martes, 31 de mayo de 2016

Por puro afecto y ternura


Por momentos me pierdo cavilando
en la insignificancia de mi polvorienta
esencia: polvo y neblina, nada más.
Cuando escucho en la profundidad
el eco del corazón que dice quedamente:
en amor fui escogido antes que el mundo fuese.

Toda mancha y toda duda no obstan
ante la cálida mirada del amoroso Padre. 
Soy un hijo en el Hijo eterno, 
por puro afecto y ternura.
Coheredero del infinito, de la eternidad, 
de cada estrella y cada soplo. 

Nada es por acaso, todo obedece
al propósito de amor inabarcable.
Ni la plata ni el oro pueden pagar, 
lo que la sola palabra hace brillar. 
La insignificancia polvorienta,
brilla en el fulgor del tesoro celeste.

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