viernes, 21 de agosto de 2020

Regocijo

"Regocíjense en el Señor siempre. Y otra vez les digo, ¡regocíjense!" Filipenses 4.4


Comprar, vender, acumular, tener... disfrutar. Si hiciéramos una encuesta, probablemente la mayoría de las personas describirían la alegría como el logro y satisfacción de todos sus deseos. Así es la alegría mundana; egoísta, fútil, pasajera. Aunque saciáramos todos nuestros deseos hoy, mañana los habría nuevos, y el regocijo momentáneo desaparecería.


Mientras un hombre en el tercer siglo se estaba preparando para la muerte, le escribió estas últimas palabras a un amigo: "Es un mundo malo, increíblemente malo. Pero he descubierto que en medio de él, hay un pueblo santo y quieto que han aprendido un gran secreto. Ellos han encontrado un gozo que es mil veces mejor que cualquier placer de nuestra vida pecaminosa. A pesar de que han sido despreciados y perseguidos, no les importa. Son maestros de sus propias almas. Han vencido al mundo. Esta gente se conoce por "Cristianos" -- y yo soy uno de ellos".



El apóstol Pablo escribió la carta a los Filipenses estando encarcelado, una circunstancia que en nada podría producir alegría. No obstante él expresó regocijo, y alentó a los cristianos a regocijarse "¡en el Señor!" Dijo, y aún nos dice, que la verdadera alegría es Cristo; sea en la prisión, en el dolor, o en la enfermedad; sea en la opulencia, en el placer, o en la gloria; ¡Cristo es el regocijo de los cristianos! ¡Cristo es la fuente y el término de la alegría!

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