viernes, 2 de febrero de 2018

¿Espiritualidad o psicoanálisis?

"Ponte de nuevo en paz con Dios, y volverás a tener prosperidad." Job 22.21

Sin importar si lo aceptamos o no, todos nos formamos ciertas creencias, y debemos vivir con el efecto que ellas producen. Es cierto que las impresiones recibidas durante la infancia, positivas o negativas, influyen en la forma en que se desarrollará toda nuestra existencia. De algunas de estas impresiones somos perfectamente conscientes, pero de la gran mayoría permanecemos inconscientes. Ahora bien; sin negar que las prácticas espirituales tienen un efecto benéfico sobre el psiquismo, su propósito es mucho mayor que resolver nuestros conflictos.


Gran parte de los conflictos que enfrentamos son, en realidad, una dramatización de nuestros temores inconscientes. Lo reconozcamos o no, hacemos un relato mental de cada acontecimiento o circunstancia que experimentamos, y decimos como Job: "Todo lo que yo temía, lo que más miedo me causaba, ha caído sobre mí." (Job 3.25) Delante de este hecho, verificado por la experiencia, muchos encaran las prácticas espirituales como una especie de psicoterapia, enredándose así en un cúmulo de especulaciones que no hacen sino aumentar la angustia y el temor. Sin embargo, el propósito del Divino Amor no es calmarnos, sino transformarnos...

"Les dejo la paz. Les doy mi paz, pero no se la doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo." Juan 14.27

Podemos dar gracias a Dios de que no sea necesario, como regla, andar buceando en las profundidades de nuestra mente para rastrear el origen y la manifestación de nuestros conflictos emocionales. La enseñanza espiritual, y su práctica, contenida en las Escrituras nos permite adentrarnos en la plenitud del Amor Divino, descentrándonos de nuestro ego y entregándonos a la comunión con Dios, con nuestro entorno y con nosotros mismos. Esta verdad es infinitamente superior a encubrir los conflictos interiores con una máscara de discurso intelectual, significa enfrentarlos valientemente y dejarlos ir.

"Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús." Filipenses 4.7

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