viernes, 26 de junio de 2020

Testigos

«Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.» Hechos 1.8

Los que hemos sido bautizados, hemos nacido de nuevo del agua y del Espíritu. El don del Espíritu Santo nos fue dado sin medida ni condiciones. No obstante, el poder del Espíritu Santo no se nos ha concedido ociosamente, sino para que seamos testigos de Cristo en el mundo.


El carbón y el diamante son del mismo material: de carbón. El carbón absorbe la luz; el diamante la refleja. Hay cristianos que son semejantes al carbón y los hay que son semejantes al diamante. Al examinar sus creencias, son iguales; pero al examinar su vida, sus costumbres, su utilidad en la iglesia y en la sociedad... ¡no son iguales! Unos son opacos y otros luminosos. Cada cristiano debe examinarse para saber si es carbón o si es diamante.

Independiente de nuestra vocación específica, todos los cristianos fuimos llamados a un propósito mayor: "son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable." 1 Pedro 2.9

viernes, 19 de junio de 2020

El Salvador

«Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.» Lucas 19.10

Es bastante frecuente, lamentablemente, en nuestra sociedad escuchar la expresión "soy el hijo de" para obtener privilegios, librarse de responsabilidad u ocultar faltas. No así Jesús, el Hijo de Dios, e Hijo del Hombre, quien con inefable amor se acerca a cada uno de nosotros.


Los grandes y poderosos, los ricos y famosos, o cualquiera que crea tener cierta importancia real o fingida, espera que quienes tengan necesidad se acerquen a ellos. Nuevamente, Jesús rompe las máscaras que construye el pecado y es él mismo quien va en busca de quienes lo necesitan, o sea, todos nosotros.

El rey del universo, el Hijo unigénito de Dios, "imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación" (Colosenses 1.15), no dudó en hacerse uno de nosotros para ser nuestro Salvador. El amoroso Salvador aún hoy viene, nos busca y nos llama por medio de su Palabra y Sacramentos, para perdonarnos y hacernos herederos de su reino.

viernes, 12 de junio de 2020

Firmes en la libertad

"Manténganse, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud." Gálatas 5.1

Los acontecimientos recientes, en todo el mundo, nos han dejado bien claro el inmenso valor de la libertad. La obligatoria cuarentena, el encierro y la monotonía oprimen no sólo el cuerpo, sino también la mente y el corazón. Todo lo que nos parecía ínfimo, ahora nos parece de vital importancia.

Desde nuestro nacimiento, vivimos encerrados en la prisión del pecado, en la monotonía de los hábitos adquiridos. Y tanto nos acostumbramos que llegamos a considerar nuestro cautiverio como perfecta libertad. Únicamente en Cristo podemos ser realmente libres.


Cristo nos ha hecho libres de la esclavitud y de la vanidad de los reinos malos de este mundo para hacernos herederos del reino celestial. No por ritos y leyes, ni por voluntad nuestra, sino por su propia vida, muerte y resurrección. ¡Gloria a Dios! ¡Cristo nos hizo libres!

viernes, 5 de junio de 2020

Nueva vida

"Recorran todo el campamento y díganle al pueblo que prepare comida, porque dentro de tres días ellos cruzarán el Jordán para tomar la tierra que el Señor nuestro Dios va a darles." Josué 1.11

"Sin cruz no hay corona" decía un antiguo lema. Eso es cierto tanto en todos los aspectos de la vida, especialmente nuestra vida espiritual. No es que la vida cristiana sea una vida de sufrimiento y penurias como algunos piensan, sino que cada día debemos hacer morir el pecado en nosotros y vivir la vida nueva que nos fue dada en el Bautismo.


Moisés había fallecido en la montaña. Él pudo ver la Tierra Prometida, pero no entró en ella. Fue Josué quien guió al pueblo más allá del río Jordán. La ley puede darnos una visión del cielo, pero no puede conducirnos allá; es Jesús, con quien nos identificamos en las aguas bautismales, quien nos conduce a su reino y nos da, por pura gracia, una vida nueva y plena.

¡Hay tantas voces que quieren confundirnos! No obstante, hay un sólo camino a la plenitud de vida: Jesús, el Hijo de Dios. "Pero si no les parece bien servirle, escojan hoy a quién quieren servir, si a los dioses que sus padres adoraron cuando aún estaban al otro lado del río, o a los dioses que sirven los amorreos en esta tierra donde ahora ustedes viven. Por mi parte, mi casa y yo serviremos al Señor." Josué 24.15