martes, 26 de enero de 2016

El Evangelio

Cuando nos embarcamos en la práctica espiritual y entendemos poco a poco qué es y cómo trabaja la Ley Universal, vamos adquiriendo la confianza para tomar el siguiente gran paso y comprender cómo es posible elevarse incluso sobre la Ley misma, en el nombre de Cristo.

No significa que las leyes naturales puedan ser violadas. Significa que los seres humanos, a causa de nuestra esencial naturaleza divina, tenemos el poder de elevarnos por encima de ellas dentro de la infinita dimensión del Espíritu, donde tales leyes son superadas. La Ley de la siembra y la cosecha, "No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha" (Gálatas 6.7), es en realidad ley sólo para la mente, no es ley para el Espíritu. En la dimensión del Espíritu todo es perfecto y eterno, ahora.

El Evangelio, la buena noticia, es el anuncio de la gracia. La gracia es, por definición, una superación directa de la exigencia de compensación. Ante el pecado, la limitación y el error, siempre tenemos dos opciones enfrente nuestro, sufrir las consecuencias, o superarlo por la práctica de la Presencia de Dios.

Eso no debe ser entendido como una forma fácil de salir impune, sino una realización del propósito divino. Como escribió el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer: "La gracia barata es la gracia como doctrina, como principio, como sistema, es el perdón de los pecados considerado como una verdad universal, es el amor de Dios interpretado como idea cristiana de Dios. Quien la afirma posee ya el perdón de sus pecados. La Iglesia de esta doctrina de la gracia participa ya de esta gracia por su misma doctrina. En esta Iglesia, el mundo encuentra un velo barato para cubrir sus pecados, de los que no se arrepiente y de los que no desea liberarse. Por esto, la gracia barata es la negación de la palabra viva de Dios, es la negación de la encarnación del Verbo de Dios." Para alterar fundamentalmente el carácter pecador, se requiere una entrega total a la verdad divina a fin de conmutar la pena, que de otra forma siempre es consecuencia del pecado.

"No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto." Romanos 12.2

Cuando del pecado, la limitación y el error nos elevamos por el cambio en nuestra manera de pensar, somos transformados y se transforman consecuentemente nuestras ideas, palabras y actitudes, entonces experimentamos la salvación porque Cristo es el Señor de la gracia. ¡Esa es la buena noticia!

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