viernes, 23 de octubre de 2020

¡Tributen al Señor la gloria y el poder!

"¡Canten al Señor un cántico nuevo! ¡Canten al Señor todos en la tierra! ¡Canten al Señor! ¡Bendigan su nombre! ¡Anuncien su salvación todos los días! ¡Proclamen su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre todos los pueblos!" Salmos 96.1-3


Cuando miramos las noticias u observamos la situación de nuestro mundo, es imposible no pensar que la humanidad, y en particular el cristianismo, no ha aprendido nada. ¡No aprendimos nada! Especialmente aquellos que insisten en dar se el adjetivo de "evangélicos" son los que más se oponen a las claras enseñanzas de Jesús. La opresión, la discriminación, el odio y la violencia son diametralmente contrarios al evangelio, así de simple.


Los discípulos y discípulas de Jesús no buscan dominar a los demás, no buscan imponer normas o leyes, y mucho menos subyugar a otros por la fuerza. Los hijos e hijas de Dios son "extranjeros y peregrinos" en camino a una tierra mejor, esperando un reino eterno. Damos "al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios", sin buscar alianzas con el César y mucho menos queriendo tomar su lugar.


El reino de Dios es amor, el poder de Dios es amor, la gloria de Dios es amor. Todo lo que no es amor es idolatría y blasfemia. El salmista nos invita a cantar un cántico nuevo, a ver el mundo con nuevos ojos, a ser testigos del reino, poder y gloria de Dios. Los dioses profanos son ídolos, y los ídolos siempre fomentan la opresión. En otras palabras, quien quiera oprimir es idólatra. El reino de Dios no viene por la fuerza o por imposición, sino "esperando desde el cielo a su Hijo, a quien resucitó de los muertos: Jesús, que nos libra de la ira venidera".



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