viernes, 7 de agosto de 2020

Consolación

"Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la llegada de Tito; y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que él había recibido de parte de ustedes". 2 Corintios 7.6-7

En tiempos de incertidumbre, miedo y desazón, como los que estamos viviendo, casi todos tenemos la tendencia natural a pensar en nosotros mismos, nuestros seres queridos y allegados; entonces, la misericordia, la compasión y la solidaridad quedan relegadas e, incluso, olvidadas.

El egoísmo, la mezquindad, aunque no nos guste reconocerlo y nos esforcemos por ocultarlos, son características naturales del corazón humano. Basta una oportunidad propicia para que se manifiesten sin restricción, justificados como prudencia y conservación. El obsceno acaparamiento de mercaderías, como el risueño caso del papel higiénico, y las delirantes medidas de algunos gobiernos en estos pasados días bastan como muestra de la manifestación del pecado humano.


Lo que parece bueno al mundo es malo a los ojos de Dios. Pero el Señor no nos ha dejado en la desesperación; en Cristo nos concede perdón, reconciliación y consuelo. En medio de las aflicciones y de un futuro incierto, podemos confiar en el amor de Dios, disfrutar su consuelo, y consolar a otros por medio de la misericordia, la generosidad y la paz.

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