viernes, 29 de noviembre de 2019

Conscientes del tiempo en que vivimos

Para los que vivimos en el Chaco paraguayo, las noticias que normalmente llegan del país y del mundo nos parecen muchas veces tan lejanas que casi resultan inverosímiles. Gracias a Dios, todavía quedan en el mundo lugares tranquilos, seguros y pacíficos.

Gozar de un ambiente saludable, una comunidad segura y una vida parsimoniosa, puede llevarnos a olvidar que el mundo, en general, no es así. Y cuando algo sucede cerca nuestro que nos recuerda los frutos del pecado, de la maldad y de la violencia, nos damos cuenta que toda precaución humana es insuficiente para mantenernos completamente a salvo.

El apóstol Pablo nos exhorta a ser “conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño” (Romanos 13.11). Todo lo que hemos creado, como individuos y sociedades, no son más que ilusiones. Tal vez puedan servir un tiempo, pero tarde o temprano perecen y, con ellas, nuestra seguridad. Únicamente Jesucristo puede darnos verdadera paz, tranquilidad y armonía.


Durante la estación del Adviento revivimos la bendita esperanza de la Cristiandad: la venida del Señor. Jesucristo ya vino a nosotros, al nacer en Belén de Judea; él continúa viniendo a nosotros en su Palabra y Sacramentos; y él vendrá definitivamente en su Gloria, y con Él su galardón (Apocalipsis 22.12).

viernes, 22 de noviembre de 2019

Un final feliz

Los relatos novelados suelen atrapar nuestra atención, incluso si no se trata de nuestro género preferido de lectura, porque hacen eco en nuestras experiencias de vida. Todos hemos tenido alguna intriga que resolver o una historia de amor azaroso, todos hemos pasado por algún peligro o sufrido la enfermedad de un familiar o en carne propia. Pero lo que más atrae de las novelas no es su trama tejida en los hechos de la vida, sino que generalmente tienen un final feliz.


La vida real no es una novela, y nuestras dificultades no necesariamente se resuelven del modo que deseamos. Es más, todas las dificultades, tribulaciones y dolores que sufrimos tienen un solo y único origen: el pecado. Y ese es un problema que no podemos resolver por nosotros mismos. Cuanto más intentamos subyugar el pecado y sus efectos, más se fortalece, ¡es tan frustrante!

La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” Juan 1.17

Para revelarnos su carácter y su justicia, Dios se apareció a Moisés en una zarza ardiente, y le dio su Ley sobre el monte Sinaí, una ley justa y buena, pero totalmente imposible de cumplir por nuestra parte. Entonces la Ley, santa y perfecta, sirvió para revelar y revelarnos nuestro pecado. ¿Qué hacer, a dónde ir? Pues Dios, en su infinita bondad y amor, no nos dejó a la deriva, sino que escribió su “final feliz” con la eterna tinta de la sangre de Jesucristo. Así, sin importar los avatares que la vida nos traiga, podemos tener certeza de que en Cristo Dios siempre nos llevará a buen término.

"Porque el cumplimiento de la ley es Cristo, para la justicia de todo aquel que cree." Romanos 10.4

viernes, 15 de noviembre de 2019

Misericordia

"Ustedes, que van por el camino, ¿esto no los conmueve? ¡Consideren si hay dolor que se compare con el mío! ¡La ira del Señor se encendió y me envió este sufrimiento!" Lamentaciones 1.12

Un viejo tango lamentaba la situación del mundo que, al igual que en los mercados de pulgas, pone "la Biblia junto a un calefón". Vivimos en medio de una confusión generalizada, que llama a "lo bueno malo y a lo malo bueno". Y, tristemente, nos vamos haciendo cada vez más insensibles.


Dios es grande, poderoso y bondadoso, ¿por qué no interviene? Esa pregunta, seguro, ha resonado más de una vez en nuestros corazones. Pero lo cierto es que Dios sí interviene y vence, si así no fuera ya hubiésemos sido consumidos por la maldad.

Para nuestra corta visión el mundo puede estar desmoronándose, no obstante Dios ya afirmó su victoria. En Cristo "que ha visto la aflicción bajo el látigo de su enojo" Lamentaciones 3.1. Dios nos ofrece misericordia sin medida. "¡Grande es su fidelidad, y cada mañana se renueva!" Lamentaciones 3.23

viernes, 8 de noviembre de 2019

Relaciones positivas

“Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.” Romanos 12.18

Todos deseamos ser felices, disfrutar de la vida, tener días buenos y experimentar la alegría. Eso es normal, es positivo y ¡es muy bueno! Pero, en numerosas ocasiones parece que no puede pasar de las buenas intenciones.


Mientras nos quedamos en el ámbito de los pensamientos y los deseos, la verdad es que no resulta muy difícil ser esperanzados y positivos.  Hasta que nos damos cuenta que la vida real se construye en la interacción con las personas que nos rodean.

Si queremos ser felices de verdad, disfrutar de la vida, tener días buenos y experimentar la alegría ¡debemos tomar la iniciativa! Tenemos que buscar relacionarnos con todos y todas de manera positiva, creativa y proactiva. Para eso nos creó Dios, para vivir en comunidad, para cooperar y crecer.

viernes, 1 de noviembre de 2019

¡Levántate, ve!

«Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y predica contra ella, porque hasta mí ha llegado la maldad de sus habitantes.» Jonás 1.2

Dios ama a los buenos y odia a los malos. Yo soy bueno, quien no es como yo es malo. Dios aprueba a quienes son como yo, y quienes no son como yo no pueden ser amados ni aprobados por Dios. Así piensa el corazón humano, muerto en delitos y pecados.

El propósito de Dios y su voluntad es el bien y la salvación de toda la humanidad. Vemos en la historia del profeta Jonás que no hay límites ni fronteras para el amor divino. El Señor nos dice a nosotros también, aunque nuestro egoísmo se rebele: "¿Y yo no habría de tener piedad de Nínive?" (Jonás 4.11) Entonces, levantémonos confiados y demos testimonio de Cristo a todas las personas, de todas las culturas, de todas las clases.


Jonás es una figura de la muerte sepultura y resurrección de Cristo. Cuando los judíos escucharon que el Señor Jesús les daría la "señal del profeta Jonás" no se ofendieron por causa de la resurrección, se enfurecieron porque significaba que, en Cristo, a todos se les anunciaría la salvación. "Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo", Juan 12.32.