viernes, 24 de febrero de 2017

La vigilancia del corazón

Casi todos nosotros, con muy pocas excepciones, nos entretenemos frecuentemente con nuestras ensoñaciones y fantasías. No hay mayor inconveniente en esto, siempre y cuando nuestros sueños sean positivos y constructivos. Mientras estamos despiertos nuestros pensamientos se suceden sin pausa, y en la forma y carácter de nuestros pensamientos reside la forma y carácter de nuestra vida.


Fácilmente nuestras fantasías, deseos y ensoñaciones pueden transformarse en una forma de fuga de la realidad. Fantasear con nuestras ensoñaciones, deleitándonos en placeres ficticios e irreales, es un modo de evasión que, fuera de toda duda, jamás se tornará en realidad. Tal forma de fuga debilita por completo nuestro espíritu.

"Nada hay tan engañoso y perverso como el corazón humano. ¿Quién es capaz de comprenderlo?" Jeremías 17.9

Muchas veces fantaseamos acerca de todo tipo de cosas y situaciones desagradables; en lo íntimo de nuestra mente nos imaginamos todo tipo de situaciones e injusticias, accidentes, desgracias, ensayando las mil y una respuestas posibles ante esas circunstancias imaginarias. Y dado que nos acostumbramos a ver el mal aunque este no esté presente, acabamos percibiendo todo como si realmente el infortunio estuviese sobre nuestras vidas.

"Uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo atraen y lo seducen. De estos malos deseos nace el pecado; y del pecado, cuando llega a su completo desarrollo, nace la muerte." Santiago 1.14-15

Seamos vigilantes de lo que abunda en nuestros corazones. No permitamos que las ensoñaciones y fantasías infundadas gobiernen nuestra vida y nuestra forma de relacionarnos con Dios, con nosotros mismos, con el prójimo y con toda la creación. Por medio de la lectura y meditación de las promesas de la palabra divina, llenémonos de fe, esperanza y seguridad.

viernes, 17 de febrero de 2017

Experimentar a Dios

¿En qué radica el experimentar a Dios?  Creemos que debería ser algo completamente pomposo, monumental. ¡Oh, no! Se encuentra en el canto de un pájaro. Se encuentra en la brisa que sopla alrededor nuestro. Se encuentra en la hierba que acogemos conscientemente, en el aroma de una rosa.


Y si de corazón nos hacemos conscientes de esto, comenzamos a dejar de pensar en nuestro pequeño mundo egoísta.

Fuente: La Pescadora de Perlas - Perlas de la Sabiduría Divina.

martes, 14 de febrero de 2017

Tengo fe, pero...

A medida que avanzamos y se nos hace más familiar la práctica de la oración, la meditación y la contemplación, los escollos comienzan a desparecer. No obstante, hay una trampa sutil para la vida de fe, y es la palabra "pero". Frecuentemente las discípulas y discípulos de Cristo, quienes no deberíamos engañarnos por la aparente falta de obstáculos ni confiarnos en nuestra propia experiencia espiritual, nos dejamos vencer por el engaño del "pero".


"Pero todos comenzaron a disculparse." Lucas 14.18

Afirmamos "Dios es la fuente de vida de todo cuanto existe, pero..." "No hay más poder en el Universo que Dios, pero..." "El mal no existe, excepto aquél que nosotros mismos hacemos, pero..." "Fuimos creados para vivir en plenitud, pero..." "El propósito de la vida es la expresión del gozo divino, pero..."

Si reconocemos la verdad de nuestras afirmaciones de fe, no hay lugar para peros. La sutil trampa de la duda es una brecha en la integridad de nuestra vida espiritual, estemos alerta para no caer en ella.

"Porque Jesucristo, el Hijo de Dios, a quien Silvano, Timoteo y yo predicamos entre ustedes, no fue «sí» y «no» al mismo tiempo. Dios ha dado en Cristo para siempre su «sí», pues en él se cumplen todas las promesas de Dios. Por esto, cuando alabamos a Dios, decimos «Amén» por medio de Cristo Jesús." 2 Corintios 1.19-20

viernes, 10 de febrero de 2017

Dios, nuestro libertador

"Tú, Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo! Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador,mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite. Tú, Señor, eres digno de alabanza: cuando te llamo, me salvas de mis enemigos." Salmos 18.1-4

Cuando David huía de Saúl llegó a sentir que los lazos de la muerte lo rodeaban y las puertas del infierno se abrían bajo sus pies; angustiado y temeroso él clamó a Dios y Señor le socorrió. El salmista, al igual que la mayoría de nosotros bajo circunstancias adversas, pensó que la ira de Dios se había desatado sobre él. Pero su verdadero adversario no era Dios, sino su propio temor.


Es de conocimiento general que el mayor enemigo del equilibrio mental y espiritual es el miedo. La manera en que percibimos la adversidad, y no la adversidad en sí misma, provocan el temor y la derrota. Si nos liberamos del miedo relacionado a cualquier circunstancia, ésta no tiene poder para afectarnos. El refrán popular que dice: "a lo único que hay que temer es al miedo", encierra una verdad fundamental. Si estamos pasando por un momento de angustia o de temor, la lectura orante de este salmo será un bálsamo curador, meditando en el significado espiritual de cada versículo el temor cederá y, finalmente, desaparecerá.

David, si bien estaba profundamente afectado por los acontecimientos y lleno de temor, afirma enfáticamente su fe en Dios. Al igual que el salmista, nosotros también comenzaremos nuestra plegaria afirmando nuestra confianza en Dios y nuestro amor por él: "Tú, Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo!".

La ventaja de orar con las palabras de la Biblia es que nos permite aquietarnos y disciplinar nuestros pensamientos bajo la guía de las verdades inalterables de la bondad, el cuidado y el amor de Dios. Y, así como es verdad que los pensamientos de temor producen miedo, los pensamientos de fe producen confianza. El cambio de pensamiento, inspirado por las promesas de las Escrituras, hace esta obra maravillosa.

"¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos!" Isaías 26.3

En nuestra oración, junto con el salmista, afirmemos que Dios es nuestra roca, nuestra fortaleza, nuestro libertador, nuestra fuerza y nuestro escudo. Centremos nuestros pensamientos en Presencia de Dios y el temor desaparecerá sin dificultad. Si mantenemos firme nuestra fe en Dios, es sólo cuestión de tiempo para que experimentemos la liberación.

"Tú salvas a los humildes, pero humillas a los orgullosos. Tú, Señor, me das luz; tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad." Salmos 18.27-28

martes, 7 de febrero de 2017

La construcción del Templo

"¿Acaso no saben ustedes que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios vive en ustedes?" 1 Corintios 3.16

Teólogos, filósofos, místicos y maestros de todos los tiempos han debatido sobre el propósito fundamental de la vida humana. Cada uno de nosotros también lo hace, de una forma u otra. Más allá de las especulaciones, todos percibimos en nuestro interior que el fin principal de la vida humana es expresar la voluntad divina, y alegrarnos en la comunión con Dios. Esto no es algo que suceda con ruido y pompa, sino una tarea invisible, silenciosa y, por lo tanto, descuidada por la mayor parte de la humanidad. Sin embargo, es la razón fundamental y el secreto de la vida. 

En todo momento, por los pensamientos que ideamos, las creencias que aceptamos, los planes que hacemos en la intimidad de nuestra mente, estamos edificando nuestro bien o mal, nuestro éxito o fracaso, nuestra felicidad o sufrimiento. Esta constante actividad espiritual es ilustrada en la Biblia por el Templo. Este magnífico edificio, en la construcción del cual estamos constantemente ocupados, es nada menos que nuestro propio pensamiento, nuestras propias palabras, nuestras acciones, o sea, la historia misma de nuestras vidas como seres humanos.

"En la construcción del templo se emplearon piedras totalmente labradas, así que al edificarlo no se escucharon en el templo ni martillos ni piquetas ni ningún otro instrumento de hierro." 1 Reyes 6.7

El Templo de Salomón representa, en las Escrituras, el lugar más íntimo del espíritu humano, en el cual Dios está siempre presente y habita eternamente. Las piedras, las columnas, las puertas y el altar son símbolos que ilustran el encuentro íntimo con Dios en la cámara interior del espíritu humano. La Biblia relata dos cosas sorprendentes acerca de la construcción de aquel imponente edificio: Fue construido sin ruido alguno, y fue construido sobre una roca. Así es como se edifica el Templo interior, en silencio y afirmándonos en la solidez de la verdad divina.

"Tú, cuando ores, entra en tu recámara, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio." Mateo 6.6

viernes, 3 de febrero de 2017

Oro, incienso y mirra

"Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho. Luego entraron en la casa, y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose le rindieron homenaje. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra." Mateo 2.10-11

En casi todas las tradiciones del mundo, se relata con frecuencia que, al nacer un rey, los ángeles, las hadas u otros personajes prominentes venían a su presentación con regalos valiosos. Los magos de oriente también ofrecieron, según el relato evangélico, tres presentes a Jesús: oro, incienso y mirra. Esos dones no fueron elegidos al azar, sino que fueron seleccionados por lo que representa cada uno. El oro representa lo más valioso que poseemos, nuestra identidad como hijas e hijos de Dios. El incienso representa la forma más elevada de pensamiento, la oración. La mirra, desde tiempos inmemoriales usada como medicina, representa la salud del cuerpo. Si observamos bien, el oro, el incienso y la mirra son una representación de la plenitud humana en espíritu, alma y cuerpo.

¿Por qué esos dones representan la plenitud de las bendiciones humanas? Porque una persona dotada con estas tres cualidades, tendrá muy pocas dificultades para vivir la vida en plenitud. Todos nosotros conocemos casos de personas que tienen una excelente constitución física, pero no tienen ninguna elevación del alma. También casos de personas muy inteligentes que, sin embargo, son débiles espiritualmente. O el caso de gente muy espiritual, pero físicamente enfermas. En ninguno de los casos podríamos afirmar que viven su vida plenamente.

"Por eso les digo que todo lo que ustedes pidan en oración, crean que ya lo han conseguido, y lo recibirán." Marcos 11.24

Ahora bien,supongamos que somos nosotros quienes tienen falta de alguno de estos dones, ¿qué podemos hacer? Jesús afirma, sin sombra de dudas, que ninguna cosa buena por la cual nosotros oremos nos será negada. Si tenemos falta de alguno de estos dones, pidamos confiadamente al Padre, quien se complace en derramar de manera abundante sus bendiciones sobre sus hijas e hijos.

"Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo." 1 Tesalonicenses 5.23