viernes, 26 de octubre de 2018

La bella promesa

"Pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo»." Romanos 10.13

Ante el peligro inminente no hay orgullo que resista. Todos sabemos eso. Mientras nuestra fuerza, conocimiento o voluntad pueden imponerse nos negamos a buscar o aceptar ayuda. ¡Yo puedo! es el grito de autosuficiencia que aprendemos desde niños. Sin embargo, "¡Yo puedo!" no nos sirve de nada ante Dios.


Dios nos ha creado, y nos conoce mejor que nosotros mismos, y sobre todas las cosas ¡nos ama! Por eso nos ha tendido la mano sin esperar que le buscáramos o le llamáramos. Por su Palabra nos llama, nos corrige, nos consuela y nos salva. «Todo el que confíe en él jamás será avergonzado», Romanos 10.11.

El amoroso Padre celestial no nos pide que dependamos de nuestra fuerza, conocimiento o voluntad; de hecho nos advierte que eso es inútil. Él nos exhorta a confiar en Él, por los méritos de Jesucristo. Tan sólo nos pide fe en su Palabra. "Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo", Romanos 10.17.

viernes, 19 de octubre de 2018

Compartir la promesa

"Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos." Mateo 16.15

Normalmente la tendencia humana es atesorar y ocultar de los demás las cosas valiosas que poseemos. Lo reconozcamos o no, con demasiada frecuencia queremos adueñarnos de Dios y de su amor como si fuesen una posesión nuestra, sin darnos cuenta que es esto diametralmente opuesto al amor de Dios.

"Dios quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad", 1 Timoteo 2.4. No obstante nosotros queremos imponer límites y reglas de a quién y cómo Dios debe amar. Pero el amor es misterioso, crece cuando se comparte y se apaga cuando se pretende tenerlo atrapado. Cuando nuestra vida es tranformada por el amor de Cristo, no podemos callar, y su propio amor nos impulsa a compartirlo con los demás "ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua", 2 Corintios 5.14.

Predicar el evangelio no es una tarea exclusiva de los Ministros, todos los cristianos somos exhortados a compartir la Buena Noticia con todos desde nuestro propio lugar y vocación. No guardemos el anuncio del amor de Dios, multipliquémoslo si medida, del mismo modo en que Dios nos ama. "Esta promesa es para ustedes, para sus hijos y para los que están lejos, es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios", Hechos 2.39.


viernes, 12 de octubre de 2018

¿Por qué pasan estas cosas?

"Como ven, el Señor sabe rescatar de las pruebas a todos los que viven en obediencia a Dios, al mismo tiempo que mantiene castigados a los perversos hasta el día del juicio final." 2 Pedro 2.9

Normalmente solemos llamar bueno a lo que nos resulta fácil, agradable y placentero; y llamamos malo a lo que nos contraría, nos causa dificultades o nos limita. Sin embargo, Dios ve las cosas de un modo muy diferente, desde la perspectiva de nuestro bien y nuestra salvación.


En consecuencia de lo anterior, muchas personas han llegado a pensar que todo lo que tiene que ver con Dios es penoso, aburrido o desagradable. Eso no es correcto, Dios creó todas las cosas y "¡vio que eran muy buenas!" Génesis 1.31. Dios siempre quiere nuestro bien.

Para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, y ver las cosas desde la perspectiva correcta, tenemos que aprender a soltar nuestros preciados valores, nuestras espectativas egoístas, y la vanagloria, y sujetarnos a la verdad que Dios nos comunica en su santa Palabra.

viernes, 5 de octubre de 2018

Libertad y Alegría

"Vivan según el Espíritu, y no busquen satisfacer sus propios malos deseos." Gálatas 5.16

La cultura popular nos ha inculcado la idea de que ser espiritual se trata de rechazar todas las cosas buenas de la vida, incluso las necesarias para la simple supervivencia. Nada más contrario al carácter y propósito de Dios, quien "miró todo lo que había hecho, ¡y vio que era muy bueno!" Génesis 1.31


Lo que sucede es que, como en todos los aspectos de nuestras vidas, usamos la contraposición entre carne y espíritu para justificar nuestra incredulidad y nuestro rechazo de la voluntad divina. Y en eso consiste justamente lo que el apóstol califica como carne: vivir del mismo modo que Adán, haciendo oídos sordos a Dios y siguiendo nuestros propios deseos.

Vivir en el Espíritu no es aislarse del mundo ni de la vida; es vivir plenamente por Cristo, el nuevo Adán, en libertad y alegría. El propio Jesús lo dijo claramente: "mi propósito es darles una vida plena y abundante." Juan 10.10