martes, 31 de enero de 2017

Liberación


Las nubes grises, cargadas, sueltan con desdén
sus densas cortinas de agua sobre la tierra seca.
Los elementos danzan con rítmica armonía;
pero en mi interior aprendí a llamarlo día feo.

El viento, sin piedad, se lleva mi sombrero rojo,
parece que el destino quiere castigarme a mí,
sólo a mí, desamparado frente a las mil fuerzas
que gobiernan a su antojo nuestra frágil vida.

Escampa, entre las nubes densas se puede ver
la luz del sol, tímida y tenue, perforando el gris.
Ya no llueve ni sopla el viento feroz, todo pasó.
Y sé que no soy víctima del mundo que percibo.

viernes, 27 de enero de 2017

Un paso a la vez

Independientemente de las circunstancias, el momento presente momento es siempre lo que es. Nuestros afanes, preocupaciones y ansiedades no surgen del momento presente, sino de nuestras interpretaciones del pasado y de nuestras proyecciones del futuro. La Vida es ahora, vivir es estar presente aquí y ahora, todo lo demás no es real. Centremos nuestra atención en el presente momento, y en el lugar donde estamos ahora. Realicemos nuestras actividades de la jornada, y luego descansemos. El exceso, en cualquiera de los aspectos de nuestra vida, nunca es productivo.

"No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas." Mateo 6.34

Un visitante llegó a contemplar la obra de un talentoso artista del paisaje. El paisajista estaba en plena obra, dando forma a una catedral al aire libre. Todos los elementos del majestuoso templo estaban formados por los árboles, plantas y flores del pulcro jardín. Cuando el visitante pasó las columnas del atrio, dos poderosos robles, vio un gigantesco altar de intrincadas plantas perennes extendiéndose a lo ancho del jardín, pero aún incompleto. Con las diferentes texturas y colores el artista estaba realizando una minuciosa escultura representando la historia de la redención. Extasiado con la obra el visitante le susurró al artista: "¡Cuánto trabajo! Yo ni siquiera podría soñar en emprender una tarea tan grande". El paisajista replicó muy calmado: "Yo sé bien cuánto puedo hacer y avanzar en un día. Por eso, cada mañana, antes de iniciar mi tarea, escojo el espacio en el que trabajaré, lo hago con todo mi amor y no busco pasar de allí. De ese modo, y casi sin que yo me dé cuenta, la obra está completa".

"Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes." 1 Pedro 5.7

martes, 24 de enero de 2017

Flujo y reflujo

Muchas veces nos desanimamos al percibir que nuestra vida espiritual no progresa en linea recta. Es que la naturaleza humana no se mueve de esa forma. Ninguno de nosotros avanza sin complicaciones hacia la perfección. Más bien sucede como con las mareas, con su flujo y reflujo, progresamos un tiempo y luego se produce un retroceso. Nuevamente nos movemos hacia adelante y, de pronto, tenemos un nuevo retroceso. Esas idas y venidas son parte del proceso y no son importantes si el movimiento general de nuestras vidas es hacia adelante.

"No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa." Isaías 41.10

La marea va y viene, fluye hacia adentro y hacia afuera. Durante la marea alta cada ola avanza con gran empuje, y parece imparable, hasta llegar a la marca de la costa; allí se detiene y retrocede, y podríamos suponer que en ese punto el empuje de la ola se acabó. Pero no es así. La marea vuelve atrás, pero no a donde estaba al inicio, y entonces avanza de nuevo y llega aún más lejos dentro de la costa. Esta es la forma en que trabaja la naturaleza, los aparentes retrocesos son impulsos necesarios para el progreso.


"Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito." Romanos 8.28

Si fijamos nuestra atención en cada evento o experiencia individual, algunos nos parecerán positivos y otros no. No obstante, lo que importa es el proceso general del cual cada avance y retroceso forma parte. No nos concentremos en las olas individuales, sino fijemos nuestra atención en la marea y podremos ver como nuestra vida progresa, alcanzando cada vez un punto más alto.

viernes, 20 de enero de 2017

Creo en el Espíritu Santo

"Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil. Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán. Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios." Romanos 8.12-14


Por Espíritu Santo entendemos el poder de Dios, y su ayuda para el bien, para iluminar la inteligencia, purificar el corazón y fortalecer la voluntad, lo que, por lo tanto, nos esclarece, calma, anima y hace felices. No podemos describir a Dios mediante imágenes o esculturas, porque Dios es espíritu. Por lo tanto los que adoramos a Dios, de acuerdo a la enseñanza de Jesús, debemos adorar a Dios en espíritu y en verdadEl Espíritu de Dios está siempre en nosotros iluminando nuestra razón, lo que nos permite discernir el bien y la verdad, y fortalecer nuestra voluntad de permanecer del lado de la justicia, la misericordia y el amor. Al mismo tiempo, nos convence de nuestra fragilidad posibilitando así nuestro arrepentimiento y conversión.

Por medio del evangelio, el Espíritu Santo llama, reúne, ilumina, santifica a toda la cristiandad sobre la tierra y la conserva en la unidad de la fe en Jesucristo. El credo apostólico llama a la Iglesia "la comunión de los santos", congregada de todas las razas, pueblo, naciones y lenguas para anunciar "las obras maravillosas de Dios, el cual nos llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa." Lamentablemente la Cristiandad no está unida. Durante el curso de la historia, la religión cristiana se ha dividido, por razones dogmáticas, políticas o económicas, en diferentes denominaciones. Pero las cristianas y los cristianos, sin distinción de confesión, están unidos por la enseñanza de Jesús sobre la unidad fraternal, y el vínculo del Espíritu.

"Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu." 1 Corintios 12.13

La virtud del Espíritu Santo nos capacita para practicar las enseñanzas de Jesús, para adorar a Dios con espíritu entusiasta, para servir al prójimo con amor y misericordia, para preservar la pureza de corazón y someternos a la voluntad de Dios, buena y justa. Por medio de las exigencias de la Ley y las promesas del Evangelio, el Espíritu Santo nos da convicción de nuestros pecados y nos anuncia el perdón divino

"Nos ha marcado con su sello, y ha puesto en nuestro corazón el Espíritu Santo como garantía de lo que vamos a recibir." 2 Corintios 1.22

El Espíritu Santo hace que superemos el miedo a la muerte mediante el fortalecimiento de nuestra fe en el amor paternal de Dios y en la vida eterna. Jakob Boehme, místico y teósofo luterano, en forma muy plástica, describió así la vida eterna: «El alma tiene el cielo y el infierno dentro de ella misma con anterioridad, de acuerdo a lo que está escrito: El reino de los cielos no llega con la observación, ni dirá nadie ¡mira aquí!, ¡mira allí!, pues has de saber que el reino de Dios no llega con la observación, ni dirá nadie ¡mira aquí!, o ¡mira allí!, pues has de saber que el reino de Dios está dentro de ti. Y el alma se establecerá sobre aquello que en ti se manifieste, sea el cielo o el infierno.»

martes, 17 de enero de 2017

Ánimo sin doblez

"Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús: —Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas. Jesús le contestó: —Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. Jesús le dijo a otro: —Sígueme. Pero él respondió: —Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. Jesús le contestó: —Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el reino de Dios. Otro le dijo: —Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de los de mi casa. Jesús le contestó: —El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios." Lucas 9.57-62

En numerosas ocasiones, y con diversos ejemplos, Jesús enseñó que una persona con doblez de ánimo, o indecisa, es inestable en todo lo que emprenda y, siendo así, tal persona no puede esperar gran cosa de la vida. El propio sentido común nos indica que si en un momento afirmamos una cosa y la negamos un instante después, si nos deleitamos en la meditación y al rato nos enredamos en los mil y un problemas, naturalmente tropezaremos en la senda espiritual.

Por ejemplo, si un amigo se ofrece a llevarnos en su vehículo y le decimos que queremos ir a nuestra casa, pero con sólo haber recorrido una cuadra le decimos que nos lleve al parque de la ciudad, y poco más allá le rogamos que nos lleve al centro comercial, de ninguna manera podríamos esperar que nuestro amigo nos hiciera arribar a algún destino. Sin embargo, es esto lo que muchas veces hacemos en nuestra vida espiritual. Queremos seguir a Jesús, pero también queremos "enterrar al muerto", queremos poner la mano en el arado, pero al mismo tiempo queremos "mirar atrás", provocando así una confusión que afecta todos los aspectos de nuestra existencia.

El poeta y místico William Blake escribió: "Aquel que desea pero no obra, engendra la peste." Cuando nuestros pensamientos, palabras y acciones son congruentes y se refuerzan unos a otros, los efectos son poderosos, y los resultados seguros. Cuando eso no sucede, sino que en nuestro interior hay una lucha provocada por un ánimo dividido, nuestro poder queda anulado, dejándonos como al principio, o incluso provocando una caída.

"Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno. Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar, que el viento lleva de un lado a otro. Quien es así, no crea que va a recibir nada del Señor." Santiago 1.5-7

viernes, 13 de enero de 2017

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor...

"Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna." Juan 3.16

El versículo anterior es, sin dudas, el pasaje de la Biblia más citado, el más conocido y menos entendido de todas las Escrituras. Nos han enseñado a pensar que es esta una declaración limitante, cuando en verdad es la afirmación de nuestra naturaleza fundamental. Con el argumento (o excusa) de que Jesús es el único Hijo de Dios, nos hemos acomodado a una vida truncada. Puesto que, como lo expresara bellamente Meister Eckhart, «Dios el Padre sólo tiene un Hijo, y este Hijo somos todos nosotros en Cristo. Ahora bien, si somos hijos en Cristo, debemos también ser lo que Cristo es, y tener la misma esencia que tiene el Hijo de Dios». "Cristo", entonces, no significa una persona individual, sino un principio por el cual todos los seres humanos expresamos la filiación divina.

Y entonces, ¿qué de Jesús? Él expresó el Cristo, su potencial divino, en plenitud y enseñó cómo expresar el nuestro también. Aunque los dogmas han encerrado el mensaje de Jesús en fórmulas para asentir y nada más, el llamado del Maestro sigue siendo "sígueme". La religión sobre Jesús se erige sobre un complejo enmarañado de especulaciones metafísicas, mientras que el evangelio de Jesús es una invitación a experimentar y manifestar el Cristo en nuestra propia vida.

"Así dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; pero el último Adán se convirtió en espíritu que da vida." 1 Corintios 15.45

Un antiguo refrán oriental dice: "un maestro es como un dedo apuntando a la luna; los sabios miran la luna, los necios miran el dedo." Jesús fue un gran maestro de las verdades universales, la verdad divina que está al alcance de todos nosotros, y en ese sentido es nuestro guía, nuestro ejemplo, y nuestro precursor en el Camino. 

"Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre." Juan 14.12

Jesús fue, es, y será siempre nuestro gran ejemplo del Cristo en expresión. Pero es un fatal engaño, y una negación frontal de su mensaje, sostener que es el único Hijo de Dios. El místico luterano Jacob Boehme lo dijo con simples y claras palabras: «Debemos entender lo de la encarnación de Cristo, el Hijo de Dios, así: él no se hizo hombre en la virgen María solamente, de modo que su divinidad no está limitada a aquello. No, es de otra manera. Así como Dios, que es la plenitud de todas las cosas, no puede morar en un solo lugar, tampoco podría decirse que Dios se ha manifestado a sí mismo por una sola chispa de su luz.»

"A ellos Dios les quiso dar a conocer la gloriosa riqueza que ese designio encierra para todas las naciones. Y ese designio secreto es Cristo, que está en ustedes y que es la esperanza de la gloria que han de tener." Colosenses 1.27

martes, 10 de enero de 2017

Vivir para gloria de Dios


"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor." Lucas 4.18-19


Con bastante frecuencia la mayoría de nosotros tenemos dudas sobre nuestra filiación divina, sobre nuestras cualidades, e incluso sobre nuestro valor. Eso se debe a que buscamos en nosotros mismos en lugar de hacerlo en la fuente de todo bien. Si en apariencia carecemos de algún atributo, pidámoslo sin dudar a Dios que suplirá todas nuestras necesidades. No olvidemos que nuestras cualidades se afirman desde el interior, meditando sobre ellas cada día. Nos hemos limitado pensando y afirmando que somos limitados, y eso lo podemos cambiar en cualquier momento mediante pensar rectamente de acuerdo a la voluntad divina.

"Por lo tanto, mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús." Filipenses 4.19

¿Qué nos impide ser transformados de gloria en gloria, hasta que quienes nos rodean puedan difícilmente reconocernos como los mismos? ¿Por qué razón nosotros no marchamos alrededor del mundo manifestando nuestra filiación divina, sanando las relaciones espirituales, transformando al pecador y liberando a los cautivos por medio del perdón? No lo hacemos porque nosotros mismos nos consideramos separados del Espíritu divino que da vida y todo bien a todo el Universo.  Somos hijas e hijos de Dios, Dios se manifiesta a sí mismo en nosotros, si creemos "veremos la gloria del Padre".

"Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre." Juan 14.12

viernes, 6 de enero de 2017

Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra...


Las Escrituras comienzan con una declaración sencilla y, a la vez, enfática: "En el principio, Dios creó los cielos y la tierra." Si captamos la profundidad de esta afirmación, aprenderemos una lección fundamental, ya que el despliegue de todo el bien, de toda la plenitud y de todo el propósito del universo se apoyan sobre el sólido cimiento que dice: "en el principio Dios".

Desde tiempos inmemoriales la humanidad se ha preguntado incesantemente ¿quién es Dios?, ¿cuál es su naturaleza?, ¿cuáles son sus atributos?, ¿cómo actúa? Las respuestas han sido de lo más disímiles y han provocado confusiones, altercados y guerras.

Al llamarlo Padre muchos pensarán automáticamente en un ser inevitablemente masculino, sentado sobre un trono brillante, observando al mundo y manejando “desde arriba” los hilos de nuestro destino. Pero no es ese el significado. Al llamar a Dios "Padre", estamos reconociéndole como el principio, el origen de todo lo que existe. Bien podría llamarse "Madre", y de hecho así lo hacen muchos textos bíblicos, manteniendo no obstante el mismo significado.

Todo lo que existe, existe porque Dios es. Es posible que la palabra Dios sea incómoda para algunos, no importa, podemos decir Espíritu, Vida, Luz, Amor, Sustancia, Principio, Infinito o Mente Universal, ya que cualquier nombre es inadecuado, limitado e imperfecto para abarcar la profundidad del gran Misterio. 

Tal vez erramos la pregunta y, en lugar de indagar quién es Dios, deberíamos preguntarnos ¿dónde es Dios? En el primer verso de la Biblia podemos notar tres elementos; Dios, el principio, y el Universo. Esos tres elementos están bien diferenciados y, al mismo tiempo, son inseparables. Dios es el gran contexto en el cual se despliegan el tiempo y el espacio... el resto de la Biblia trata de esa expansión hasta el punto de llegar a los nuevos cielos y la nueva tierra en los cuales el tiempo y el espacio ya no son, porque Dios es "todo en todos".

Cuando Jesús dijo "Dios es Espíritu", no estaba dando una definición, sino afirmando que Dios es indefinible. Así como el viento (spiritus) Dios sopla donde quiere, y, como la luz del sol, ilumina a todos sin distinción. Llamamos Dios al gran contexto en el cual se manifiesta toda la creación, el espacio y el tiempo. En esa misteriosa Presencia vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Entonces, Dios es el único poder, todo bien, siempre presente, todo amor y sabiduría.

Si Dios es como el viento, invisible, indefinible e imprevisible, ¿cómo podemos conocerle? No vemos el viento, pero percibimos su acción; no tocamos el sol, pero sus rayos iluminan y dan calor; no controlamos la lluvia, pero su llegada nos nutre y refresca. Jesús le llamó Padre, el origen de todo. Fuera de establecer una relación exclusiva con Dios, Jesús estaba afirmando que todo lo que es, es por Dios, en Dios y con Dios, sin exclusiones.

"Felipe le dijo: —Señor, muéstranos al Padre y quedaremos conformes. Jesús respondió: —Felipe, ¿he estado con ustedes todo este tiempo, y todavía no sabes quién soy? ¡Los que me han visto a mí han visto al Padre! Entonces, ¿cómo me pides que les muestre al Padre?" Juan 14.8-9

¿Qué es Dios, quién es el Padre? Dios es el contexto en cual se produce el encuentro, ese espacio vacío en que los rostros se miran uno a otro, es la atmósfera donde las palabras y los silencios se encuentran. "Nadie ha visto jamás a Dios"; Jesús, magistralmente, nos enseña que el Padre sólo se nos muestra en el rostro de otro ser humano, en la inmensidad y misterio del Universo, en la sonrisa y en el llanto, en el encuentro.

martes, 3 de enero de 2017

Enfocarse en lo que importa

Muchas personas están convencidas que concentración significa fijar la mente sobre una idea, palabra o frase y expulsar de la consciencia todo lo demás. Cualquiera que lo haya intentado, seguramente ha fracasado. ¡Nuestra mente no funciona así! La verdadera concentración consiste en enfocarse sobre lo que realmente importa, consiste en encaminar la mente, no en apagarla. De cada cien individuos que consideran imposible la concentración, noventa han intentado mantenerse inmóviles mentalmente. Todos tenemos capacidad de concentración, el potencial de enfocar nuestra atención. La clave es enfocarse en lo verdaderamente importa.

"¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos!" Isaías 26.3

Concentración significa literalmente “unificación en el centro”Si nuestro deseo es profundizar la experiencia espiritual necesitamos ejercitarnos en la concentración, enfocándonos en la Presencia divina. Si logramos aprender y practicar adecuadamente la concentración, ningún bien estará fuera de nuestro alcance. No es una cuestión de esfuerzo, sino de acogida de la gracia. Hasta que consigamos enfocar nuestra atención en lo que importa, seremos arrastrados de aquí para allá por la agitación que, por lo general, hay en nuestras mentes. La paz, la plenitud y la felicidad se nos escaparán hasta que seamos capaces de determinar y encaminar el contenido de nuestros pensamientos. 

"Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas." Filipenses 4.13

Concentrarnos no es nada difícil, lo hacemos difícil cuando pensamos que lo es. La condición previa, al menos al principio de la práctica, es poner el cuerpo en una posición confortable. Aunque una buena postura y una respiración equilibrada ayuda mucho, enfocarnos no depende de nuestros músculos o nuestras funciones orgánicas, tiene que ver con el control de los pensamientos. La concentración es una actitud mental y, si estamos concentrados, el cuerpo se relajará por consecuencia.