viernes, 10 de febrero de 2017

Dios, nuestro libertador

"Tú, Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo! Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador,mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite. Tú, Señor, eres digno de alabanza: cuando te llamo, me salvas de mis enemigos." Salmos 18.1-4

Cuando David huía de Saúl llegó a sentir que los lazos de la muerte lo rodeaban y las puertas del infierno se abrían bajo sus pies; angustiado y temeroso él clamó a Dios y Señor le socorrió. El salmista, al igual que la mayoría de nosotros bajo circunstancias adversas, pensó que la ira de Dios se había desatado sobre él. Pero su verdadero adversario no era Dios, sino su propio temor.


Es de conocimiento general que el mayor enemigo del equilibrio mental y espiritual es el miedo. La manera en que percibimos la adversidad, y no la adversidad en sí misma, provocan el temor y la derrota. Si nos liberamos del miedo relacionado a cualquier circunstancia, ésta no tiene poder para afectarnos. El refrán popular que dice: "a lo único que hay que temer es al miedo", encierra una verdad fundamental. Si estamos pasando por un momento de angustia o de temor, la lectura orante de este salmo será un bálsamo curador, meditando en el significado espiritual de cada versículo el temor cederá y, finalmente, desaparecerá.

David, si bien estaba profundamente afectado por los acontecimientos y lleno de temor, afirma enfáticamente su fe en Dios. Al igual que el salmista, nosotros también comenzaremos nuestra plegaria afirmando nuestra confianza en Dios y nuestro amor por él: "Tú, Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo!".

La ventaja de orar con las palabras de la Biblia es que nos permite aquietarnos y disciplinar nuestros pensamientos bajo la guía de las verdades inalterables de la bondad, el cuidado y el amor de Dios. Y, así como es verdad que los pensamientos de temor producen miedo, los pensamientos de fe producen confianza. El cambio de pensamiento, inspirado por las promesas de las Escrituras, hace esta obra maravillosa.

"¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos!" Isaías 26.3

En nuestra oración, junto con el salmista, afirmemos que Dios es nuestra roca, nuestra fortaleza, nuestro libertador, nuestra fuerza y nuestro escudo. Centremos nuestros pensamientos en Presencia de Dios y el temor desaparecerá sin dificultad. Si mantenemos firme nuestra fe en Dios, es sólo cuestión de tiempo para que experimentemos la liberación.

"Tú salvas a los humildes, pero humillas a los orgullosos. Tú, Señor, me das luz; tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad." Salmos 18.27-28

No hay comentarios:

Publicar un comentario