viernes, 16 de agosto de 2019

Misericordia


"¡Vengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente él nos arrebató, pero nos sanará; nos hirió, pero vendará nuestras heridas." Oseas 6.1

Idolatría, falta de respeto, depravación y corrupción en todos los ámbitos... No son los titulares del periódico de hoy, pero bien podrían serlo. Al profeta Oseas le tocó vivir una época decadente y perversa, no muy diferente a la nuestra.

El pueblo de Israel se había apartado de Dios, de su Palabra y de la obediencia, Dios permitió el castigo, el pueblo se arrepintió y fue restaurado. Cuando volvieron la paz y la prosperidad, Israel recayó en sus pecados y depravaciones, y vino a estar en un estado peor que antes. ¿No es una experiencia conocida también para nosotros?


En Cristo, Dios nos ha dado completo perdón de pecados. Esa no es una licencia para relajarnos y vivir de forma disoluta; es el llamado y la garantía de una transformación radical. "Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios" 2 Corintios 5.21.

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