viernes, 8 de febrero de 2019

La receta

"Éstos son los estatutos y decretos que ustedes tendrán cuidado de poner por obra todos los días que ustedes vivan en la tierra que el Señor, el Dios de sus padres, les ha dado en posesión." Deuteronomio 12.1

¿Existe una receta de la felicidad? Últimamente anda circulando un chiste sobre los cocineros de TV que ofrecen "recetas sencillas con cosas que todos tenemos en casa como un delfín, un cubito de hielo del polo norte o una barba de calamar prehistórico". Las instrucciones no sirven de nada si no tenemos los medios para ponerlas en práctica.


Con frecuencia sucumbimos a la tentación de pensar, y actuar, como si la Ley de Dios fuese un cúmulo de reglas muy interesantes pero impracticables. El pecado nos hace enemigos de la Ley de Dios, y por eso somos rápidos para, de forma explícita o implícita, buscar excusas para desconocerla. "No se engañen. Dios no puede ser burlado." Gálatas 6.7

Ciertamente no podemos cumplir la Ley por nuestras propias fuerzas; la Ley nos pone en evidencia como pecadores. Pero, "lo que para la ley era imposible hacer, debido a que era débil por su naturaleza pecaminosa: por causa del pecado envió a su Hijo en una condición semejante a la del hombre pecador, y de esa manera condenó al pecado en la carne, para que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros", Romanos 8.34. En Cristo, Dios nos propone su Ley como guía para una vida plena y santa. ¡Es la receta de la felicidad!

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