martes, 30 de junio de 2015

Cambia, todo cambia...

Todo cambia, nada permanece. Sin el cambio, el universo entero no permanecería simplemente en un estado de quietud, sino que muy pronto se corrompería. Como reza el antiguo adagio oriental: «El agua que corre no se pudre.»


Sin el cambio, sin transformación, no sería posible ningún progreso, porque el cambio es la esencia de la evolución. Es patente que, para que haya una evolución en cualquier plano de la existencia, debe producirse un cambio.

Muchas personas contemplan los cambios con sospecha y temor. Sin embargo, para quienes se aventuran en la senda espiritual, quienes confían en Dios y en el poder del Espíritu, los cambios son una manifestación del fluir de la Vida.

«Yo hago nuevas todas las cosas.» Apocalipsis 21.5

Todas las experiencias de la vida son manifestaciones de cambio. Sin importar cómo se perciban los hechos, lo cierto es que "mientras hay vida, hay esperanza". Cada vivencia, cada suceso, por pequeños que sea, son una oportunidad para evolucionar.

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