viernes, 17 de abril de 2020

La fe de Jesús

"Cuando Cristo vivía en este mundo, con gran clamor y lágrimas ofreció ruegos y súplicas al que lo podía librar de la muerte, y fue escuchado por su temor reverente. Aunque era Hijo, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento; y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen". Hebreos 5.7-9


Si bien no siempre lo expresamos, en el pensamiento de los cristianos Jesús siempre es etéreo y ajeno a la cotidianeidad humana. Sin embargo, las Escrituras destacan la plena humanidad del Mesías. Jesús, el hombre, fue un hombre de fe. Jesús creyó que Dios es amor, y, por amor a Dios, amó radicalmente a sus semejantes; en especial a quienes eran privados de todo amor, compasión o perdón. 

"Pero ésta es la mejor manera de reconocer el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios. Éste es el espíritu del anticristo, el cual ustedes han oído que viene, y que ya está en el mundo." 1 Juan 4.2-3

La fe de Jesús en Dios, el Padre todoamoroso, es el fundamento de nuestra fe. Creer en Jesús, y seguirlo, es asumir nuestra propia humanidad con amor para amar a la humanidad como Dios la ama. Es en Jesús, en su humanidad plena, que resplandece con luz fulgurante la plenitud de la divinidad. Dios es tan grande que no teme hacerse pequeño.

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