martes, 28 de junio de 2016

El sentido de la vida


No soy propietario de mí mismo.
Porque no me es posible vivir
si, alocado, corro veloz a morir.
 
Pero si el Espíritu me guía
mi falsedad se hará nada, y viviré.
Pues esa el la voluntad del Amor.

El Amor me ha formado 
para una vida plena y fructífera, 
siguiendo al primogénito en la senda 
trazada desde toda la eternidad.

viernes, 24 de junio de 2016

El amor es la prueba

"Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos." Juan 13.34-35



Las disputas sobre la religión verdadera han sido, y son, una de las plagas más ponzoñosas de la humanidad. Jesús, sin dobleces, enseñó que no son los ritos ni los dogmas los que identifican a los hijos e hijas de Dios, sino el amor. Sin amor, el conocimiento y la religiosidad no son más que vanidad, un ornamento externo, pomposo e inútil. Según Jesús, entonces, conoce a Dios realmente quien manifiesta en la propia vida el amor, la compasión y la justicia; en resumen, el carácter divino. Si las doctrinas, las prácticas espirituales y la adoración comunitaria no producen frutos de amor, son maldiciones más que bendiciones.

"Se sabe quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo, porque cualquiera que no hace el bien o no ama a su hermano, no es de Dios. Éste es el mensaje que han oído ustedes desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Pues porque los hechos de Caín eran malos, y los de su hermano, buenos." 1 Juan 3.10-12

El amor no es, ni puede ser, parcial o segmentado. El amor que distingue a los "hijos de Dios y los hijos del diablo" se extiende sin fronteras, sin distinciones, sin preferencias. El amor piensa con benignidad, habla con misericordia, y actúa con justicia. No son las doctrinas, por correctas que sean; ni las prácticas piadosas, por benéficas que nos parezcan; ni siquiera la adoración a Dios, por muy justa y digna que es; sino en el amor donde reside el testimonio, la piedra de toque de la religión verdadera. ¿Queremos saber si estamos en la fe? El amor es la única prueba.


martes, 21 de junio de 2016

Libres

Sin un poco de modestia pretendemos
ser lo que no somos y resplandecer.
Sin embargo sabemos. ¡Oh, sí!
Sabemos que nuestra justicia es nada.

Ninguno es premiado por someterse
a preceptos, sino por pura bondad amorosa. 
La eternal misericordia nos reconoce 
hijos amados en el Hijo amado. 

Y nuestra justicia es creer, no cumplir. 
Porque libres fuimos hechos por la justicia
del amor y no la que viene de la ley.


viernes, 17 de junio de 2016

El único Mediador

"Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste." Juan 17.3

Cuando hablamos de vida eterna se entremezclan en nuestro interior emociones, pensamientos y convicciones de las más variadas. Imaginamos, posiblemente, una versión mejorada de nuestra existencia que se extiende sin límite en el tiempo. Pero, con un poco de atención nos damos cuenta de que Jesús debe haber hablado de algo muy distinto a eso cuando hablaba de "vida eterna".

La vida eterna, según Jesús, consiste en saber quién es Dios y quién es Jesús, no de modo intelectual, sino como se conoce a la propia familia. La vida eterna es calidad, no cantidad, y consiste en oír y hacer caso a la palabra de Dios. Dios escogió revelar la vida eterna por medio de la vida, enseñanza y acciones de Jesucristo. La vida eterna es, en pocas palabras, la plenitud de la vida humana.

"Cualquiera que reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, vive en Dios y Dios en él." 1 Juan 4.15

El Padre, en su infinito amor y sabiduría, dispuso que conociésemos y compartiésemos su voluntad y su carácter en nuestras relaciones con nuestros semejantes. No conoce realmente a Dios quien no se relaciona plenamente con su prójimo (cf. 1 Juan 4.20). El conocimiento de Dios se manifiesta en conocer a aquellos y aquellas creados a su imagen y semejanza, y ahí reside la vida eterna, vida en plenitud.

El apóstol Pablo escribió: "Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres..." ¿Queremos realmente saber qué es y experimentar la vida eterna? Encontremos en Jesús y en su completa humanidad, en su amor, en su compasión y en su justicia, el carácter de Dios que transforme nuestra visión y nuestra existencia.

martes, 14 de junio de 2016

Otra vida


"Nada es lo que parece" dicen
los que, huyendo de lo obvio,
desean excusarse de sí mismos.
¿No lo hago también yo?

No sabemos que otra vida 
es nuestra vida plena. 
Sumergidos en su esencia
morimos a la ilusión.

Resurgidos del agua primordial
una nueva vida asoma
en la vida que es eterna.

También yo fui invitado
a caminar y ver los matices
de esa otra vida.

viernes, 10 de junio de 2016

La religión verdadera

"Oye, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas." Deuteronomio 6.4-5

¿Cuál es la religión verdadera? Esa pregunta ha sido, y es, un disparador seguro de las más encarnizadas disputas, de los argumentos más rebuscados en una u otra dirección, y de las más salvajes atrocidades que el ser humano pueda cometer. La religión verdadera es aquella que adora al Dios único, manifestando y reflejando su carácter divino.

Jesús, que a primera vista parece hablar de otra cosa, resume la religión verdadera como reflejar el carácter de Dios: "Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto." Esa perfección o completitud no es algo etéreo o inalcanzable, sino que es la actitud consecuente de quien pone su esperanza en el Eterno. Él hizo cielo, tierra y mar, y todo lo que hay en ellos, con amoroso cuidado los sustenta y les da vida, y también a cada uno de nosotros.


Ser "perfectos, como su Padre que está en el cielo" no significa huir del mundo ni de su realidad, más bien es lo contrario. ¡Dios ama infinitamente a su creación! Y sus hijas e hijos debemos amarla de la misma manera. El Padre es fiel y siempre mantiene su palabra, sus hijas e hijos también. El Señor hace justicia a los oprimidos y da de comer a los hambrientos, entonces el amor y la compasión son señales de la perfección de los hijos e hijas de Dios.

Santiago, el hermano de Jesús, escribió: "Si alguno cree ser religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve de nada. La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es ésta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y no mancharse con la maldad del mundo." Santiago 1.26-27

Felices aquellos que visitan y anuncian libertad a los presos. Felices los que devuelven la vista a los ciegos con la luz del amor de Cristo. Felices los que se apresuran a levantar a los caídos. Felices los que hacen de la verdad e integridad su carácter, aun a costa de sufrir perjuicio. Felices los que protegen a los extranjeros y sostienen a los huérfanos y a las viudas. Felices los que sin temor denuncian a los malvados y opresores. ¡Ellas y ellos practican la religión verdadera!

martes, 7 de junio de 2016

Pura gracia


Hablamos de amor y eternidad,
de Dios y sus misericordias.
Pero en el fondo, odiamos
y nos rebelamos ante la verdad
de que no es nuestra la gloria,
que no nos pertenece la vida.
Al legislador el Altísimo le dijo: 
«Tendré misericordia de quien yo quiera, y tendré compasión también de quien yo quiera.» 

Todas los esfuerzos, todas las victorias,
son nada a los ojos de quien ve los corazones.
No depende del deseo ni la férrea voluntad, 
sino de la compasión del Único que es. 
A quien confiaba en su poder y prestigio le fue dicho: 
«Te hice rey precisamente para mostrar en ti mi poder y para darme a conocer en toda la tierra.» 
Ciertamente, misterioso es el camino y el propósito 
de Aquel que hace todo según su voluntad.

«Siendo así, ¿de qué puede Dios culpar al hombre, si nadie puede oponerse a su voluntad?»
Su pura Justicia es también bondad amorosa.

viernes, 3 de junio de 2016

El primero y más importante mandamiento


"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas." Marcos 12.30

Un maestro de la Ley, impresionado por la sencillez y consistencia de la enseñanza de Jesús, le preguntó: "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?" La respuesta de Jesús fue simple y directa, "el primero y más importante mandamiento es amar a Dios."

Gran parte de la humanidad, si fuese consultada sobre el particular, aseguraría que ama a Dios. Que cree en Dios. Que obedece a Dios. Sin embargo, vivimos en un mundo que frontalmente contraría los valores divinos del amor, de la paz, de la compasión y del perdón.

El mandamiento es claro, debemos amar al Señor nuestro Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerza. Eso significa que amar a Dios no es imponer nuestras propias opiniones, valores y costumbres como divinamente establecidas, sino humildemente aceptar que sea Dios quien guíe nuestra vida. Este es el primero y más grande mandamiento, porque todos los demás se incluyen en éste.