viernes, 14 de febrero de 2020

Gran misericordia

"Dios mío, por tu gran misericordia, ¡ten piedad de mí!; por tu infinita bondad, ¡borra mis rebeliones!" Salmos 51.1

Quien más, quien menos, todos hemos experimentado la decepción, el fracaso, y la frustración. Pareciera ser que aun las alegrías siempre traen tristezas, aunque más no sea la tristeza de saber que toda alegría en algún momento acaba. Por eso, nos resulta difícil confesar sinceramente el amor, bondad y sabiduría de Dios. Si Dios es tan bueno y misericordioso, ¿por qué permite el sufrimiento?

Para ser completamente honestos, la última pregunta debería ser: "Si Dios es tan bueno y misericordioso, ¿por qué permite MI sufrimiento?" Y es allí donde reside la causa de nuestros pesares; en la mirada centrada sobre nosotros mismos. En lugar de enfocarnos en la infinita misericordia y amor del Padre, nos aferramos a nuestros dolores, carencias y sufrimientos, que no son más que el reflejo de la frustración de deseos egoístas.


La rebelión humana consiste, básicamente, en el deseo de vivir ajenos al fluir de la vida, al orden armónico del universo que es, en resumidas palabras, la voluntad de Dios. La voluntad de Dios es siempre amor, generosidad y misericordia. No se esconde en misteriosos templos, ni requiere intrincados rituales; llega a nosotros por pura gracia. ¡Ese es el secreto de la vida! Si reconocemos nuestro apartamiento de Dios, Él nos abraza y nos restaura inmediatamente.

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