"Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios." Juan 3.36
Cada día somos influidos por un cúmulo inmensurable de voces contradictorias. Las noticias, la política, la cultura y hasta la religión nos llevan de un lado al otro sin dejarnos parar a darnos cuenta que su sinfonía está muy desafinada. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a orientarnos en un ambiente tan caótico? ¿Qué resultado podemos esperar?
Dios, lleno de amor y compasión, no nos ha dejado a la deriva. Más allá de las diferencias superficiales, la confusión que vivimos es la misma que toda la humanidad ha padecido desde el inicio por causa del pecado, ya que la raíz del pecado es dar la espalda a la voz de Dios. El Padre, bondadoso y comprensivo, nos invita a dejar atrás los ruidos disonantes que el mundo nos ofrece y dar oído a la única voz que nos da vida:«Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él» (Mateo 17.5).

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