viernes, 20 de julio de 2018

Liberación

"Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos." Salmos 119.45

En general nos inclinamos a pensar que la libertad es la posibilidad de pensar, decir y hacer cualquier cosa que se nos venga en gana. Cualquier freno o contrariedad es vista como una merma en la libertad individual e, incluso, como opresión. Esa aparente libertad es, posiblemente, la forma más sutil de esclavitud: la sumisión a nuestros deseos. La liberación que Dios nos ofrece, y realmente otorga, tiene su ápice en el servicio, el amor y la misericordia. No de manera indulgente con nosotros mismos, sobre todo como reconciliación con los demás.

"El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros." Isaías 61.1

La libertad verdadera produce alegría, fuerza y estímulo. El poder divino de la liberación se manifiesta en pensamientos, palabras y actos de perdón, en la sanación de relaciones entre los individuos, las familias, las comunidades y las naciones. La liberación que Dios nos ofrece generosamente, y nos concede gratuitamente, es más que una sensación interior, es la realización de la plenitud para la cual fuimos creados, y que en Cristo vemos claramente expresada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario