viernes, 31 de marzo de 2017

Pasado [fragmentos]

El mundo luminoso, el Templo sagrado, y mi corazón
son sagrario de tu espíritu, no mercados ni burdeles.

Se pierde muy fácil quien ignora el mapa eterno,
el dueño del campo no nos ha dejado a ciegas.

No todo lo que brilla es oro, mostrarse puede engañar.
Lo que importa es lo de adentro, el valor está en el corazón.

Cuando la conciencia se apaga, todo es lo mismo,
y el amor se va apagando como la débil llama de una vela.

Confiar en la propia riqueza es necio, inestable,
todo cuanto tenemos puede ser quitado sin aviso.

Aunque me sienta caido, pobre y desterrado;
la luz de otro me levanta y me hace resplandecer.

En esta soledad y este desierto, seco, ardiente,
me pregunto por qué te fuiste y me dejaste solo.

Esa soledad es nada, un espejismo doloroso.
Fuiste delante de mí a prepararme un oasis.

Vino un hombre, conocedor del desierto,
ofreciendo cambiar al pasar por el agua.

Y al verme postrado, me miraste compasivo,
tu perdón afirmó mis pies, y me levanté.



martes, 28 de marzo de 2017

El Padre y yo somos uno

Vivimos en un mundo agitado y caótico que, inevitablemente, va minando nuestro equilibrio físico, mental y espiritual. El ritmo acelerado de la vida contemporánea hace cada vez más difícil conservar la paz. La tensión constante produce frustración y, frecuentemente, afecta la salud. Jesús, durante su ministerio, también enfrentó numerosas tensiones. Cansancio, hambre, tentaciones, rechazo e incomprensión. Finalmente, fue acusado injustamente, insultado y condenado a la muerte en una cruz. ¿De dónde obtenía Jesús fortaleza y serenidad? 

"El Padre y yo somos uno solo." Juan 10.30

Jesús tenía plena consciencia de quién era. Confiaba en el Padre, y en la misión divina que se le había encomendado. No tenía dudas de su llamamiento como Profeta, Sacerdote, Rey e instrumento de la gracia de Dios. Estaba en el mundo, sin ser parte de él. Centrado en la presencia de Dios, él pudo lidiar con todas las tensiones sin perder jamás la fe ni la paz interior. 

Habiendo dado el ejemplo, también nosotros somos llamados a vivir en el mundo sin dejarnos enredar por él. Jesús vivió constantemente en una conciencia de pura armonía con el Espíritu, en unidad con Dios, obteniendo de allí la fuerza para estar en paz y cumplir su misión. Practicando diariamente la presencia de Dios, nosotros también podemos experimentar "paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender".

"Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo." Juan 16.33

viernes, 24 de marzo de 2017

Regresaré a casa de mi padre

Diariamente tomamos incontables decisiones, algunas sencillas y casi indiferentes, y otras tan importantes que pueden afectar muy profundamente nuestras vidas. Todo lo que experimentamos es un efecto directo o indirecto de las elecciones que hacemos, de los caminos que elegimos. Por medio de sencillas parábolas, Jesús enseñó principios universales que sirven como guía para tomar buenas decisiones y para enmendar el camino cuando hemos tomado malas.

Un ejemplo lo encontramos en la conocida parábola del "hijo pródigo" que ilustra cómo una decisión espiritual puede superar las circunstancias negativas. El hijo menor, revelándose contra su padre, tomó su parte de la herencia y se marchó a tierras lejanas. En poco tiempo despilfarró  toda su riqueza y se vio forzado a cuidar cerdos para ganarse la vida. Las decisiones que tomó lo llevaron a lo más bajo, algo que de una u otra forma nos puede pasar a todos. Pero, el dolor que provocan las malas decisiones muchas veces nos motivan a cambiar, y en la parábola el hijo decidió retornar a la casa paterna y admitir su error. Mientras iba de camino, pensaba pedir a su padre que lo recibiese al menos como a un siervo. Sin embargo, él lo estaba esperando; y al ver a su hijo en el camino corrió hacia él, lo besó y lo abrazó. aunque el hijo pensaba humillarse, el padre estaba más que dispuesto a demostrar amor, compasión, bondad, perdón y comprensión.

Si bien a los oídos contemporáneos puede sonar a beatería pueril, la verdad es que considerar los valores eternos nos dará una guía certera para tomar decisiones adecuadas. Considerar las enseñanzas de la palabra de Dios y la permanente presencia de Dios nos permitirá tomar decisiones sabias. Confiar nuestros caminos a Dios en oración y meditar sobre los preceptos que él reveló nos proveerá una guía segura para la vida.

"Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto." Proverbios 3.5-6


martes, 21 de marzo de 2017

Pienso [fragmentos]

Los silencios de la luz dan sabor
a la canción de cuna que se aleja.
Soplo, brisa, viento, huracanes,
las voces se confunden en mí.

Una historia que nunca fue se teje
desordenadamente con elocuencia.
Pienso, ¿por eso existo? Pienso...
Y la vida se escapa entre las hojas.

Enciendo la oscuridad cada vez que 
quiero encerrar lo que es en palabras
silenciosas dentro de mí, no de ti.

Pienso, ¿por eso existo? Pienso...
Pienso, y me voy perdiendo. Pienso...
La verdad es una nada, vacía de mí.


viernes, 17 de marzo de 2017

Conocer la Verdad, no inventarla

"En tu palabra se resume la verdad; eternos y justos son todos tus decretos." Salmos 119.160

No escapa a ninguno de nosotros que vivimos en un ambiente de extremo relativismo. Cada quien puede erigir sus opiniones, o incluso sus ensoñaciones, en verdad completa, sin necesidad de someterlas a la prueba de la experiencia. Es imperativo, si no queremos caer en la absoluta locura, recordar que la Verdad es cierta porque es cierta, y no porque nosotros la hagamos cierta. La oración y la meditación sobre la Verdad nos permiten afirmarnos sobre un sólido cimiento.

No significa esto que la oración vaya a cambiar las cosas por nosotros, sino que transforma nuestra percepción de acuerdo con la Verdad. La Verdad en sí, por cuanto es verdad, no cambia. Como dijera el reformador Martín Lutero: «La oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad.»

"Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres." Juan 8.32


Es necesario enfatizar que la Verdad es veraz por su propia naturaleza, independientemente de que a nosotros nos parezca así o no. Si pudiésemos vivir de acuerdo con ella en cada fase de nuestra vida, sería maravilloso, pero la Verdad no sería más cierta por esa causa. La Verdad no deja de ser verdad por el hecho de que nadie la conozca ni la practique, ni el error deja de ser error por el hecho de que la mayoría lo considere correcto.

La Verdad divina es perfecta, eterna e inmutable, y creerlo así, aunque al inicio haya dificultades, es la única forma de alejarse del error y la confusión del relativismo. Oremos a quien es la Verdad en sí mismo, y meditemos en la revelación de esa Verdad para adquirir sabiduría.

"Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno." Santiago 1.5

martes, 14 de marzo de 2017

No juzguen a otros

"No juzguen a otros, y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros, y Dios no los condenará a ustedes. Perdonen, y Dios los perdonará." Lucas 6.37

El Sermón de la Montaña presenta, en secuencia, una serie de consejos muy prácticos para la vida. Jesús nos enseña a no criticar para que, a su vez, no seamos criticados. El Maestro nos enseña a considerar primero nuestras propias faltas antes de hacer un recuento de los errores de otros. Cuando  nos juzgamos sinceramente, empezamos a darnos cuenta que aquello que nos molesta en los demás también está presente en nuestras propias vidas. Aceptar y acoger nuestra propia humanidad, con sus luces y sombras, produce en nosotros un cambio de actitud hacia los demás.


Nuestras relaciones personales, los medios de comunicación, la política de las naciones, todo parece basarse en el conflicto y en la crítica destructiva hacia el otro, hacia el diferente. Nos parece natural permitir que el conflicto llegue a ser un modo de vida, nuestro modo de vida. Sin embargo, Jesús nos advierte acerca de los resultados negativos que sobrevienen cuando insistimos en juzgar, denigrar o injuriar a otras personas.

El consejo práctico fundamental que nos da Jesús es examinarnos a nosotros mismos antes de juzgar a otros. Reconocer que no somos mejores que los demás. Es posible que no tengamos los mismos pecados, errores o faltas de nuestro prójimo, pero es seguro que tenemos los nuestros. Aprender a examinarnos y juzgarnos a nosotros mismos cambia nuestra manera de ver a los demás, trae mayor  tolerancia, perdón y armonía para todos.

"¿Quién se da cuenta de sus propios errores? ¡Perdona, Señor, mis faltas ocultas!" Salmos 19.12

viernes, 10 de marzo de 2017

Nombres [fragmentos]


La voz del ángel habló al padre confundido;
un nombre puede ser más que una palabra.

Como paloma solitaria y herida, mi alma
encuentra paz entre la reunión de tus hijos.

Pureza inmaculada del agua que limpia,
el fuego purifica hasta la última mancha.

Se acercó la promesa que jamás estuvo lejos,
volver la mirada a su presencia es el secreto.

Frente a la Ley eterna mi reflejo palidece, duele
saber de mi nada, y un todo se me regala de gracia.

Si mi justicia es la que los hombres admiran, nada
vale; únicamente en secreto la rectitud resplandece.

¡Tantas palabras se dicen sin sentido! No valen.
La palabra secreta es acoger la presencia de luz.

Cada ser tiene su hogar en el mundo, pero no hay
reposo aquí para quien se sabe ciudadano del cielo.

Nada que nazca de mis manos puede darme paz,
el remedio es la misericordia, nunca el sacrificio.

Mi grandeza es ser pequeño, un grano de arena.
Mi sabiduría es no saber nada en absoluto.

martes, 7 de marzo de 2017

No se preocupen

Los afanes de la vida cotidiana suelen ser la causa principal de nuestra falta de paz. Somos capaces de afrontar con valentía y entereza las más grandes tragedias, pero perdemos la cabeza por qué vamos a comer hoy, o qué ropa nos pondremos. En el sermón del Monte, un discurso altamente espiritual pero muy práctico, Jesús aconsejó a sus oyentes sobre cómo lidiar con la preocupación.

"Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?" Mateo 6.25

Jesús sabía muy bien que la preocupación absorbe y agota nuestra energía física, mental y espiritual, por eso instruyó a quienes lo oían, y a nosotros también, sobre el modo de enfrentar el afán, la preocupación y la falta de confianza.

La mayor parte de nosotros, ocasionalmente o con frecuencia, se ha preocupado por la propia seguridad económica, la crisis social o la incerteza acerca del futuro. Sin embargo, Jesús afirmó que podemos confiar en Dios para proveer lo necesario.

Es verdad que el futuro es incierto, pero debemos reconocer que la mayor parte de nuestros afanes no provienen de la carencia real, sino del deseo excesivo. Es muy probable que, al confiar nuestras necesidades a Dios, no recibamos todo lo que deseamos, pero con toda seguridad tendremos lo que necesitamos. 

"No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas." Mateo 6.34


Jesús nos exhorta a no preocuparnos por cosas como el alimento, la bebida o el vestido. Ese es el secreto para no permitir que el afán ocupe nuestros pensamientos y nos esclavice de tal modo que dejemos de vivir el presente. Él nos enseñó a mantenernos libres de la ansiedad sobre el mañana o, en otras palabras, vivir un día a la vez.

"El Señor es mi pastor; nada me falta." Salmos 23.1

En la práctica, la enseñanza de Jesús acerca del afán puede resumirse así: una firme confianza en las promesas benévolas de Dios reduce o elimina la preocupación. Nuestra responsabilidad es enfrentar cada día con fe y entusiasmo, dejando el futuro en la manos de Dios.

viernes, 3 de marzo de 2017

El orden de la Creación

"Jesús dijo también: Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra semilla en la tierra: que lo mismo da que esté dormido o despierto, que sea de noche o de día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma: primero el tallo, luego la espiga y más tarde los granos que llenan la espiga. Y cuando ya el grano está maduro, lo recoge, porque ha llegado el tiempo de la cosecha." Marcos 4.26-29

En algún momento de nuestras vidas, aunque más no haya sido durante un sencillo experimento escolar, todos nosotros hemos visto germinar una semilla, esperando la aparición del brote y alegrándonos al ver cómo de elevaba el pequeño tallo. Es un orden tan obvio que pocas veces paramos a pensar en él; primero la semilla, luego el brote, finalmente la planta. Nadie en su sano juicio pensaría plantar el tallo y esperar que la semilla saliese hacia arriba; sin embargo, ¡hacemos exactamente eso en muchos de nuestros asuntos! 

Vivimos en medio de una cultura de resultados. Lo que importa es el fruto, sin importar el proceso. Con frecuencia, todos nosotros esperamos comenzar directamente por la planta. Pensamos que nuestra vida, o las circunstancias, podrían cambiar tan solamente modificando la condiciones exteriores. Pero eso es tan descabellado como intentar plantar el tallito germinado en el frasco y que de éste brote la semilla; sencillamente estamos trabajando fuera del orden de la creación.

"Háganlo todo decentemente y con orden." l Corintios 14.40

Jesús ilustra con gran simplicidad cómo Dios actúa. Todo inicia en el interior, en el lugar secreto. El orden divino del universo pone primero la semilla y luego viene la planta, y nunca puede ser invertido. Así también es la manifestación de la palabra de Dios en nuestras vidas, primero es oída y plantada en lo íntimo del corazón, y siguiendo el orden germina y brota expresándose en el tallo la fe, las hojas de la esperanza y el fruto dulce del amor.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Conversión

"Ya se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias." Marcos 1.15

Todos sabemos que hay cosas para cambiar en nuestras vidas. Algunas son cosas obvias, otras son más sutiles. Sin embargo hay algo que es esencial cambiar, y no podemos hacerlo solos, es nuestra relación con Dios. Jesús nos invita a volvernos a Dios, cambiar nuestra forma de pensar, dejarnos transformar en el espíritu de nuestra mente.


La mayoría de nosotros está dispuesta a cambiar nuestra manera de pensar y nuestra actitud hacia un problema, especialmente cuando hemos escuchado alguna enseñanza o exhortación al respecto, pero pocas veces somos capaces de perseverar. Esto no es a causa de la debilidad de nuestra voluntad, que por cierto sí es débil, sino a que no nos hemos dirigido a la raíz del problema.

Esta es la clave para experimentar la voluntad de Dios. Si cambiamos nuestra forma de pensar acerca de cualquier cosa o circunstancia, negándonos a verlas como el mundo las ve, y dejamos que la palabra divina nos instruya, indudablemente veremos una transformación radical. La dificultad no estriba en reconocer esto, sino en mantenernos firmes.

"Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer. No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto." Romanos 12.1-2

No podemos solos, y es por eso que Dios viene en nuestro auxilio aún antes que se lo pidamos. No necesitamos grandes preparativos, ni una carácter especial, podemos experimentarlo ahora mismo. Entreguemos nuestras más preciadas opiniones, nuestra sabiduría y nuestra prudencia a Dios, cambiemos nuestra mente con relación nuestra vida entera, y mantengámosla cambiada; sin dudas nos asombraremos de las grandes cosas y el cambio que percibiremos.