martes, 29 de marzo de 2016

Carne y sangre

Lo que somos y hacemos no es casual.
Un simple paso o el pensamiento es
reflejo de nuestra esencia, somos.


La serpiente astuta que nos engaña
desde las profundidades del abismo.
Dios ha creado al herrero que desde
el corazón aviva el fuego del mal,
fabricando las armas que nos hieren;
el mal es vivir para nosotros mismos.

La serpiente se enrosca, se oculta.
La serpiente habita en la oscuridad 
interna, como un dragón feroz.

Es el sino de nuestra carne y sangre, 
nuestro peregrinar hacia la esencia. 
Hay más que el dolor y el temor, hay luz...
Derrotar la muerte es morir al miedo; 
morir al miedo es matar al diablo
que no es otra cosa que nosotros mismos.

jueves, 24 de marzo de 2016

El Dios de mi Fe


No creo en el dios de los magistrados, ni en el dios de los generales, o de las oraciones patrióticas.

No creo en el dios de los himnos fúnebres, ni en el dios de las salas de audiencias, o de los prólogos de las constituciones, o de los epílogos de los discursos elocuentes.

No creo en el dios de la suerte de los ricos, ni en el dios del miedo de los opulentos, o de la alegría de los que le roban al pueblo.

No creo en el dios de la paz mentirosa, ni en el dios de la justicia antipopular, o de las venerandas tradiciones nacionales.

No creo en el dios de los sermones vacíos, ni en el dios de los saludos protocolarios, o de los matrimonios sin amor.

No creo en el dios construido a imagen y semejanza de los poderosos, ni en el dios inventado para sedar las miserias y los sufrimientos de los pobres.

No creo en el dios que duerme en las paredes o se esconde en el cofre de las iglesias.

No creo en el dios de las navidades comerciales ni en eldios de las propagandas coloridas.

No creo en el dios hecho de mentiras, tan frágil como el barro, ni en el dios del orden establecido sobre el desorden consentido.

El DIOS de mi fe nació en una gruta. Era judío, fue perseguido por un rey extranjero, y caminaba errante por Palestina. Se hacía acompañar por gente del pueblo; le daba pan a los que tenían hambre; luz a los que vivían en las tinieblas; libertad a los que yacían encadenados; paz a los que suplicaban justicia.

El DIOS de mi fe ponía al hombre encima de la ley, y el amor en el lugar de las viejas tradiciones.

Él no tenía ni una piedra donde reclinar la cabeza y se mezclaba entre los pobres...

El DIOS de mi fe no es otro sino el Hijo de María, Jesús de Nazaret.

TODOS LOS DÍAS ÉL MUERE CRUCIFICADO POR NUESTRO EGOÍSMO.

TODOS LOS DÍAS ÉL RESUCITA POR LA FUERZA DE NUESTRO AMOR.

(Extraído del libro "Salmos Latino-Americanos", Frei Beto.)

martes, 22 de marzo de 2016

Predestinados

La azarosa vida de todos los vivientes
parece un sinsentido, una parodia.

Duele no saber por qué o para qué
vivimos, nos movemos y esperamos.

Pero no hay azar para quien sabe que
Somos hijos en el Hijo Eterno.


Antes que los universos fuesen,
éramos anhelos de amor infinito.

El amor es nuestro destino,
nuestra perfección y nuestra santidad.

Todo tiene sentido: Estrellas y piedras,
mares y pájaros, lluvias y humanos.

viernes, 18 de marzo de 2016

Vidas fructíferas

"Cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Ustedes los pueden reconocer por sus acciones, pues no se cosechan uvas de los espinos ni higos de los cardos. Así, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. El árbol bueno no puede dar fruto malo, ni el árbol malo dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. De modo que ustedes los reconocerán por sus acciones." Mateo 7.15-20

Todos nosotros estaríamos en un serio aprieto si para discernir la verdad espiritual estuviéramos a merced de nuestros propios parámetros. Jesús nos enseña una forma universalmente aplicable para probar la validez de la verdad religiosa y espiritual. Es tan sencillo que la mayoría de nosotros la pasa por alto. Se trata simplemente de preguntar: ¿Qué hace la verdad en nuestras vidas? La verdad fructifica en amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Si la verdad no se manifiesta como bien, no es verdad. 


Jesús no se está refiriendo a cualidades de conducta moral, sino a un auténtico cambio espiritual. En arameo, la lengua de Jesús, bueno significa básicamente "maduro", y malo "inmaduro".  Un árbol no puede ser moralmente bueno ni malo, sino maduro o inmaduro. El dicho ofrece un ejemplo de la naturaleza. Antes que legislar sobre una forma exterior de bondad, instruye sobre el tiempo y el lugar, las personas y las circunstancias, la salud y la enfermedad. Si de verdad queremos conocer nuestro estado espiritual, observemos nuestro entorno, comenzando por nosotros mismos. No puede haber nada en el interior, que no se manifieste tarde o temprano en lo externo, ni puede haber nada en el exterior que no corresponda con algo del interior.


"No hay árbol bueno que pueda dar fruto malo, ni árbol malo que pueda dar fruto bueno." Lucas 6.43

martes, 15 de marzo de 2016

Hijos en el Hijo


Cuando nuestro pasado era todavía futuro,
y nuestros días no eran más que pensamiento,
éramos conocidos por el gran desconocido, 
que en su Hijo nos hizo hijos de la eternidad.
Principio y fin son Uno en ese único que, en él,
también nos hace únicos en el Uno.
Es el Hijo el primero entre muchos hermanos
y hermanas que se abrazan en amor.

Cuando nuestro pasado era todavía futuro, nos llamó; 
y el llamado de la amorosa voz paterna, nos hizo justos; 
y nuestra justicia, que es de Otro, nos dio parte en su gloria.

viernes, 11 de marzo de 2016

La benigna voluntad del Padre

A menudo, cuando se habla de la Voluntad de Dios, se la relaciona con acontecimientos desagradables o carencias de todo tipo. De forma explícita o no, para la mayoría de las personas Dios es un padre severo o un juez implacable a la espera que comentamos el mínimo error para hundirnos en el peor de los infiernos. Frecuentemente, nuestras oraciones son más o menos así: "Por favor, Dios, sácame de este apuro, que yo sé, que vas a pensar que no me conviene, porque tú quieres imponerme esta prueba." Demás está decir que una plegaria de esa clase es respondida, como todas las plegarias son respondidas, de acuerdo a la fe del que ora. 

"Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo." Jeremías 29.11


Todos nosotros hemos experimentado que Dios nos atiende a veces y otras, de forma inexplicable, no nos atiende. En este último caso es cuando nos consolamos pensando que hay que resignarse ante la voluntad de Dios. Es decir, casi todos creemos en la práctica que la voluntad del Creador es mala. Pero al mismo tiempo la religión enseña que Dios es nuestro Padre; un Padre infinitamente amoroso sabio y eterno. ¿Nos damos cuenta que ambas afirmaciones no concuerdan? ¿Tiene sentido que un Padre amoroso y sabio pueda sentir y manifestar mala voluntad hacia sus hijas e hijos? La verdad es que la voluntad de Dios, para con todos nosotros, es siempre benigna, con mayor libertad, mayor providencia, nuevas y numerosas oportunidades de servicio al prójimo, y vida más abundante para toda la creación.

"Así hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que vive en el amor, vive en Dios y Dios en él." 1 Juan 4.16

martes, 8 de marzo de 2016

Cada amanecer nacemos niños

Aprendimos el camino a los tumbos.
Cuando éramos niños, cada paso 
iba abriendo sendas eternas, mágicas,
de mano de nuestros padres o en
solitarias aventuras de fantasía.
¿Por qué ya no nos sorprendemos, 
pensando que todo es así como es, 
y dejamos morir en vida al juego de la vida?


Cada amanecer nacemos niños,
hijos e hijas del Único Padre y Madre,
para tomar muy en serio el juego de vivir.
Todos los nombres son nuestros:
Imagen del Uno en uno, 
Hijo de la vida que vive,
Instante eterno, 
Reflejo de Luz incomprensible.

viernes, 4 de marzo de 2016

El camino angosto

El cristianismo no consiste en el cumplimiento de reglas y preceptos mecánicos, sino en la transformación radical de la propia vida. La humanidad está siempre intentando, de todas las formas imaginables, alcanzar su propio bien. Nadie puede hacer esto por otro, es una senda apretada que debe ser recorrida personalmente. A esta transformación de la conciencia, Jesús la compara con una puerta estrecha y un camino angosto que, como él dice, solamente encuentran muy pocas personas.

"Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran." Mateo 7.13-14

Podríamos preguntarnos ¿por qué nos es tan difícil cambiar nuestra manera de pensar? La respuesta es que cambiar la conciencia no es fácil ni instantáneo, requiere constante vigilancia y abandonar hábitos arraigados de pensamiento y conducta. Entrar por la puerta angosta, sin embargo, es el principio de una transformación que bien vale el esfuerzo que pueda requerir.


Un cambio cualitativo de conciencia, la transformación que Jesús propone a sus seguidoras y seguidores, no puede producirse sin la entrega incondicional que requiere entrar por la puerta estrecha y transitar por el camino angosto. La meta es la plenitud de vida, vida eterna y segura.

Las palabras de Jesús, lejos de apuntar a la estrechez moralizante que repetidamente se les ha dado, invitan a una experiencia personal de seguimiento del Maestro. La puerta estrecha y el camino angosto, son imágenes muy acertadas. Tan pronto como nos abrimos a esta conciencia espiritual, percibiremos que todas las cosas trabajan verdaderamente para el bien de aquellos que aman a Dios.

martes, 1 de marzo de 2016

Él


Abuelos, madres, hermanos, todos
somos descendientes de una misma
humanidad; y de esta raza, sin más ni menos,
humano, todo humano, es Él, puro amor.
 
Él no es otro que mi rostro y el tuyo,
el rostro de todos y cada uno,
manifestando el infinito rostro
oculto tras los ojos de la eternidad.

Humano, todo humano, Él así tan
humano es Dios sobre todas las cosas.
Rostro de todos los rostros, Él.