El destino de todos los seres humanos,
de los múltiples universos formados
en el interior de cada individuo,
es una danza infinita de dar y recibir.
Lo que fuimos, somos y seremos,
está determinado por la manera
en que aplicamos las simientes
de flores y espinas, sin cesar.
No se cosechan tempestades
de las hojas de hierba.
El fruto es la semilla infinita.
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