jueves, 19 de mayo de 2016

Tal como disponemos en el corazón

Nuestro corazón incesantemente está en búsqueda de Dios y nuestra mente procura el entendimiento de su naturaleza, esa es nuestra esencia. Fuimos creados para morar en la Presencia de Dios y disfrutar eternamente de su compañía. Cuando nos acostumbramos a ver a Dios en todas partes, en todas las cosas y en todas las personas, la práctica de su Presencia llega a ser para nosotros como el aire que respiramos.

El poeta Angelus Silesius escribió: "Dios es un labriego, el grano su Verbo eterno, su Espíritu es la reja del arado, mi corazón la sementera." Para cualquier cosa que deseamos ver manifestada en nuestra vida, necesitamos descansar en Dios, escuchar su palabra, obrar según su voluntad y confiar en su amor inquebrantable. Descansemos en Dios, y el bien se manifestará abundantemente en nuestra vida.

Los físicos y químicos usan frecuentemente equivalencias para conocer, dominar y usufructuar los elementos naturales. Aprendimos en el colegio sobre el equivalente mecánico del calor y los técnicos trabajan constantemente con equivalencias que les permiten obrar verdaderas maravillas de la ingeniería. De forma análoga, lo que disponemos en nuestro corazón manifestará su equivalencia espiritual.

"Meditaré en tus preceptos y pondré mi atención en tus caminos." Salmo 119.15

Muchas veces hemos mencionado el principio de la siembra y la cosecha, y es en las profundidades del corazón donde actúa con todo su vigor. El secreto de una vida plena en la Presencia de Dios consiste en librarse de los pensamientos de aquello que no deseamos ver en nuestras vidas. y llenarnos de las palabras, la luz y el amor del Espíritu.

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