viernes, 13 de mayo de 2016

A Dios rogando, y con el mazo dando...

"Todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño..." Eclesiastés 9.10

Orar por alguna cosa y sentarse a esperar hasta que algo dramático acontezca no es fe, es una creencia mágica. La oración no fuerza a Dios a cumplir nuestros deseos, sino que nos pone en sintonía con la voluntad Divina. La fe recurre a la plegaria, se confía a Dios, y toma todos los recaudos sabiendo que "Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman".

Por ejemplo, si nuestro ruego es para conseguir empleo, debemos orar para ser guiados por el Espíritu cada día a nuestro lugar de expresión laboral y, entonces, salir confiados a buscar un trabajo concreto en agencias de empleo, empresas o el campo que sea de nuestro interés y capacidad.


Si lo que anhelamos es la restauración de la salud propia o de algún ser querido, es correcto clamar al creador de todas las cosas y, prudentemente, seguir los tratamientos recomendados por los médicos, quienes también son medios de la acción divina.

Si tenemos dificultades económicas, hagamos un examen minucioso para evaluar el modo en que obtenemos, administramos y gastamos nuestros recursos. Si vemos que nos estamos conduciendo imprudentemente, es necesario corregir nuestro manejo del dinero y los bienes.

Seríamos necios si esperásemos vivir de forma imprudente, descuidada y rompiendo las leyes de la naturaleza, y luego pretendiésemos que la plegaria anule las tonterías que hemos cometido. El auxilio y la providencia divina son infinitos y están siempre a nuestra disposición libremente; solamente nosotros ponemos trabas a la generosidad infinita de Dios.

"Tenemos confianza en Dios, porque sabemos que si le pedimos algo conforme a su voluntad el nos oye. Y así como sabemos que Dios oye nuestras oraciones, también sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido." 1 Juan 5.14-15

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