martes, 5 de enero de 2016

La autocondenación

"Si nuestro corazón nos acusa de algo, Dios es más grande que nuestro corazón, y lo sabe todo. Queridos hermanos, si nuestro corazón no nos acusa, tenemos confianza delante de Dios." 1 Juan 3.20-21


Es frecuente que, quienes deseamos vivir espiritualmente, nos sintamos insatisfechos con nosotros mismos. La aparente lentitud en progresar, la repetición de viejos patrones de pensamiento y conducta que nos parecen incompatibles con la vida espiritual nos desalientan y nos arrastran a la autocondenación.

La dureza con nosotros mismos, aunque parezca espiritual, no es una actitud justa ni sabia. Si bien la Verdad se realiza aquí y ahora, la transformación espiritual no acaba nunca y es siempre un camino a ser andado. Si con todo nuestro corazón, mente y voluntad estamos poniendo la Verdad en práctica, la semejanza de Dios, que es nuestra naturaleza, se manifestará.

"Yo dije que ustedes son dioses; que todos son hijos del Altísimo." Salmo 82.6

No dejarse ganar por el desánimo y la impaciencia no significa que vamos a ser perezosos, o autocomplacientes. Nuestro progreso espiritual se realiza con el mismo cuidado que una madre amorosa pone en la crianza de sus hijos, con ternura, amabilidad y paciencia, pero con delicada firmeza, no exigiendo demasiado en poco tiempo, pero esperando siempre el crecimiento y evolución.

No hay comentarios:

Publicar un comentario