viernes, 3 de diciembre de 2021

Alegría viva

"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Filipenses 4:4

Todos los seres humanos nacemos con una naturaleza pecadora, y pecamos hasta el último aliento de nuestra vida. No podemos hacer otra cosa que pecar y no podemos escapar del juicio de Dios; si fuese por nuestra tendencia natural, todos estamos destinados a ir al infierno, "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Pero donde abundó el pecado, la gracia sobreabundó, "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna." (Romanos 5:20, Juan 3:16).

Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este mundo para ser el Cordero de Dios. Él tomó todo el pecado del mundo cuando fue bautizado por Juan el bautista en el Río Jordán. Como el representante de toda la humanidad, Juan puso sus manos sobre la cabeza de Jesús, y allí todo el pecado del mundo pasó a Jesús. Así, el Señor Jesús tomó todos nuestros pecados por medio de su bautismo y los cargó hasta la cruz. Él derramó su preciosa sangre como pago por nuestro pecado y expío todos los pecados del mundo sin excepción.

Las buenas noticias siempre producen alegría. Pero también podemos regocijarnos simplemente por el hecho de estar vivos. El gozo es un reconocimiento de que Dios es bueno y que todo obedece al orden divino. Es saber que vivimos en la presencia de un Padre amoroso, que somos amados y bendecidos.



Podemos cultivar la alegría apreciando los dones con que somos bendecidos cada día. Podemos enfocarnos en el bien en nuestras vidas, en lugar de la queja. Si prestamos atención, veremos que la alegría que Jesús inspiró a otros durante su vida y a través de su ministerio también tenía el propósito de que nosotros lo recibiéramos también.

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