martes, 4 de abril de 2017

Soy la luz del mundo

Jesús enseñó su doctrina de forma sencilla y práctica. Para enfrentar los desafíos de la vida, las enseñanzas de Jesús resultan ser instrucciones positivas, cimentadas sobre la base de una transformación interior. El mensaje de Jesús no es solamente inspirador, también es práctico y aplicable. Una de las señales características del ministerio y la enseñanza del Maestro es la sanidad integral del ser humano.

"Jesús recorría toda Galilea, enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba a la gente de todas sus enfermedades y dolencias." Mateo 4.23

Todos, alguna vez, hemos enfrentado problemas de salud de mayor o menor importancia. A casi todos nosotros nos ha tocado tener que respirar hondo y orar antes de recibir los resultados de un examen médico nuestro o de algún ser querido. No hay cómo negar que la salud es uno de los factores fundamentales de una vida plena. ¿Acaso las enseñanzas de Jesús ofrecen un consejo práctico acerca de las preocupaciones sobre nuestra salud?

Sin dudas los contemporáneos de Jesús lo reconocieron como un auténtico sanador. Aunque las curaciones que Jesucristo realizó eran señales de un mensaje mayor y más amplio, las mismas sirven para ponernos en armonía a nosotros también. El Maestro enseñó, sin ninguna ambigüedad, que la verdadera fuente de toda sanación es Dios. Él demostró su poder divino al curar a la gente que sufría enfermedades e incluso resucitar personas de la muerte. Jesús manifestó la luz y el amor de Dios para sanar, curar y bendecir.

En una ocasión, al sanar a un ciego de nacimiento, Jesús dijo a sus discípulos: “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo” Juan 9.5. La luz sanadora de la presencia de Dios fluye eterna y directamente hacia nosotros. Sin embargo Dios muchas veces se sirve de médicos, enfermeras, y medicamentos apropiados, como medios para restaurar nuestra salud. Dios desea que vivamos en plenitud.


"Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." Juan 10.10

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