viernes, 21 de abril de 2017

Ameliteo [fragmentos]


Lo real es Uno, siempre luminoso, cálido,
dador de vida, paz, justicia y compasión.
Sin miedo abro los ojos, y te invito a ti
también... puedes ver en la visión y ser.

Admiro la colosal construcción y me asombro,
pero la piedra jamás contendrá la luz  del Templo.

El beso del traidor es también el mío, fingido.
¡Ay! Si al menos fuese capaz de reconocerlo.

Está oscuro y hace frío, hace frío y está oscuro.
No son las nubes, ni el viento, son mis ojos.

Quiero ir con quienes van hacia el sepulcro,
pero la piedra es pesada para mis pobres manos.

Hoy puedo ver, y te invito a que veas también:
En esta luz y verdad la vergüenza se esfuma.

martes, 18 de abril de 2017

Hay alegría en la presencia de Dios

El filósofo dinamarqués Soren Kierkegaard, parafraseando a Lutero, escribió: «La oración no cambia a Dios, pero sí cambia a quien ora». Concebir a Dios como un hombre gigante y egoísta que espera nuestras oraciones para satisfacer su vanidad no solamente desnaturaliza el propósito de la oración, también la transforma en una carga pesada, dolorosa y repetitiva.


"Me mostrarás el camino de la vida. Hay gran alegría en tu presencia; hay dicha eterna junto a ti." Salmos 16.11

Orar o meditar no es una obligación, es un privilegio. La plegaria es un encuentro íntimo con Dios, debe ser gozosa y llena de significado. A diferencia de lo que popularmente se piensa, explícita o implícitamente, la oración no se limita a los momentos que consideramos «espirituales». En la presencia de Dios, y en la luz de su Verdad, todo lo que hacemos es oración.

"Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense!" Filipenses 4.4

Dios ha creado todo con amor y belleza, y nos ha concedido el privilegio de gozar de su maravillosa creación. Debemos reservar tiempo para el ocio y el esparcimiento, o nos volveremos improductivos y destructivos. La recreación consiste en disfrutar de la alegría, que es una expresión de Dios, y no como un tiempo perdido que sirva para orar mejor después. La alegría manifestada en cada momento y actividad de nuestra vida, es la oración más santa de todas.

viernes, 14 de abril de 2017

Nuestra Pascua


La Pascua resume en sí misma todo el plan de Dios para la regeneración de la humanidad. El Creador no nos hizo para vivir en la limitación, el miedo y el error, sino para glorificarlo y gozar para siempre de su comunión. El propósito de la Providencia es que despertemos a nuestra verdadera naturaleza espiritual, muriendo a las obras de las tinieblas, y resucitando con Cristo para vivir de una forma completamente nueva. Esa es la verdadera Pascua.

"Así que echen fuera esa vieja levadura que los corrompe, para que sean como el pan hecho de masa nueva. Ustedes son, en realidad, como el pan sin levadura que se come en los días de la Pascua. Porque Cristo, que es el Cordero de nuestra Pascua, fue muerto en sacrificio por nosotros. Así que debemos celebrar nuestra Pascua con el pan sin levadura que es la sinceridad y la verdad, y no con la vieja levadura ni con la corrupción de la maldad y la perversidad." 1 Corintios 5.7-8

Jesús, nuestro Redentor, enfrentó la oscura noche del Getsemaní, la traición, el abandono y el desprecio; atravesó la dolorosa cruz del Calvario, y por la senda de la muerte fue hacia la gloriosa resurrección del día de Pascua. Cada uno de nosotros es invitado a contemplar por fe la obra del Salvador, siendo crucificados al mundo, para que ya no vivamos por nosotros mismos, sino que la vida de Cristo resplandezca en la nuestra.

"[Cristo] fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para hacernos justos." Romanos 4.25

Por medio de la fe, cada uno de nosotros debe aspirar a hacer la misma senda en sí mismo, de lo cual nuestro bautismo es un permanente memorial de que con Cristo hemos muerto a los deseos del mundo, con él fuimos juntamente sepultados, y juntamente con él hemos sido resucitados a una nueva vida. Nuestra Pascua ya fue sacrificada, ya no vivimos en el temor y la oscuridad del pecado, ahora tenemos libre acceso al santuario. ¡La vida venció a la muerte para siempre!

"Hermanos, ahora podemos entrar con toda libertad en el santuario gracias a la sangre de Jesús, siguiendo el nuevo camino de vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo." Hebreos 10.19-20

martes, 11 de abril de 2017

Espejismos


La razón me esclaviza a sus fantasmas,
razonamientos sobre mil inexistencias.
Nada es menos razonable que atrapar
la verdad entre rejas de palabras vacías.

Desde niño fui engañado por sombras,
enigma de no ser más que un animal
racional, discursante, en las prisiones
que el pensamiento teje entre nubes.

Cada nombre que nombré, cada idea
en mi cabeza no era más que mentira.
La verdad es ella misma, siempre, ya.

En el magnífico silencio que contiene
a todo el Universo, respiro y me digo:
Mis pensamientos no significan nada.


viernes, 7 de abril de 2017

¿Libertad o determinismo?

"Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad existen y han sido creadas." Apocalipsis 4.11


Sin importar la cultura, clase social, edad o educación, la mayoría de las personas atribuye las cosas que les suceden al azar o un misterioso destino. Los detalles más triviales son tomados como señales seguras de un determinado favor o disfavor. Las casualidades, por insignificantes que sean, son vistas como páginas de un destino inexorable. Las Escrituras afirman sin lugar a dudas que Dios es soberano y que todo está bajo su autoridad.

"En cuanto a ustedes mismos, hasta los cabellos de la cabeza él los tiene contados uno por uno." Mateo 10.30

Todo el universo, desde las inmensas galaxias hasta cada cabello en nuestras cabezas, tiene sentido y propósito. No somos esclavos de eventos accidentales porque no hay tales. La fe nos permite ver lo invisible y esperar contra toda esperanza, en la integridad de la voluntad divina. Este principio es verdadero para cada individuo, y también para cada familia y para cada nación.

"En cuanto a mí, que he vivido una vida sin tacha, tómame en tus manos, manténme siempre en tu presencia." Salmos 41.12

martes, 4 de abril de 2017

Soy la luz del mundo

Jesús enseñó su doctrina de forma sencilla y práctica. Para enfrentar los desafíos de la vida, las enseñanzas de Jesús resultan ser instrucciones positivas, cimentadas sobre la base de una transformación interior. El mensaje de Jesús no es solamente inspirador, también es práctico y aplicable. Una de las señales características del ministerio y la enseñanza del Maestro es la sanidad integral del ser humano.

"Jesús recorría toda Galilea, enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba a la gente de todas sus enfermedades y dolencias." Mateo 4.23

Todos, alguna vez, hemos enfrentado problemas de salud de mayor o menor importancia. A casi todos nosotros nos ha tocado tener que respirar hondo y orar antes de recibir los resultados de un examen médico nuestro o de algún ser querido. No hay cómo negar que la salud es uno de los factores fundamentales de una vida plena. ¿Acaso las enseñanzas de Jesús ofrecen un consejo práctico acerca de las preocupaciones sobre nuestra salud?

Sin dudas los contemporáneos de Jesús lo reconocieron como un auténtico sanador. Aunque las curaciones que Jesucristo realizó eran señales de un mensaje mayor y más amplio, las mismas sirven para ponernos en armonía a nosotros también. El Maestro enseñó, sin ninguna ambigüedad, que la verdadera fuente de toda sanación es Dios. Él demostró su poder divino al curar a la gente que sufría enfermedades e incluso resucitar personas de la muerte. Jesús manifestó la luz y el amor de Dios para sanar, curar y bendecir.

En una ocasión, al sanar a un ciego de nacimiento, Jesús dijo a sus discípulos: “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo” Juan 9.5. La luz sanadora de la presencia de Dios fluye eterna y directamente hacia nosotros. Sin embargo Dios muchas veces se sirve de médicos, enfermeras, y medicamentos apropiados, como medios para restaurar nuestra salud. Dios desea que vivamos en plenitud.


"Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." Juan 10.10