viernes, 18 de septiembre de 2020

El Señor se agrada de su pueblo

"¡Que Israel se alegre en su creador! ¡Que los hijos de Sión se regocijen por su Rey! ¡Que dancen en honor a su nombre! ¡Que le canten al son de arpas y panderos!" Salmos 149.2-3




¿Cuántas veces reflexionamos seriamente sobre nuestra vida y nuestra fe? Muy raramente, quizás nunca. Para muchos de nosotros, el cristianismo es probablemente una herencia cultural o una adición posterior. Aunque duela, podemos verlo a través de nuestra rutina, descuidada y monótona forma de vivir y expresar la fe. Albert Eintein dijo: "no podemos esperar resultados diferentes si siempre hacemos lo mismo". "¡Canten al Señor un cántico nuevo! ¡Alábenlo en la comunidad de los justos!" Salmo 149.1


Es cierto que a menudo nos desanimamos y dudamos cuando nos damos cuenta de lo lejos que estamos de la perfección. Pensamos, más o menos explícitamente, que solo porque somos creyentes deberíamos estar libres de fracasos. Una hermosa canción que solemos cantar en familia dice: “Cada día que comienza es una oportunidad para abrir nuevos caminos para tocar un poco más”... Esta canción describe muy bien la experiencia de vivir. El propósito de nuestra vida cristiana es básicamente este: aprender, ser guiados por Dios y disfrutar de su gracia infinita.


El mundo ciertamente puede parecer hostil, confuso y opresivo. Somos testigos diarios de acontecimientos que nos hacen dudar de la bondad e incluso de la existencia de Dios. Pero la fe, la esperanza y el amor nos hacen levantar la cabeza y mirar el presente y el futuro con confianza y alegría. ¡Cristo vive! Y en Cristo también vivimos. Con todas nuestras dudas, nuestras imperfecciones, nuestras debilidades, el Señor nos ama, nos perdona y nos guía. Podemos vivir con confianza en el amor y la sabiduría de Dios. "El Señor se complace en su pueblo, y bendice a los humildes con su salvación." Salmos 149.4


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