viernes, 23 de enero de 2015

Sin cesar

Por nuestra mente pasa una serie constante de pensamientos, aunque mayormente desconectados. Estamos pensando incesantemente una infinidad de cosas distintas. Entre tantas ideas diferentes, nos detenemos a contemplar, examinar o estudiar algunas más que otras. ¿Por qué? Porque nos ha estimulado el sentimiento en profundidad.

Aquello que nos produce un sentimiento de temor o de antipatía, de simpatía o de lástima, un sentimiento de agrado o desagrado, carece de importancia. El hecho es que por aquel sentimiento, la idea, capta nuestro interés, la repasamos más tarde, tal vez la comentamos con alguien dándole forma con las palabras. Esto es, básicamente, meditación. Y lo que se medita pasa al subconsciente y se graba allí. Es un dato comprobado que, lo que pensamos a menudo pasa al subconsciente y se establece allí, adquiriendo así las características de un reflejo.
 
Los experimentos de la psicología moderna también lo ha comprobado extensamente: así como cuando el médico da un suave golpe con un objeto, en un sitio alrededor de la rodilla la pierna da un salto. Es porque tocado un punto sensible y has reaccionado ¿verdad? Del mismo modo, cada vez que sucede algo referente a una de las ideas que están grabadas en el subconsciente, el reflejo reacciona en la forma exacta en que fue grabado. La persona adopta una actitud acorde con el sentimiento original que sintió cuando primero pensó en aquella idea.
 
Por ese motivo hay personas que actúan con mal genio o con violencia, por todo o por nada, de forma continua y con todo el mundo. Esta idea profundamente grabada en el núcleo de la identidad personal constituye un "concepto" o sea, una "creencia", una "convicción". Una vez que una idea se filtra, y se graba firmemente, en el subconsciente se convierte en un "reflejo": un hábito mental que actúa de forma automática.


"Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado." Filipenses 4.8

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