viernes, 17 de marzo de 2023

El Señor mira el corazón

"No te dejes llevar por su apariencia ni por su estatura, porque éste no es mi elegido. Yo soy el Señor, y veo más allá de lo que el hombre ve. El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón." 1 Samuel 16.7

A las personas de fe nos gusta pensar que somos guiadas y guiados por el Espíritu. Pero, frecuentemente nuestra búsqueda de señales externas nos aparta del poder interior y la visión inspirada. Samuel pensó que Eliab, que era de hermoso semblante, alto y fuerte, sería el elegido del Señor. Sin embargo, Samuel (שְׁמוּאֵל), cuyo nombre significa "oído por Dios" pidió ser guiado por el Señor, y el discernimiento espiritual lo condujo a ungir al menos pensado.

David (
דָּוִד) representa el amor divino. ¿Por qué, entonces, no se presentó junto con sus hermanos como candidato a la unción real? Porque el amor es humilde, no se muestra exteriormente y no busca enseñorearse sobre los demás. 
Aunque pequeño y débil a la vista humana, el amor es el mayor poder del universo. El amor se ocupa "guardando las ovejas de su padre", es decir, cuida y alimenta las fuerzas de vida, puras e inocentes, presentes desde la creación en el corazón de la humanidad.

¿Cómo podemos, en nuestra vida diaria, pasar de ser guiadas y guiados por nuestra propia voluntad a ser personas que disciernen espiritualmente? Lo haremos permitiendo que el amor reine sobre nuestra conciencia, emociones y acciones.  Para ello debemos ungir, es decir, afirmar con sabiduría que el amor gobierna en nosotros y por medio de nosotros, manifestándose en pensamientos, palabras y obras de amor hacia todos y todo.

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