viernes, 31 de diciembre de 2021

La paz de Dios gobierne en sus corazones

"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él." Colosenses 3:12-17


Es frecuente que el mundo exija a los cristianos que manifestemos un carácter perfecto. Cuando cometemos el más mínimo fallo, allí aparecen innumerable acusadores para resaltar la "mentira" de los cristianos. Es notorio que, quienes más exigentes son con nosotros, suelen ser los menos dispuestos a practicar cualquier virtud. Los violentos exigen a los cristianos paciencia y mansedumbre. Los avaros exigen a los cristianos humildad y contentamiento. Los opresores exigen a los cristianos benignidad y sumisión. Y, aunque esto sea evidente, no podemos evitar la sensación de sentirnos insuficientes e hipócritas.




No son nuestras habilidades, ni nuestra fuerza, ni nuestros buenos sentimientos los que nos guían a manifestar la obra de Dios en nuestras vidas, sino su palabra fiel, sus promesas eternas, su poder que se perfecciona en nuestra debilidad. Es la gracia de Dios la que nos sostiene, no la opinión del mundo. No es nuestro amor, sino el amor de Dios el que nos une en un vínculo perfecto. Y el amor de Dios se nos revela en el Evangelio. Jesús vino a este mundo para limpiar todo nuestro pecado por Su acto de justicia (Romanos 5:18). Su acto de justicia fue que Él fue bautizado por Juan el Bautista para quitar el pecado del mundo y fue crucificado para dar la paga por el pecado. Él vino por Su bautismo y sangre.


Podemos vivir confiados, alegres, animados, cuando la palabra de Dios abunda en nuestros corazones. Aunque el mundo nos acuse y nos acose, nada debemos temer, porque el Señor está con nosotros. En medio de la violencia, la avaricia y la opresión, brillamos como luz de Dios. La misericordia, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia que manifestamos no es para impresionar a otros, sino para el Señor Jesús, para alabanza de Dios Padre. "Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos."

viernes, 24 de diciembre de 2021

Belén

"Como José era descendiente de David y vivía en Nazaret, que era una ciudad de Galilea, tuvo que ir a Belén, la ciudad de David, que estaba en Judea, para inscribirse junto con María, que estaba desposada con él y se hallaba encinta. Y mientras ellos se encontraban allí, se cumplió el tiempo de que ella diera a luz". Lucas 2.4-6

En lengua hebrea, Belén literalmente significa “la casa del pan”. En los inicios de la era cristiana, comenzó a tener el significado de “la casa del pan de vida”. El mismo Jesús que nació en Belén para poder salvarnos de los pecados del mundo tuvo que tomar todos nuestros pecados de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, y fue crucificado y derramó su sangre en la cruz como propiciación por los pecados del mundo, y resucitó al tercer día y nos ha dado vida eterna y abundante salvación; éste es el mismo Cristo que está realmente presente por el Espíritu Santo en y con nosotros.



Esta presencia de Cristo, que perdona pecados y nos fortalece para ser sus testigos, es el fundamento sobre el cual nos apoyamos y que inspira nuestras palabras, pensamientos y acciones para transformar al mundo. El poeta Angelus Silesius escribió: "Si Cristo naciere mil veces en Belén,/ y no en ti, seguirás perdido eternamente."

jueves, 16 de diciembre de 2021

Jesús

"María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José, pero antes de unirse como esposos se encontró que ella había concebido del Espíritu Santo. José, su marido, era un hombre justo y quiso dejarla secretamente, pues no quería denigrarla. Mientras José reflexionaba al respecto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, porque su hijo ha sido concebido por el Espíritu Santo. María tendrá un hijo, a quien pondrás por nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor dijo por medio del profeta: «Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Emanuel, que significa: “Dios está con nosotros.”»" Mateo 1.18-23

La Navidad llega durante el momento más oscuro del año en el hemisferio norte. Ése fue el ambiente en el cual se escribieron las historias del nacimiento de Jesús. ¿Es acaso una sorpresa que anhelemos la luz: refulgente, brillante, radiante, resplandeciente, deslumbrante, luminosa? "Jesús dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»" Juan 8.12



El camino de la salvación que Dios ha establecido requería enviar al Hijo de Dios al mundo, y él debía tomar nuestros pecados al ser bautizado por el Juan el Bautista, ser crucificado y resucitar de entre los muertos. Los que creen en esta buena noticia son hechos justos por medio de la fe verdadera. Jesús es la luz del mundo, quien está en Cristo no está en tinieblas. Por medio de Cristo, unidos a él por el bautismo, también nosotros tenemos la luz de la vida. Jesucristo es nuestra misma vida.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Alegría viva

"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Filipenses 4:4

Todos los seres humanos nacemos con una naturaleza pecadora, y pecamos hasta el último aliento de nuestra vida. No podemos hacer otra cosa que pecar y no podemos escapar del juicio de Dios; si fuese por nuestra tendencia natural, todos estamos destinados a ir al infierno, "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Pero donde abundó el pecado, la gracia sobreabundó, "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna." (Romanos 5:20, Juan 3:16).

Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este mundo para ser el Cordero de Dios. Él tomó todo el pecado del mundo cuando fue bautizado por Juan el bautista en el Río Jordán. Como el representante de toda la humanidad, Juan puso sus manos sobre la cabeza de Jesús, y allí todo el pecado del mundo pasó a Jesús. Así, el Señor Jesús tomó todos nuestros pecados por medio de su bautismo y los cargó hasta la cruz. Él derramó su preciosa sangre como pago por nuestro pecado y expío todos los pecados del mundo sin excepción.

Las buenas noticias siempre producen alegría. Pero también podemos regocijarnos simplemente por el hecho de estar vivos. El gozo es un reconocimiento de que Dios es bueno y que todo obedece al orden divino. Es saber que vivimos en la presencia de un Padre amoroso, que somos amados y bendecidos.



Podemos cultivar la alegría apreciando los dones con que somos bendecidos cada día. Podemos enfocarnos en el bien en nuestras vidas, en lugar de la queja. Si prestamos atención, veremos que la alegría que Jesús inspiró a otros durante su vida y a través de su ministerio también tenía el propósito de que nosotros lo recibiéramos también.