martes, 3 de mayo de 2016

Perfección


Errantes, sin hogar ni patria, vagamos
ignorantes de que nunca partimos.
A nuestra imaginación Dios dijo:

«No los dejaré vagar perdidos y sin posada.
Los tomaré de la mano y los retornaré
al hogar del que nunca fueron expulsados.
Cerrando los ojos se ve con el espíritu
del corazón que es uno con todo y con todos.
Una sola ofrenda vale en el altar eterno.
Una sola ofrenda revela la perfección
que jamás fue perdida ni quitada.»

Nuestra fútil insistencia en la maldad
es dejada en el olvido por Aquel
que nos ve como realmente somos.
El Hijo nace ahora, en el instante eterno
siempre nuevo desde el principio. 
Una sola ofrenda nos hace perfectos
para siempre, ese siempre que es.
¿De qué nos ocultamos, sino de la vergüenza
que proyecta nuestra vanidad?
La eternidad no es el tiempo.
El tiempo es la vergüenza.
La eternidad es perfección ahora.

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