viernes, 30 de agosto de 2019

Justicia

"Busquen lo bueno, y no lo malo, y vivirán. Así el Señor, el Dios de los ejércitos, estará con ustedes, como dicen que está." Amós 5.14

Es naturalmente humano pensar que agradar a Dios se restringe a realizar "actos religiosos" o a respetar ciertas normas de moralidad. Ese pensamiento, por nacer del corazón humano, es un fruto y manifestación de pecado.

El propósito de Dios para nuestra vida es siempre el bien. No un bien fingido y egoísta, sino una vida renovada por su gracia y por su amor. "Aborrezcan el mal; amen el bien" (Amós 5.15). La norma, y también el regalo del Señor, es la justicia.


La crueldad, la avaricia, el lujo y la violencia traen la ruina, aunque se enmascaren con actos piadosos. El Señor dice: "Prefiero que fluya la justicia como un río, y que el derecho mane como un impetuoso arroyo" (Amós 5.24). Sólo en Cristo hallamos y se nos ofrece la perfecta justicia, la reconciliación y la vida eterna.

viernes, 23 de agosto de 2019

Rebelión y redención

"Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados." Isaías 53.5


Casi con toda seguridad todos concordaremos, al menos de modo formal, que la vida humana es más que nacer, crecer, reproducirse y morir. Es más que disfrutar del camino entre la cuna y el ataúd. Sin embargo, en la práctica vivimos únicamente para deleitar nuestra vista, nuestro vientre y nuestro orgullo. ¿Duele? Claro que duele cuando se toca la llaga del pecado.

"No amen al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2.15). Aunque la moral sólo califique como pecados, en el caso que lo haga, a actos aberrantes y públicos, la palabra de Dios nos deja bien claro que el pecado es la mundanería que nos lleva a adorar a las criaturas antes que al Creador.

El egoísmo, la sensualidad y la mundanería, aunque placenteros en el momento, sólo pueden llevar a la perdición. Pero Dios no nos ha dejado en el pozo de la decepción; por su misericordia nos ha dado un poderoso Salvador: Jesucristo. "Él mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero, para que nosotros, muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron ustedes sanados" (1 Pedro 2.24).

viernes, 16 de agosto de 2019

Misericordia


"¡Vengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente él nos arrebató, pero nos sanará; nos hirió, pero vendará nuestras heridas." Oseas 6.1

Idolatría, falta de respeto, depravación y corrupción en todos los ámbitos... No son los titulares del periódico de hoy, pero bien podrían serlo. Al profeta Oseas le tocó vivir una época decadente y perversa, no muy diferente a la nuestra.

El pueblo de Israel se había apartado de Dios, de su Palabra y de la obediencia, Dios permitió el castigo, el pueblo se arrepintió y fue restaurado. Cuando volvieron la paz y la prosperidad, Israel recayó en sus pecados y depravaciones, y vino a estar en un estado peor que antes. ¿No es una experiencia conocida también para nosotros?


En Cristo, Dios nos ha dado completo perdón de pecados. Esa no es una licencia para relajarnos y vivir de forma disoluta; es el llamado y la garantía de una transformación radical. "Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios" 2 Corintios 5.21.

viernes, 9 de agosto de 2019

Buen rumbo

"En aquellos tiempos no había rey en Israel, y cada quien hacía lo que le parecía mejor." Jueces 17.6

Cuando era adolescente, como casi todos, pensaba que cualquier opinión que no fuese la mía estaba equivocada. Padres, maestros, pastores, autoridades, todos estaban irremediablemente equivocados. Mi verdad era la verdad por el simple hecho de ser mía... Cuando era adolescente, me di muchas veces la cabeza contra la pared por negarme a escuchar razones de quienes sabían más que yo.

Al crecer, la mayoría de las personas, también yo, aprendemos a maquillar esa actitud rebelde de la adolescencia, pero no la abandonamos. Seguimos pensando que nuestra manera de ver y hacer las cosas es la manera correcta y todos los demás están equivocados... Incluso Dios; ¡sobre todo Dios! Así como los antiguos israelitas de la época de los jueces, queremos seguir siendo llamados cristianos, pero cada quien hace lo que le parece mejor.


Dios, que nos ama infinitamente, nos dio a su Hijo Jesucristo, no solamente para perdonar nuestros pecados, sino para transformarnos a su imagen. "Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor" (Mateo 9.36). Jesús es nuestro Salvador, y también nuestro Maestro y Pastor. No necesitamos preguntarnos por el camino correcto, mucho menos imponerlo nosotros mismos, porque Jesús es el camino, el rumbo y el destino.

viernes, 2 de agosto de 2019

Dios nunca falla

"¡Alabado sea el Señor, que te concedió tener un nieto que te rescatara! ¡Su nombre será celebrado entre los israelitas!" Rut 4.4

Dicen que la paciencia es una virtud rara, sobre todo porque nos resulta difícil ser pacientes para llegar a tener paciencia. Pero los pequeños logros, las señales parciales, con frecuencia nos sirven para aliviar un poco la ansiedad y animarnos a seguir esperando.

Noemí y Rut habían pasado por muchas penurias juntas. Viudas, pobres, sin ninguna posibilidad de salir de su situación. En esas circunstancias Rut se casó con Boaz y tuvo un hijo, y Noemí un nieto para alegrarse. El niño, Obed, sería el abuelo de rey David, de quien vendría el Mesías, Jesucristo, alegría de toda la humanidad.


Es probable que nos desanimemos a veces, que perdamos la paciencia, que desconfiemos del cuidado de Dios. Sin embargo, una y otra vez Dios nos consuela con su amor, nos sostiene con su fuerza, nos guía con su sabiduría. Aunque nuestra paciencia falle, igual podemos alegrarnos, porque Dios nunca falla. "Regocíjense en el Señor siempre. Y otra vez les digo, ¡regocíjense!" Filipenses 4.4