viernes, 18 de octubre de 2019

Señor, dame a conocer tus caminos

“Señor, dame a conocer tus caminos; ¡Enséñame a seguir tus sendas!” (Salmos 25.4)

Anualmente, durante el famoso Rally Trans-Chaco, miles de aficionados y turistas llegan a esta región. No son pocos los vistantes que, año tras año, sufren algún tipo de percance en los caminos. Para quien viene de afuera, un terreno como el del Chaco paraguayo puede ser engañoso. Los caminos son pocos, arduos e intrincados, y únicamente quien los conoce puede transitar por ellos sin grandes dificultades. No importa qué tan hábil se crea un conductor de otras latitudes, el Chaco es para baqueanos.


Es probable que durante toda nuestra vida hayamos conocido y repetido las palabras del Señor: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14.6), pero por la costumbre dejamos de darnos cuenta que, en el fondo, somos como un turista queriendo recorrer los caminos del Chaco. La vida está llena de caminos arduos, intrincados y peligrosos, y únicamente podemos avanzar si somos guiados por quien sabe andar por ellos.

No podemos confiar en nuestras habilidades para andar en caminos desconocidos. Necesitamos un guía experto. Así como el salmista, es preciso que clamemos a Dios para que Él nos muestre su camino y nos enseñe a seguirlo. Y, antes que lo pidamos, el Padre ya respondió nuestra oración concediéndonos el camino y el guía: Jesucristo.

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