martes, 14 de febrero de 2017

Tengo fe, pero...

A medida que avanzamos y se nos hace más familiar la práctica de la oración, la meditación y la contemplación, los escollos comienzan a desparecer. No obstante, hay una trampa sutil para la vida de fe, y es la palabra "pero". Frecuentemente las discípulas y discípulos de Cristo, quienes no deberíamos engañarnos por la aparente falta de obstáculos ni confiarnos en nuestra propia experiencia espiritual, nos dejamos vencer por el engaño del "pero".


"Pero todos comenzaron a disculparse." Lucas 14.18

Afirmamos "Dios es la fuente de vida de todo cuanto existe, pero..." "No hay más poder en el Universo que Dios, pero..." "El mal no existe, excepto aquél que nosotros mismos hacemos, pero..." "Fuimos creados para vivir en plenitud, pero..." "El propósito de la vida es la expresión del gozo divino, pero..."

Si reconocemos la verdad de nuestras afirmaciones de fe, no hay lugar para peros. La sutil trampa de la duda es una brecha en la integridad de nuestra vida espiritual, estemos alerta para no caer en ella.

"Porque Jesucristo, el Hijo de Dios, a quien Silvano, Timoteo y yo predicamos entre ustedes, no fue «sí» y «no» al mismo tiempo. Dios ha dado en Cristo para siempre su «sí», pues en él se cumplen todas las promesas de Dios. Por esto, cuando alabamos a Dios, decimos «Amén» por medio de Cristo Jesús." 2 Corintios 1.19-20

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