viernes, 9 de noviembre de 2018

Nuevo hogar


De madrugada escuché una voz
que me llamaba desde el bosque.

Un viejo carro me esperaba allí,
pero cada caballo era yo mismo.

No hay como ver el propio rostro,
a no ser en los ojos de los demás.

Desde el bosque oí un fuerte llamado;
no sé si fue Dios, o fui yo anhelando.

No dudé, aunque la duda no cedía.
No paré, aunque los pies no avanzaban.

La huida fue hacia lo más profundo
del enmarañado bosque interior.

Más allá lo vi, después del sendero;
mi nuevo hogar de piedras blancas.

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