la reconciliación. Esa es la justicia de Dios: amor incondicional manifestado. Sin ninguna vergüenza, sí podemos decir: Cristo es mi justicia, y soy libre para amar como él ama.




viernes, 1 de octubre de 2021

Denles ustedes de comer

"Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud; sintió compasión de ellos y sanó a los enfermos que llevaban. Como ya se hacía de noche, los discípulos se le acercaron y le dijeron: —Ya es tarde, y éste es un lugar solitario. Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida. Jesús les contestó: —No es necesario que se vayan; denles ustedes de comer. Ellos respondieron: —No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados. Jesús les dijo: —Tráiganmelos aquí." Mateo 14.14-18


Nuestra vida, en las condiciones actuales, es demasiado agitada. Las relaciones con la comunidad, la familia, el trabajo y la vida personal se han convertido, para la mayoría de nosotros, en obligaciones pesadas y agotadoras. Al leer el pasaje de hoy, nos damos cuenta de que no fue diferente para Jesús y sus discípulos. Cansados de la agotadora actividad, deseaban retirarse para tener tiempo para descansar y recuperar fuerzas.


Mientras Jesús y sus discípulos habían ido en bote a un lugar apartado, la gente siguió caminando alrededor del lago y llegó al lugar adonde habían llegado. Habría sido justificado que se enojaran y quisieran negarse a servir a los que buscaban la ayuda de Cristo. Sin embargo, se nos dice que Jesús "sintió compasión de ellos y sanó a los enfermos que llevaban".




Aunque las exigencias de la vida cotidiana son muchas veces muy pesadas para nosotros, tanto que lo único que queremos es huir a un lugar aislado, Jesús sigue exhortándonos "denles ustedes de comer". Las buenas obras no nos ganan ningún favor especial de Dios, Él nos da todo por pura gracia en Jesucristo, y a través de Jesucristo. Jesucristo, Dios mismo, cargó con todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, fue condenado por todos los pecados al derramar Su sangre hasta morir en la Cruz; se levantó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Padre. Pero la fe nos está transformando cada vez más a la imagen de Cristo, y se manifiesta en un amor práctico y compasivo. No servimos por deber, ni siquiera por gratitud, sino por amor y en perfecta libertad, al igual que el Maestro.


viernes, 24 de septiembre de 2021

Como árboles plantados a la orilla de un río

"Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones, sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen." Salmos 1.1-3


Aunque nos negamos a aceptar que sea así, la vida es incierta. Como decía la famosa Mafalda: “ahora que me sé todas las respuestas, me cambiaron las preguntas”. Así pasan nuestros días, entre dudas, prejuicios, certezas débiles y muchas máscaras. Las religiones, las filosofías, las ideas políticas o el entretenimiento no ofrecen nada duradero. ¿Qué es lo único que puede hacernos felices? El hábito de meditar en la ley divina y deleitarse en ella.


Ante la confusión de nuestro mundo, es natural que enfoquemos nuestros pensamientos y deseos en querer comprenderlo y transformarlo. Sin embargo, todas las respuestas no son más que parches de papel en una presa de hormigón. Solo la meditación sobre la ley divina (todo el bien) proporciona respuesta, aliento y paz para la vida. Porque, bajo la ley, nos convertimos en la imagen externa de nuestros pensamientos internos; también porque la meditación conduce a la comprensión.




¿De qué manera alguien que medita en la ley divina es como un “árbol plantado al borde de las corrientes de agua”? La verdad es que, cuando vemos quiénes son los ricos del mundo, surgen profundas dudas sobre la bondad y la justicia. Sin embargo, Dios permanece fiel y firme, y en Jesús, manso, bondadoso y misericordioso, nos muestra su verdadero rostro y nos llama a manifestar su presencia en este mundo lleno de dolor y decepción. La ley divina nos proporciona el entorno mental y espiritual más adecuado para nuestro crecimiento y desarrollo en estos planos. Así, prosperamos según Dios y cumplimos infaliblemente nuestro destino como humanidad.

viernes, 17 de septiembre de 2021

El trigo y la cizaña

"Dejen que crezcan lo uno y lo otro hasta la cosecha. Cuando llegue el momento de cosechar, yo les diré a los segadores que recojan primero la cizaña y la aten en manojos, para quemarla, y que después guarden el trigo en mi granero." Mateo 13.30

No importa dónde miremos, vemos corrupción en todas partes y somos testigos de cómo el mal prevalece y prospera. El mundo en el que vivimos es desconcertante. Los sistemas políticos, ideológicos y religiosos siempre decepcionan. Y flota en el aire la incómoda pregunta: si Dios es bueno y soberano, ¿por qué no hace nada? "Porque al arrancar la cizaña podrían también arrancar el trigo".



Si prestamos atención, Jesús no dice que el trigo y la cizaña crecerán juntos en la iglesia, sino en el mundo. "El campo es el mundo". Las hijas y los hijos del reino son la buena semilla, plantados en el mundo para producir buenos frutos. Cuando el Señor oró por los creyentes de todas las edades, le suplicó al Padre: "No te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del Maligno".

No es por nuestra piedad, nuestra moralidad o nuestro activismo que vamos a oponernos a la corrupción imperante, sino por medio de la fe, la esperanza y el amor. El Señor Jesús llevó todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, pagó la condenación de los pecados al derramar su sangre en la Cruz; resucitó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Padre. Dios no nos llamó para "cambiar el mundo" a fuerza de voluntarismo, sino para ser sus testigos y anunciadores de un mundo nuevo. Es difícil esperar la intervención divina, pero ahí es donde reside la fe; espera en la promesa. "Entonces, en el reino de su Padre los justos resplandecerán como el sol. El que tenga oídos, que oiga."

viernes, 10 de septiembre de 2021

El mal gobierno no siempre dominará

"El mal gobierno no siempre dominará en la tierra que Dios ha dado a su pueblo, no sea que su pueblo comience a practicar la maldad. Señor, haz bien a los hombres buenos, a los hombres de corazón sincero; pero a los que van por mal camino hazlos correr la suerte de los malhechores." Salmos 125.3-5


Las últimas décadas han sido escenario del surgimiento y radicalización de amplios sectores evangélicos, cuya sed de poder y dominación se expresa de manera virulenta y violenta. Enmascarado detrás de un discurso moralizador está el deseo de imponer, por la fuerza si es necesario, una visión reducida y reduccionista del mundo. El amor incondicional de Dios es reemplazado por un legalismo opresivo. La palabra de perdón y reconciliación da paso a la idolatría de las armas. El reinado de Cristo, príncipe de paz, es pisoteado por el aplauso a políticos oportunistas que usan el nombre de Dios para disfrazar el vómito de sus sórdidos intereses.


"El cetro de los impíos no prevalecerá sobre la tierra entregada a los justos; si lo fuera, incluso los justos cometerían injusticia". Muchos nos sentimos perplejos e impotentes ante la situación: injusticia, violencia manifestada en innumerables formas, corrupción y malicia, disfrazada bajo el disfraz de la aprobación de numerosos sectores eclesiásticos. Aunque el panorama se ve cada día más oscuro, la luz de la esperanza prevalece. A menudo llegamos a pensar que tal vez somos nosotros los que malinterpretamos, pero Dios no nos deja indefensos.




El mal no se combate con el mal. La oscuridad no se desenmascara con una mayor oscuridad. Solo el calor del bien y la luz de la verdad pueden disipar la frialdad y la oscuridad del mal. Frente al moralismo ciego y opresivo, practiquemos la compasión. Frente a la violencia desenfrenada, practiquemos la paz. Frente a la corrupción, practiquemos la rectitud. Como pueblo de Dios, confiamos en que él transformará todo en la consumación de todas las cosas; sin embargo, no fuimos creados para esperar de brazos cruzados. El anhelo de "cielos nuevos y una tierra nueva" es inseparable del anhelo y la práctica de la "justicia que habita en ellos". "Señor, trata con bondad a los que hacen el bien, a los que tienen un corazón recto. Pero a los que se desvían por caminos torcidos, el Señor castigará a los malhechores".


viernes, 3 de septiembre de 2021

Un cuerpo

"Dios sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio a la iglesia, como cabeza de todo, pues la iglesia es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena a plenitud." Efesios 1.22-23


Cuentan los historiadores que aunque entre Martín Lutero y Felipe Melanchton había una considerable diferencia de edad y de temperamento, pues el primero era unos catorce años mayor que el segundo y era, aquél, más violento que éste en la manera de tratar los asuntos relacionados con la Reforma, y aunque algunas veces también estuvieron distanciados un poco por tener algunas diferencias doctrinales, los dos grandes reformadores siempre estuvieron vinculados por profundos y fuertes vínculos de compañerismo cristiano que les hicieron olvidar las diferencias y ponerse de acuerdo. En el fondo de su corazón se amaban cristianamente, y por lo mismo triunfaban el amor y el respeto que se tenían mutuamente; y cuando murió Lutero, Felipe Melanchton pronunció una oración fúnebre muy elogiosa para aquel hombre de Dios.


La pandemia, con sus restricciones y el distanciamiento físico obligatorio, lanzaron un desafío a nuestra forma de entender y practicar el compañerismo y la comunión. El interés legítimo de resguardar nuestra salud y la de nuestros seres queridos  nos condujo a la tentación de vivir la fe de modo intimista e individualista, olvidando que somos el Cuerpo de Cristo, una comunidad fraterna de amor y comunión. Podemos estar distanciados por las circunstancias, pero permanecemos unidos en Cristo.




La iglesia cristiana es más que una agrupación de individuos que profesan la misma doctrina o practican los mismos ritos; es creación del Espíritu Santo por medio de la Palabra de reconciliación. Jesucristo, Dios mismo, cargó con todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, fue condenado por todos los pecados al derramar Su sangre hasta morir en la Cruz; se levantó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Señor. En la iglesia cristiana, la comunión de los santos, Cristo vive y actúa. Con esa certeza, podemos estar seguros de que ningún distanciamiento, ninguna enfermedad, ninguna ley humana podrá separarnos ni desanimarnos. Nuestra victoria está asegurada, porque nuestra victoria es Cristo "Aquel que todo lo llena a plenitud."

viernes, 27 de agosto de 2021

¡Felices los que viven en tu templo Señor!

"¡Cuán hermoso es tu santuario, Señor todopoderoso! ¡Con qué ansia y fervor deseo estar en los atrios de tu templo! ¡Con todo el corazón canto alegre al Dios de la vida! Aun el gorrión y la golondrina hallan lugar en tus altares donde hacerles nido a sus polluelos, oh Señor todopoderoso, Rey mío y Dios mío. ¡Felices los que viven en tu templo y te alaban sin cesar!" Salmos 84.1-4


"¡Cuán hermoso es tu santuario, Señor todopoderoso! ¡Con qué ansia y fervor deseo estar en los atrios de tu templo!"... Los primeros versículos del Salmo 84 cantan lo deseable que es la casa de Dios, con sus atrios, altares y tabernáculos, el esplendor del lugar santo. Sin embargo, el pueblo de Dios siempre ha sabido que "el Señor no habita en templos hechos por manos humanas".




Entonces, ¿dónde vive Dios? Jesús dijo: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas". Las moradas de Dios, sus atrios y altares, somos los seres humanos creados a su imagen y semejanza. No hay lugar más sagrado que encontrarse con otro ser humano. Quienes desprecian, marginan y maltratan a otro ser humano, especialmente al más débil y al más sufriente, desprecian, marginan y maltratan la gloria y magnificencia de Dios. "Aun el gorrión y la golondrina hallan lugar en tus altares donde hacerles nido a sus polluelos, oh Señor todopoderoso, Rey mío y Dios mío".


No son las piedras, ni los lujos, ni los espacios sagrados los que interesan a Dios. El Padre está interesado en nosotros y en cómo somos los unos con los otros. Somos la "Casa del Padre"; las "mansiones" o "viviendas" son nuestros estados de espíritu. Estamos verdaderamente satisfechos y entramos en gozo y plenitud permanentes solo cuando nos damos cuenta de esta verdad y nos unimos conscientemente con el Padre a través de Cristo que habita en nosotros por del Espíritu Santo. "¡Felices los que viven en tu templo y te alaban sin cesar!"


viernes, 20 de agosto de 2021

Invitados a la fiesta

«El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo una fiesta de bodas para su hijo. Y envió el rey a sus siervos para convocar a los invitados a la fiesta de bodas, pero éstos no quisieron asistir. Volvió el rey a enviar otros siervos, y les dijo: “Díganles a los invitados que ya he preparado el banquete; que he matado mis toros y animales engordados, y que todo está dispuesto. Que vengan a la fiesta.” Pero los invitados no hicieron caso.» Mateo 22.2-5


Muchos se han preguntado, y han respondido de diferentes maneras, cómo somos llamados al reino de Dios. Algunos han dicho que esto sucede misteriosamente, que Dios secretamente mueve nuestros corazones y nuestra voluntad para atraernos irresistiblemente hacia Él. Otros han dicho que somos los que deseamos a Dios y lo buscamos según nuestras propias fuerzas y entendimiento. Pero Jesús nos hace ver que ninguna de estas respuestas es adecuada.


En la parábola es el rey quien prepara la fiesta y el banquete, sin ningún trabajo ni cooperación de los invitados. Y cuando todo estuvo listo, el rey envió a sus siervos a anunciarlo. Así es con el reino de Dios, toda la obra salvadora de Cristo ya está terminada, sin esfuerzo ni cooperación de nuestra parte. Pero los primeros invitados rechazaron la invitación con aire de suficiencia y, por ello, fueron castigados. "El rey estaba tan enojado que mandó matar a los asesinos y quemar su ciudad", lo que sucedió en el año 70 cuando la Jerusalén terrenal fue reducida a escombros y cenizas.




Ahora, el rey envía a sus mensajeros a todas partes para invitar a todas las personas. Y viene la gente: los pobres, los marginados, los despreciados, todos son aceptados en la mesa del rey. Los orgullosos quedaron reducidos a nada y los pobres se vistieron para el banquete. ¿Cómo somos llamados al reino de Dios? Solo por el bello evangelio que imparte la justicia de Dios: El Señor Jesús llevó todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, pagó la condenación de los pecados al derramar su sangre en la Cruz; resucitó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Padre. El que tenga oídos para oír oirá, y entrará en el banquete del rey, "porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos".


viernes, 13 de agosto de 2021

¡Escucha, Señor, mi voz!

"Desde el fondo del abismo clamo a ti, Señor: ¡Escucha, Señor, mi voz!, ¡atiendan tus oídos mi grito suplicante!" Salmos 130.1-2


¿Cuándo escucha el Señor y responde nuestras oraciones? El Señor nos escucha y contesta nuestras oraciones cuando estamos unidos con el Espíritu y el Espíritu unificado con nosotros. Estamos unidos cuando somos capaces de vivir conscientemente cerca de Dios. Cuando nuestras oraciones no son respondidas como pensamos que deberían, es porque esta unión interior no es segura. Si el Señor notara todos nuestros fracasos, ¿cuál sería el resultado? Ninguno de nosotros podía estar de pie. Por la ley perdonadora del amor, Dios no nos trata según "nuestros pecados", ni nos recompensa según nuestras iniquidades.


¿Cómo funciona la ley del perdón? La ley del perdón limpia la conciencia de pensamientos ignorantes y destructivos y coloca los pensamientos de amor y confianza en su lugar; el perdón quita la repulsión y el resentimiento del corazón. Libera la benevolencia y las tiernas misericordias del Espíritu. ¿Cómo se activa la ley del perdón divino en nuestras vidas? Por nuestro perdón a los que nos ofenden, como dice el Padre Nuestro: "Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores".


"Con toda mi alma espero al Señor". Hemos vivido en la ignorancia, afuera, durante tanto tiempo que nuestras facultades espirituales se han vuelto inactivas por falta de ejercicio. Cuando el alma espera en el Señor, todas las fuerzas del ser se concentran en ella; entonces sentimos y sabemos absolutamente que Dios está obrando en nuestras almas. De esta manera las facultades se desarrollan y se convierten en instrumentos adecuados para el Espíritu. Cuando buscamos al Señor con todo nuestro corazón, ¿cuál es el resultado? Los reinos del mundo pueden surgir y caer; el cielo y la tierra pueden pasar, pero la palabra del Señor, su promesa, permanece firme en nuestro corazón. Somos hechos libres.




viernes, 30 de julio de 2021

Los necios piensan que no hay Dios

"Los necios piensan que no hay Dios: todos se han pervertido; han hecho cosas horribles; ¡no hay nadie que haga lo bueno! Desde el cielo mira el Señor a los hombres para ver si hay alguien con entendimiento, alguien que busque a Dios." Salmos 14.1-2


Podemos decir que "desde siempre" esos versículos se han utilizado para atacar a los "incrédulos" e "idólatras"; que no creen, ni adoran ni se comportan como nosotros. Y nosotros, por supuesto, estamos del lado correcto. El que cree, celebra y actúa como nosotros es de Dios, porque Dios, ¿de qué lado estaría sino del nuestro? ¿Y a quién condenaría Dios sino a los que son diferentes?




Pero basta con observar un poco más de cerca para darnos cuenta de que lo que Dios condena como idolatría es la falta de compasión, la maldad, el egoísmo y la injusticia en todas sus formas. Excluir al diferente es idolatría. Marginar al pobre es incredulidad. Practicar racismo o sexismo es una abominación. Pervertir el bien común es iniquidad. "No tienen entendimiento los malhechores, los que se comen a mi pueblo como quien come pan, los que no invocan el nombre del Señor".


Hoy en día, una gran parte de los que se autodenominan "evangélicos" son los que más se oponen a las claras enseñanzas de Jesús. La opresión, la discriminación, el odio y la violencia son diametralmente contrarios al evangelio puro y simple. Porque la voluntad de Dios es la plenitud de vida para todos. Jesús proclama claramente con palabras y señales que todos somos bienvenidos en su presencia; que no se trata de "enseñar a pescar" sino de compartir los panes y los peces; que al lado de Jesús hay abundante provisión: provisión de misericordia, comunión de recursos y alegría de hermandad. "¡Ojalá que del monte Sión venga la salvación de Israel! Cuando el Señor haga cambiar la suerte de su pueblo, se alegrarán los descendientes de Jacob, todo el pueblo de Israel".


viernes, 23 de julio de 2021

Sobre todos, por medio de todos, y en todos

"Naciones y pueblos todos, alaben al Señor, pues su amor por nosotros es muy grande; ¡la fidelidad del Señor es eterna! ¡Aleluya!" Salmos 117.1-2


Es triste reconocerlo, y nos cuesta hacerlo, pero por lo general juzgamos, rechazamos y condenamos a quienes son diferentes que nosotros. Quien cree diferente no puede ser amado por Dios. Quien piensa diferente no es inteligente. Quien actúa diferente es perverso... ¿Qué resultaría si todas las naciones y pueblos se unieran en alabanza al Señor? ¿Qué sucedería si reconociéramos en cada ser humano la imagen y semejanza, la presencia del Señor? Se generaría y liberaría una energía benéfica de suficiente intensidad para manifestar aquí y ahora el poder del reino de los cielos.



"Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos." Efesios 4.5








La verdad sólo está presente donde está el bien. El bien sólo está presente donde está el amor. El amor sólo está presente donde está la justicia. Jesucristo, Dios mismo, cargó con todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, fue condenado por todos los pecados al derramar Su sangre hasta morir en la Cruz; se levantó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Padre. Cualquier falsedad, maldad e injusticia que pensemos, digamos o hagamos contra nuestros semejantes será una negación y frustración del propósito divino en nuestras propias vidas. ¿Es la bondad amorosa parte de la verdad eterna? Sí, lo es. "Su misericordia es grande para con nosotros; y la verdad del Señor permanece para siempre".

viernes, 16 de julio de 2021

El rey de gloria

"¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes! ¡El Señor afirmó la tierra sobre los mares! ¡El Señor la estableció sobre los ríos!" Salmos 24.1-2


El tema del Salmo 24 es la plenitud del poder y la majestad de Dios manifestados en la creación y, en segundo lugar, la participación humana en esta perfección divina. Nuestra manera común de pensar y hablar no es suficiente para abarcar la profundidad del amor y la generosidad de Dios, ni nuestra participación en la plenitud de su manifestación. Solamente la poesía es el vehículo adecuado para pensamientos tan elevados y hermosos, para la imaginación y emoción. Todo esto está en la mente de Dios, Todo-bondadoso.


¿Cómo es posible que un ser humano finito pueda acercarse a la perfección y majestad del Infinito? Con amor, integridad y honestidad. "El de manos limpias y corazón puro"... Con veracidad y autenticidad de mente, corazón y alma, con sinceridad y franqueza. Quien pueda desarrollar estas cualidades trascendentales por gracia, y quien las desarrolle, asciende "al monte del Señor" y puede entrar al "Lugar Santo".


Jesucristo, Dios mismo, cargó con todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, fue condenado por todos los pecados al derramar Su sangre hasta morir en la Cruz; se levantó de entre los muertos y así ha completado la obra de salvación para hacernos justos delante del Padre. El Señor, bondadoso y compasivo, quiere hacernos partícipes de la plenitud de su amor. No debemos ser arrebatados en un mundo etéreo para disfrutar de la comunión divina. Aquí y ahora Dios está presente: en la generosidad de la creación; en "manos limpias y corazón puro"; en compasión y justicia. "Así son los que le buscan, los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob".



viernes, 9 de julio de 2021

Imagen vivida y vida compartida

Los sacramentos son, tal vez, la expresión más clara del modo paradójico en que las Escrituras comunican la verdad para que la misma pueda ser totalmente aprehendida. Todo punto de vista es solamente la vista de un punto, por eso necesitamos considerar la verdad desde diversos ángulos para poder captarla en su plenitud. Los sacramentos, en su austera sencillez, comunican el profundo misterio de la gracia. Los elementos más comunes de la naturaleza son signo y vehículo de las grandezas del Espíritu. La palabra, en los sacramentos, se hace imagen vivida, y por medio de ellos, vida compartida.

“Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Mateo 28.19

“Mientras comían, Jesús tomó el pan y lo bendijo; luego lo partió y se lo dio, al tiempo que decía: «Tomen, esto es mi cuerpo.» Después tomó la copa, y luego de dar gracias, se la dio, y todos bebieron de ella. Les dijo entonces: «Esto es mi sangre del pacto, que por muchos es derramada.” Marcos 14.22-24

Aunque el uso a través del tiempo ha conferido variados significados a la palabra sacramento, la definición más sobria y ajustada a las Escrituras es la de un signo o símbolo material ligado al mandato e institución de la palabra de Dios.

Leyendo los textos bíblicos que registran la institución de los sacramentos notamos que no son opciones sino mandatos positivos. Los signos son específicos, las palabras son definidas y las acciones son imperativas. Sin lugar a dudas los sacramentos tienen un carácter obligatorio y un estatuto legal. En toda regla, los sacramentos, como ordenanzas que son, deben ser catalogados como pertenecientes a la Ley.

No obstante, los sacramentos instituidos por Cristo no son meros símbolos o señales de reconocimiento mutuo entre los cristianos, sino que son testimonios fieles y medios eficaces de la gracia de Dios; por medio de ellos Dios obra en nosotros, y no solamente excita nuestra fe en él, sino que también la fortalece y la confirma. Junto con la institución y el mandato, los sacramentos vienen acompañados de una promesa.

Al considerar esto último, la promesa y la acción de Dios en los sacramentos, entendemos que, además del aspecto formal y legal que los constituyen, poseen un carácter completamente evangélico, por medio del cual Dios nos otorga mediante la fe en Jesucristo su gracia, su favor y sus dones. La nueva vida en Cristo nos es dada para ser luz en medio de las tinieblas de un mundo injusto. En el pan partido, Cristo nos hace testigos de justicia y generosidad, huéspedes y anfitriones del banquete fraternal.




jueves, 8 de julio de 2021

A quien interesar pueda...

Después de unos 25 años dedicados a la Teología, lo único de algún valor que llegué a pronunciar es la frase: "SOLAMENTE CON LAS PATAS BIEN FIRMES EN EL SUELO ES LÍCITO ANHELAR EL CIELO". Más que una fórmula es una confesión de fe.

Aunque ciertamente he tomado algunos temas y articulado con ciertos métodos, no puedo identificarme con el Evangelio Social, ni mucho menos con la Teología de la Liberación. Si tengo que identificarme de alguna manera, o "encasillarme", diría que la mía es una relectura protestante de la Teología argentina del Pueblo.


En resumen ni Yanki (Evangelio Social) ni marxista (TL), incluso en Teología ¡peronista!

viernes, 2 de julio de 2021

Quiero cantar al Señor

"Yo confío en tu misericordia; mi corazón se alegra en tu salvación. Te cantaré salmos, Señor, porque tú siempre buscas mi bien." Salmos 13.5-6


"¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?" Podemos ver que el rostro del Señor denota el amor divino y todo lo bueno en el cielo y en la iglesia; y esconder u ocultar el rostro, cuando lo habla el Señor, consiste en dejar al ser humano en su propio egoísmo o individualidad, y por ende en los males y falsedades que se desbordan de él. Porque el ser humano, visto en sí mismo, no es más que la debilidad y el pecado que de ella deriva, del que no podemos escapar sin la ayuda de Dios.


En medio de nuestra ceguera, somos capaces de pensar y estar convencidos de que vemos perfectamente. Sin embargo, lejos de la luz del rostro del Señor, lejos de su amor y sabiduría, estamos perdidos. Sólo la luz divina nos eleva por encima de la ceguera de nuestro egoísmo, nos eleva a una nueva vida y nos da una esperanza imperecedera de la vida eterna y plena. "Mírame y respóndeme, Señor Dios mío. Ilumina mis ojos, de lo contrario dormiré el sueño de la muerte".




Cristo ha resucitado y, por la fe, resucitamos con él a una nueva vida. En Cristo, la luz del rostro divino brilla para siempre. Por medio de Cristo recibimos el don de la vida eterna. El amor del Padre nos transforma y nos levanta de la muerte a la vida. El bien divino es nuestro tesoro eterno. "Pero yo confío en tu amor; mi corazón se regocija en tu salvación. Quiero cantar al Señor por el bien que me ha hecho".


viernes, 25 de junio de 2021

Yo soy el Señor, tu Dios

"Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de la tierra de Egipto, donde vivías como esclavo. No tendrás dioses ajenos delante de mí." Éxodo 2.2-3




La declaración "Yo soy el Señor tu Dios" es la manifestación del proceso creativo divino, siempre en tiempo presente. Dios se presenta a sí mismos como YHWH, que significa "Yo soy el que vive por siempre, el eterno". Al reconocer nuestro derecho de nacimiento, haber sido creados a imagen y semejanza del Señor, podemos manifestar nuestra verdadera naturaleza como hijas e hijos de Dios.


¿Qué representa la tierra de Egipto y la vivir esclavizados? La tierra de Egipto representa la conciencia cautiva de los sentidos, y la casa donde servíamos como esclavos, el cuerpo humano en su estado no redimido.


¿Cuál es el significado del mandamiento "No tendrás dioses ajenos delante de mí"? Significa que no debemos reconocer otro poder que Dios, el eterno bien. Nos identificamos con el bien al afirmar nuestra unidad con él, y por tanto nuestra unidad con el Señor.


viernes, 18 de junio de 2021

Nosotros confiamos en el Nombre del Señor

"Que el Señor te oiga en momentos de angustia; que te defienda el Nombre, el Dios de Jacob." Salmos 20.1


Todos los días somos bombardeados por innumerables voces contradictorias. Cómo las noticias, la política, la cultura y la religión nos llevan de un lugar a otro, haciendo que nos demos cuenta de que su sinfonía está demasiado desafinada. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a encontrar nuestro camino en un entorno tan caótico? ¿Qué resultado podemos esperar? "Desde el santuario el Señor envía ayuda, y apoyo desde Sion".




El filósofo danés Sören Kierkegaard, parafraseando a Lutero, dijo: "La oración no cambia a Dios, pero cambia al que ora". Concebir a Dios como un hombre gigante y egoísta que espera que nuestras oraciones satisfagan su vanidad no solo distorsiona el propósito de la oración, sino que también la convierte en una carga pesada, dolorosa y repetitiva. "Que responda a los deseos de tu corazón y te conceda todas tus peticiones".



Celebramos al Señor porque él sostiene a su pueblo; porque quien confíe en él siempre podrá ver y reconocer su infinito amor, cuidado y providencia. El salmista nos insta a no confiar en nuestras propias fuerzas o recursos, sino en el amor y la bondad del Señor. "Algunos confían en carros y otros confían en caballos, pero nosotros confiamos en el Nombre del Señor nuestro Dios".


viernes, 11 de junio de 2021

Santo, santo, santo es el Señor

"¡Rindan al Señor, seres celestiales; rindan al Señor la gloria y el poder! ¡Ríndanle la gloria digna de su nombre! ¡Adoren al Señor en su santuario hermoso!" Salmos 29.1-2


Todo lo que se necesita es una fuerte tormenta para hacernos olvidar nuestra seguridad, nuestro progreso y nuestro orgullo. Volvemos a ser seres primitivos llenos de miedos y dudas. El salmo 29 comienza con un llamado a los "seres celestiales", es decir, a las potencias celestiales que comunican el poder de Dios. De manera poética, el salmo exalta la verdad, el amor y el poder de Dios en las potencias de la naturaleza. Toda la creación, todas las fuerzas, manifiestan y glorifican el poder y la sabiduría del Señor. Él solo es digno de gloria y honor.




Quien no sepa que las cosas singulares en las palabras del salmista, como en todas las expresiones, son sagradas y divinas, puede decir dentro de sí mismo, si es un simple hombre natural, lo que esto puede significar, que el Señor se sienta sobre las aguas. , o que con su voz rompe los cedros, hace bailar al becerro, y el Líbano como becerro salvaje; que hace que las tierras produzcan, con varios otros detalles; porque no sabe que el poder de la Verdad Divina, o la Palabra, es descrito por estas cosas en el sentido espiritual.


En este sentido, por la voz del Señor, que está en el trueno, se entiende la Verdad Divina o Verbo en su poder; por las grandes aguas en las que se sienta, se comprenden sus verdades; por los cedros y por el Líbano, que rompe, se entienden los falsos principios del ser humano racional; para un becerro y un becerro salvaje, los falsos principios de la humanidad natural y sensual; por una llama de fuego el afecto de la falsedad; por un desierto y el desierto de Cades la iglesia donde no hay verdad ni bien; por ciervos que el Señor da a luz, significan a los gentiles que están en el bien natural; y por los bosques que Él revela se significan las ciencias y el conocimiento que la Palabra les trae. "El Señor fortalece a su pueblo; el Señor da a su pueblo la bendición de la paz".