martes, 28 de abril de 2015

Letanía onírica (IV)


Dios de todo lo que existe,
Misterio insondable de amor. 
Dios de toda vida, y Vida que vive
en la humanidad universal.

En la profundidad de la calma noche
bajo la sombra amorosa de tus alas,
considero a la madre naturaleza 
como el más bello de los Templos .

Tu vida, que es la única vida,
se manifiesta en la multiplicidad
de seres multiformes.

En mis sueños me veo hermanado
con el viento y el león,
con la gacela y la luz.

viernes, 24 de abril de 2015

Desde el interior

Toda transformación, toda evolución, comienza desde el interior. El ser humano es un ente espiritual, y saber esto es el primer paso en el camino a la realización. Mientras creamos estar limitados a nuestro ser físico, considerándonos sencillamente una clase superior de animal, el cautiverio permanecerá, es decir, el cautiverio creado por nuestros propios hábitos mentales, porque no existe otro.

"¡Fariseo ciego: primero limpia por dentro el vaso, y así quedará limpio también por fuera!" - Mateo 23.26

Dado que somos seres esencialmente espirituales (lo que no significa etéreos ni fantasmales), es necio pretender transformaciones que sólo signifiquen la modificación de las circunstancias externas. Pretender eso es la fórmula infalible para la desilusión. El espíritu es la causa, y la experiencia es efecto. Si estamos insatisfechos con las experiencias manifestadas en nuestra vida, el remedio obvio es alterar las causas, y de ese modo el efecto se modificará naturalmente.

martes, 21 de abril de 2015

Letanía onírica (III)

Dios de todo lo que existe,
Misterio insondable de amor. 
Dios de toda vida, y Vida que vive
en la humanidad universal.

Sueño que ya no existen la miseria ni la pobreza, 
porque todos tienen lo que necesitan y lo comparten
generosamente, solidariamente cooperando
para vivir felices como hermanos.


El trabajo nunca fue un contratiempo, o un castigo.
El Creador nos hizo laboriosos y creativos,
capaces de ser fuentes de desarrollo y bienestar.

Todos los sueños lo son, hasta que llegan
a las manos dispuestas a manifestar
la bondad del Dios de todo lo que existe.

viernes, 17 de abril de 2015

Debo seguir a Cristo a mi manera.

Quizás piensas que el camino de Jesús es el mejor y que siempre debemos seguirlo. Es cierto, pero debemos seguirlo con inteligencia y no simplemente imitando sus acciones. Por ejemplo: Jesús ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches. A nadie se le pide imitarlo literalmente. Como en muchas cosas que hizo, tenía la intención de que lo siguiéramos según el espíritu, no según la letra.


Siempre debes usar tu inteligencia en tu camino espiritual. A Jesús le interesa más tu amor que tus obras. A Cristo debes seguirlo a tu manera. Pero, ¿qué significa esto? Que cada persona debe determinar individualmente las técnicas específicas y el régimen que es preciso adoptar para seguirlo. La acción acompañada de inteligencia es preferible a la imitación literal.

Jesús ayunó cuarenta días. Imítalo concentrando la atención en algún mal hábito tuyo, esforzándote en no caer en él. Pero ¡ten cuidado! Es preferible que abandones ese hábito sin lamentarlo que abstenerte totalmente de la comida. No olvides que a menudo es más duro reprimir una palabra airada que dejar de hablar más duro estar solo entre la multitud que en un desierto, más duro terminar una tarea pequeña que una importante. A través de tus debilidades puedes seguir a Jesús y no debes pensar que Él se halla lejos de ti.

martes, 14 de abril de 2015

Letanía onírica (II)

Dios de todo lo que existe,
Misterio insondable de amor. 
Dios de toda vida, y Vida que vive
en la humanidad universal.

Es mi profunda oración que los sabios 
se interesen en lo profundo de tu Espíritu,
y encuentren su ciencia en las luminosas
páginas del libro de la Naturaleza.


Anhelo ver artistas inspirados,
manos creadoras del Creador,
expresando en sus obras la prístina
belleza del plan divino.

Ruego por médicos llenos de amor al prójimo, 
en quien ven el reflejo del Eterno,
cuidando los cuerpos dolientes
por medio del remedio espiritual.

viernes, 10 de abril de 2015

El pensamiento creador

Existe en oriente una máxima que resume la más grande y fundamental de todas las leyes de la mente: "aquello en lo que pensamos, se acrecienta." Lo que fuere que que ocupe nuestra mente, gana preponderancia sobre nuestra vida. Si el contenido dominante de los pensamientos es bueno o malo, la ley opera y la condición se acrecienta. 

Cualquier tema que se mantenga fuera del campo de la mente disminuye su influencia sobre la vida, porque lo que no se usa se atrofia. Cuanto más concentremos los pensamientos en las quejas, los problemas o las injusticias que hayamos sufrido, más del mismo tipo de dificultades se manifestarán en la experiencia de vida. Cuanto más positivamente pensemos, tanto más positivas serán nuestras percepciones de la vida.



"Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza." Filipenses 4.8

Aquello en lo que pensamos, se acrecienta. El pensamiento es fundamentalmente creador. No de realidades, como ciertas obras de moda sostienen, sino de percepciones de la realidad que, a fin de cuentas, son las que proporcionan el marco de significado a nuestras vidas.

martes, 7 de abril de 2015

Letanía onírica

Dios de todo lo que existe,
Misterio insondable de amor. 
Dios de toda vida, y Vida que vive
en la humanidad universal.


Sueño, con sencillez infantil,
con gobernantes sensibles y compasivos 
que trabajan al servicio del bien común.
El verdadero poder es la ternura.

Sueño con hermanos y hermanas 
que usen sus talentos y discernimiento 
en beneficio de todos.

sábado, 4 de abril de 2015

Fuera de la Belleza no hay salvación

Recuerdo, con precisión nítida, el momento en que tuve la percepción intelectual que liberó mi razón para pensar. Estaba en el seminario. Repentinamente, con enorme espanto, percibí que todas aquellas palabras que otros habían escrito en mi cuerpo no habían caído del cielo. Si no venían de allá, no tenían derecho a estar donde estaban. Eran demonios invasores. Se abrieron mis ojos y percibí que esa monumental arquitectura de palabras teológicas que se llama teología cristiana se construyó, entera, en torno de la idea del infierno. Eliminado éste, todos los tornillos lógicos se soltarían, y el enorme edificio se vendría abajo. La teología cristiana ortodoxa, católica y protestante –excepto la de los místicos y los herejes–, es una descripción de los complicados mecanismos inventados por Dios para salvar a algunos del infierno; el más extraordinario de esos mecanismos es el hecho de que el Padre implacable, incapaz de perdonar simple y gratuitamente (como todo padre humano que ama lo sabe hacer), mata a su propio Hijo en la cruz para satisfacer la estabilidad de su contabilidad cósmica. Queda claro que quien imaginó eso nunca fue padre. En el orden del amor, son siempre los padres quienes mueren para que su hijo viva.
Hoy, las ideas centrales de la teología cristiana en que creí no significan nada para mí: son conchas de cigarra, vacías. No tienen sentido. No las entiendo. No las amo. No puedo amar a un Padre que mata al Hijo para satisfacer su justicia. ¿Quién podría? ¿Quién lo cree?
Pero lo curioso es que sigo ligado a esa tradición. Hay algo en el cristianismo que es parte de mi cuerpo. Sé que no son las ideas. ¿Qué permaneció, entonces?
Fue un Viernes Santo cuando lo comprendí. Una estación de FM transmitía, todo el día, música de la tradición religiosa cristiana. Me quedé sentado, sólo oyendo. De repente, una misa de Bach, y la belleza era tan grande que me quedé poseído y lloré de felicidad: “La belleza hincha los ojos de agua” (Adélia Prado). Percibí que aquella belleza era parte de mí. No podría jamás ser arrancada de mi cuerpo. Durante siglos, los teólogos, seres cerebrales, se dedicaron a transformar la belleza en un discurso racional. La belleza no les bastaba. Querían certezas, querían la verdad. Pero los artistas, seres con corazón, saben que la más alta forma de verdad es la belleza. Ahora, sin la menor vergüenza, digo: Soy cristiano porque amo la belleza que habita en esa tradición. ¿Las ideas? Sibilancias de estática, en el fondo...

Así, proclamo el único dogma de mi teología cristiana erótico-herética: “Fuera de la belleza no hay salvación...”.
 
Rubem Alves - “Fora da beleza não há salvação...” (2010)